Los primeros avistamientos


Existen al menos cuatro formas para reconocer la llegada de la primavera. En España la más importante es el anuncio del Korte Inglé que hace de heraldo y empapela carreteras y calles y pone anuncios en radios y televisiones avisando. Después tenemos el comienzo en base al calendario astronómico, con el equinoccio de primavera, que es el 20 o el 21 de marzo dependiendo de variantes que escapan a mi entendimiento, ya que soy tan básico como un orco. Un tercer parámetro para identificar la primavera es el usado en Holanda, simple y directo y que la ubica el 1 de marzo. El instituto de meteorología de este país ha redondeado las estaciones y ahora primavera comienza el 1 de marzo, verano el primero de junio, otoño el primero de septiembre e invierno el primero de diciembre. Más fácil de recordar. Finalmente, la cuarta y la más espectacular de las formas de identificar la primavera solo sucede en Distorsiones, la mejor bitácora sin premios en castellano y posiblemente una de las mejores en el resto de lenguas, salvo el truscolán que no lo reconocemos como idioma sino como herramienta usada por terroristas, fascistas y criminales de todo tipo. La manera de anunciar la primavera aquí es con los AVISTAMIENTOS. Creo que el año pasado se me pasó y culpo al cambio climático ya que tuvimos un invierno tan largo que para cuando cambiaron los tercios yo estaba en Indonesia y al regresar comenzó el monzón y ya no paró de llover hasta hace cosa de una luna. El 2013 fue un muy mal año para ver felipas. Sin embargo, en el 2012 sí que tuvimos nuestra ración con las Primeras felipas de la temporada. Mirando más hacia atrás tenemos en el 2011 Felipas a tutiplén, en el 2010 Enseñando el piporro en bicicleta, en el 2009 fue El primer avistamiento, en el 2007 se trató de El Primer Avistamiento primaveral, en el 2006 el anuncio vino en El primer papayo maduro y en el 2005 eran Los coños al sol. Además han aparecido otras anotaciones relativas al tema, como Las minifaldas no son para las bicicletas, los Avistamientos invernales, los avistamientos nórdicos y finalmente la Primavera nórdica del año 2004. Como veis, me repito más que un guiso de Arguiñano y por eso puedo entender y entiendo que la gente se canse y me deje de leer y para los que no lo hacen, pues los destierro yo y listo.

Este fin de semana tuve una ración doble de avistamientos. La primera felipa la vi el sábado, en la estación de tren de Woerden, a donde llegué a las nueve y media de la mañana. A esa hora la temperatura era de unos cuatro grados y aunque ese día íbamos a alcanzar los diecisiete, en ese momento hacía lo que se dice fresco. Estoy andando junto al carril bici que corre paralelo a la entrada de la estación y veo venir en bicicleta una chama de un metro noventa por lo menos y con un niño en la sillita que llevaba agarrada al volante. La hembra se había puesto su mejor minifalda microscópica azul vaquero y unas medias de esas de agujeros grandes que las hacen parecer quinquis. Aunque mi amiga la Chinita no termine de captar el concepto, repito que yo no miro a las hembras a la cara, me la suda profundamente el colore de sus ojos. Yo mantengo la vista fija en el punto, ese en el que se juntan las piernas (estamos hablando de hembras montadas en bici …). Bajo las medias, unos labios aplastados parecían querer decirme algo, cambiando la posición según subían y bajaban los pies en los pedales y el sol los iluminaba, creando la ilusión de una conversación. El chocho llevaba el mantenimiento apropiado para la época y lucía sin pelo. Después de recuperarme del impacto inicial por haber visto el primer coño de la temporada en bicicleta me quedé pensando que igual lo que esa hembra hacía no era muy higiénico y quiero pensar que al final de la jornada las pondrá a lavar y no les dará la vuelta y se las pondrá del revés como hacía el Indonesio que se quedó en mi casa unos días hace la tira de años. Con la alegría de saber que se había abierto la temporada me marché a mi casa.

Un día más tarde fui a Amsterdam y estaba paseando cerca de la estación central, en la parte definitivamente más turística de la ciudad. Era la una de la tarde y el calorcito apretaba. Esperando que cambiara un semáforo miraba las bicicletas que venían hacia nosotros y una pareja se acerca pedaleando en paralelo, lo típico en Holanda. La hembra iba del lado de los peatones y su macho la protegía por el exterior. El sol estaba nuevamente en la posición correcta, de frente a ellos y al girar la cabeza quedaba por detrás. Ella iba con una camiseta blanca y una falda de tela clara que se le había descolocado por culpa del airito de frente y que al tener una bicicleta demasiado grande se le había subido más de la cuenta y había dejado de cubrir la zona para la que fue concebida. Como la pava tenía una mano en el volante y la otra agarrando la mano de su macho, no parecía o quería hacer nada al respecto. Al entrar en la zona soleada, de repente uno o varios rayos solares se pusieron a trabajar y allí donde no llegaba la luz se obró el milagro y ante nosotros apareció un potorro impecable, acicalado y lustroso. Un chamo que estaba a mi lado también lo vio y su macho en un momento determinado captó el concepto que mostraban nuestras caras, esa risa boba y malvada de saber que estás siendo testigo de algo que no deberías ver. Para nosotros fueron dos segundos intensos y que transcurrieron con la misma velocidad que cualquier mierda de película del señor de los julandrillos, interminables y para el acaparador del usufructo de ese coño debieron ser eternos, ya que no podía hacer nada para tapar la almeja de su hembra y la comunicación oral requiere tiempo, ese que no tenía, así que para cuando le pidió que tapara sus vergüenzas, o su orgullo, ya que puede estar muy orgullosa de semejante entrada, ya era muy tarde y se alejaban en dirección a la Sint Nicolaaskerk.

Fue un fin de semana fabuloso, con dos coños al sol en días sucesivos. Este 2014 promete ser épico.


4 respuestas a “Los primeros avistamientos”

  1. Me parto, qué obsesión con los chochos y con mirar ahí abajo. No entiendo el ir sin bragas y menos en bici, te rozará todo y será desagradable, apestará, además que me parece poco higiénico. Como me voy a Holanda a primeros de abril, por fin a ver el Keukenhoff, a ver si avisto alguno y te lo cuento, aunque no creo que yo vaya buscando potorros.

  2. ¡Los hombres sois felices con poquita cosa!… ¡Qué monos sois…así de simples!… jajaja. Siempre me he preguntado: ¿Qué pasaría si a un grupo de hombres les dejaran, en una gran habitación, con otro grupo de mujeres (totalmente desnudas), durante un año?… Aparte de los embarazados (provocados por los preservativos rotos), ¿cómo verían a las mujeres a partir del segundo año?… Curiosidades que se le ocurren a una…provocadas por las gansadas de otros. Jajaja.