Machorras


El otro día hablaba de los marimachos y nombré a las machorras, grupos que tienden a confundirse y se mezclan en nuestras sucias imaginaciones. Ya sabemos lo que es un marimachos e incluso hemos podido leer comentarios de algunas chicas que han reconocido haber pasado por esa fase en su vida. Es agradable el saber que en ocasiones no vamos desencaminados ya que siempre me ha dado la impresión que mi universo no está completamente alineado con el del resto de los mortales y mi realidad está mucho más distorsionada de lo que creo. Para aquellos que necesitan refrescar su memoria, un marimacho es una joven a la que se le ha averiado la brújula y de repente se viste y comporta como un macho. Es una etapa transitoria y pronto vuelve a la normalidad. …. … O quizás no ….

Una machorra es una hembra a la que se le olvidó ser mujer. Vestirá como un hombre, intentará hablar como un hombre, hacer los mismos gestos que un hombre, caminar como un tío y aunque su apariencia sea la de un macho, no olvidemos que bajo esos pantalones y esa camisa a cuadros producto de ver tantas series con Chuck Norris lo que hay es un chumino jugoso y calentito. La machorra puede convertirse en lesbiana, bollera, tortillera o como queráis llamarlo aunque no necesariamente sucede siempre. Es un paso que dan algunas para ligarse una pibilla y después las ves por ahí fardando de novia y dándose arrumacos con ellas. Más tarde disfrutarán de los placeres de la frotación de chichis como forma de consumación del acto. Una machorra es una pésima imitación de un hombre, pese a que lo intentan no consiguen dar el pego y en el mejor de los casos despiertan nuestra indiferencia. Una mujer puede llegar a machorra tras unos años de vida aparentemente normal. Se van transformando poco a poco. Se cortan el pelo bien corto, les sale un bigotón Adolf y si se descuidan hasta les crecen los pelos en el pecho. Después cambian su forma de vestir, tiran faldas y corpiños, sus camisitas y las reemplazan por camisas de leñador, vaqueros de machillo de corral y caminan así todo el día. Por supuesto desaparecen los zapatos con tacón o de cualquier otro tipo que pueda parecer femenino y el maquillaje se convierte en un recuerdo del pasado.

En el barrio donde yo me crié había varios ejemplares de machorras. Ellas eran conscientes del calificativo que recibían. El sagrado sanedrín de alcahuetas las tenía bien clasificadas y avisaban a las jóvenes que se descarriaban del riesgo de acabar convertidas en una de ellas. Otras machorras que rondaban por el barrio eran las monjas que daban clase de religión en los colegios. Todas iban vestidas de paisano, sin el uniforme de sus congregaciones y tenían siempre el pelo canoso y recortado a lo chulillo de plaza. Eran machorras auténticas que se habían reconvertido en monjas imagino que para evitar la presión social. Seguro que muchos las recuerdan de sus años de educación básica. Otras machorras pasaban de todo e iban por ahí tan contentas sin preocuparse por el qué dirán.

En mis años en los Países Bajos he descubierto otro tipo de machorra. Las mujeres holandesas gustan de tener niños cuando aún son muy jóvenes y cuando llegan a los treinta y cinco se les cierran las chacras, se les tuerce el hocico y en seis meses son más machorras que ninguna. Al mismo tiempo sus maridos descubren horrorizados que la Jenny con la que se casaron se les ha transformado en un geyperman y no saben muy bien que hacer. Por eso lo primero que debe hacer cualquier hombre que quiera ir en serio con una neerlandesa es conocer a su madre. Es fundamental el saber si pertenece a la rama machorra o no puesto que si la relación dura os tendréis que acostar con una de ellas al menos veinte años de vuestra vida, o quizás más que hoy en día la gente es cada vez más longeva.

No hay que confundir a las machorras con las cabras. No es lo mismo. En Canarias (e imagino que en otros lugares) una machorra puede ser una cabra refiriéndonos al mamífero rumiante doméstico, como de un metro de altura, ligero, esbelto, con pelo corto, áspero y a menudo rojizo, cuernos huecos, grandes, esquinados, nudosos y vueltos hacia atrás, un mechón de pelos largos colgante de la mandíbula inferior y cola muy corta.. Ya sé que con esta descripción muchos piensan en mí pero no, no es lo mismo. Sin embargo tened presente que en el hembrario también se hablará de las cabras, esas que siempre tiran para el monte.

Si conoces alguna machorra salúdala como a un colega y procura tomarte unas cerveza con ella, eructa unas cuantas veces y dale a conocer los aires que guardas en el interior para que se sienta integrada. Recuerda que todos somos seres inhumanos y que aunque ella eligió un camino que la lleva por la ruta de las no follables, fue una elección libre y hay que respetarla.

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