Mantigue y la mitad este de Camiguin


El relato comenzó en Cruzando China camino de Manila

Después de haber visto la mitad oeste de la isla, me faltaba el otro lado y la chica de la recepción me había dicho que no era tan bueno. A las siete de la mañana me pegaba mi desayuno filipino con tocino, arroz frito con ajo, huevo frito y un zumo y después me ponía en la carretera cabalgando mi motocicleta. Había decidido comenzar directamente yendo a Mantigue, la cual sus propietarios denominan Island Nature Park. Aunque en principio parece cercana, veintipico kilómetros en motocicleta por una carretera en la que en cualquier momento cualquier cosa se lanza a la calzada es una aventura de más de tres cuartos de hora. Tenía que ir a un punto cercano a San Roque desde donde se contrataban los barcos que te llevan a la isla. En este caso, el barco valía diez leuros. En esa isla, los dueños creen que ordeñar es el camino y por todo, pero po todo, hay que pagar extra. Si quieres submarinear, tienes que pagar 1 leuro por el derecho a bañarte en esa zona de la isla más tres leuros por gafas y tubo y otros tres leuros por las aletas y si llevas tu propio equipo, tres leuros por el permiso a usarlo. Las mesas, las sillas, las sombrillas, los reservados, todo, todo, todo tiene un precio. La tía intentó cobrarme por lo de nadar en la reserva natural y le dije que yo iba a la playa, que es gratis y que ya he visto suficientes corales y peces en las Filipinas y los que me quedan por ver y me puedo ahorrar gastarme siete leuros para más de lo mismo. Se me olvida decir que si hubiera querido usar mi cutre-cámara submarina, eran cuatro leuros más. 

Me tocó el barco número 3 y los dos que lo llevaban estaban acarajotados. Primero uno consiguió calar el motor tres veces y cuando finalmente lo consiguió, enganchó la hélice con una boya y su cuerda y se tuvieron que tirar al agua. Al llegar a Mantigue, caló el motor dos veces más. Se quedaban allí esperándome ya que el barco que te lleva, te devuelve a tierra. Me fui a dar una vuelta a la isla, admirando las vistas de Camiguin que hay desde allí. Encontré un lugar para bañarme que estaba muy chulo y estuve una hora y pico en el agua, con un grupo de filipinos cerca. Después me metí en la pequeña jungla del lugar, pero he andando por tantos países y he visto tanta jungla que estas cosas ya no me impresionan a menos que tengan algo espectacular. Es la maldición de haberlo visto todo en estos países. Sobre las once regresé a tierra y seguí hacia el sur de la isla. Quería ver una torre para vigilar a los Moros, que es como denominan en Filipinas a los joputas-musulmanes-terroristas-de-mierda y espero que hasta el más lerdo sepa de qué  lengua obtuvieron la palabra. Fue un fracaso, no la encontré. Estaba indicada en el malita que me dieron de la isla pero no aparece en ninguno de los tres mapas que tengo en el teléfono y por más que pregunté, nadie sabía nada de ella. En la ruta de regreso me acerqué a un santuario de conchas gigantes, pero resultaron las mismas que vi en Coron, así que me lo salté. 

Después fui a hacer unas fotos al Lago Taguimes, que es de agua salada porque en un punto está conectado al mar. Paré en el puerto de Benoni para pedir información sobre los horarios de los ferris en dirección a la isla de Mindanao y después fui hacia Mambajao, la capital de la isla. Adaemás de parar a comprarme un helado y pan fresco, buscaba la iglesia de San Nicolás de Tolentino, más que nada porque en Gran Canaria hay pueblo con el mismo nombre y seguro que algunos de los que leen esto han estado en las fiestas del Charco, un evento bárbaro y ancestral que celebramos en Gran Canaria y que demuestra lo cercanos que estamos de los monos en temas evolutivos, siendo una de as pocas diferencias que nosotros sabemos cultivar plataneras para conseguir los plátanos. Decir que dentro de la iglesia había un montón de santos y que ahora ya sé de donde copia Rappel los modelos de las ropas horrendas que se pone.

Ya he comentado mil veces que soy un desastare en lo relativo a la orientación y si lo que tengo es un papel, la debacle es cierta y segura. Quería ir a las cataratas de Katibawasan pero me equivoqué de carretera y empecé a ascender que no veas. Cuando por fin encontré  una keli y les pregunté, me dijeron que tenía que volver a la Costa. En el camino vi una especie de motel en la montaña, entré a tomarme un refresco de cola, que valen lo mismo que el agua y de gratis tienes la energía del azúcar y la chica me encaminó más o menos. Encontré por fin la subida correcta y en esta ocasión decidí calcular los kilómetros hasta el punto de destino en base a lo que decían los carteles. Las cataratas aparecieron cien metros antes del punto en el que me iba a poner nervioso. Pagué los cuarenta céntimos de leuro de la entrada y fui a verla y hacerle fotos. Es la más grande de la isla, con una caída de unos setenta metros.  Preciosa, aunque como estamos en la temporada seca, con poca agua. Te podías bañar pero el agua estaba helada así que pasé. 

Desde allí regresé al vial costero y fui hasta el punto en el que se asciende para ir al Manantial ardiente de Hibok-Hibok, otro complejo de piscinas, en este caso con agua que está en contacto con alguna Caldera del volcán Hibok-Hibok y te bañas en aguas sulfuradas y entre treinta y treinta y ocho grados. Encontré el sitio a la primera, pagué los cuarenta céntimos de leuro y me metí en una de las piscinas, con el agua más fría y desde allí fui cambiando de piscina hasta llegar a la del agua más caliente. Estuve más de hora y media. Dicen que los sulfuros son buenos para un montón de cosas, aunque a mí me molaba más que el agua estuviese calentita. 

Cuando acabé, regresé a la pensión y vine llegando allí cerca de las cinco de la tarde. Al ir a cenar, opté por llevarme la motocicleta porque ya era tarde y se había hecho de noche y vi cómo un jeep tumbó a una moto y se montó un pitote del copón en el lugar. Después de cenar, regresé con precaución extrema y di por concluido el día. 

El relato continúa en Sol y playa en Camiguin

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Una respuesta a “Mantigue y la mitad este de Camiguin”

  1. No se porqué te he imaginado en mi febril fantasía como Steve Macqueen en la moto, saltando la alambrada al final de la peli «El gran escape» jajaja 🙂
    Salud