Más y más playa


El relato comenzó en El salto a Hanoi

Mi último día en Nha Trang comenzó con el tradicional desayuno en el Cafe des Amis, lugar en el que la gente ya hasta me saludaba. En ese café, en lugar de tomarte el pedido te dan un papelito y un boli y tu escribes lo que quieres. El sistema parece que funciona muy bien. Al salir de allí, a las siete y cuarto de la mañana, seguí hacia la playa, ya llena de gente a esa hora y en donde ya me esperaba hasta Jesucristo SuperSueco con su María MagdaRubia de tetas grandes. Mientras nosotros practicábamos el culto del girasol y rotábamos siguiendo el astro, a nuestro alrededor había una multitud de locales que aprovechaban que era sábado para practicar el deporte nacional y bañarse con ropa. Cuentan que un catedrático de estómago agradecido ha hecho los estudios que demuestran las obvias ventajas del baño con ropa en el mar así como lo mucho que mejoran los tejidos. Ese mismo catedrático es el que hace en la Alianza de las inCivilizaciones del expresidente ZaPatazos los estudios de los enormes beneficios económicos que traen las olimpiadas, sobre todo a países al borde de la indigencia y así justifica que Madrid ha de tener una ya que no solo no costará el dinero que no hay sino que hará que lluevan leuros sobre la capital del Reino del Asesino de elefantes con puta adjunta. No sé como lo hago pero siempre acabo desviándome del tema.

Regresando a la playa, te daban ganas de volver al hotel, ponerme unos pantalones largos, una camisa y la chaqueta que llevaba para el aire acondicionado polar de los aviones y venirme a bañarme con ropa y con la basca para sentirme integrado. Un grupo de rusos se bañaba y lo combinaba bebiendo vodka directamente de botella y que dicen que es lo mejor para evitar la deshidratación. Una señora francesa ya caducada desde al menos quince años atrás nos aterrorizó a todos cuando se quitó el bikini y aquellos colgajos se quedaron por debajo del ombligo. Alguien le dijo que no estaba permitido asustar a los ciudadanos y que se debía agarrar aquellas cosas e izarlas hasta una altura más decente.

A las once el sol incrementó la potencia hasta niveles casi intolerables y la gente comenzó el éxodo así que me uní a la marea y regresé al hotel, comprándome un helado por el camino. Decidí pasar por la oficina de Correos en la que la Chinita mandó su paquete y cuando llegué, allí no estaba la chama y los otros según me reconocieron se olvidaron completamente del inglés. Opté por regresar más tarde aunque me olía a podrido.

A las dos volví a tomar mi lugar en la playa y me dediqué a observar a dos chulo playa que acosaban a la francesa de tetas extremadamente relajadas. Sumando la edad de los dos no llegaban a igualar la de la mujer pero eso no les importaba. Ellos se revolcaban en el agua y siempre acababan junto a la mujer, rozándola y revolviéndose con ella, que reía como hembra poseída por un diablo anteriormente dedicado a la política. Yo me puse las gafas de sol para evitar que aquel espectáculo me quemara las retinas. Lo intentaron con una joven pero cuando le arreó un moquetazo a uno de ellos, regresaron con la de las boyas.

A las cinco y media, cuando el sol estaba a punto de irse, me despedí del Mar del Este y regresé al hotel para ducharme, vestirme e ir a cenar pero me desvié y volví a pasar por la oficina de Correos en la que los empleados me hicieron de nuevo un infanta Borbón, que ya sabéis que es cuando uno se hace el tonto como si tuviera la sangre emponzoñada de tanto mezclarla entre primos. Mas tarde informé a la Chinita de que puede dar por perdida su ropa falsa.

Volví al restaurante de Nha Hang Yen’s, el mismo del día anterior y en el que me di un nuevo homenaje. Al acabar la cena busqué un cajero automático y fracasé en los dos primeros intentos de sacar dinero y por miedo a que se trague mi tarjeta, tuve que buscar otro. El problema es siempre el mismo, la maquina te pregunta si quieres sacar dinero de la cuenta actual, la corriente, la de ahorro o la otra. Probé con las dos primeras y fallé, aunque en un cajero de otro banco no tuvo reparos en aceptar la corriente. Después, me compré algunos dulces y zumos para desayunar ya que al día siguiente salía muy temprano camino de Ho Chi Minh City o Saigón, que es como preferimos llamarla algunos.

Y así, con mucho sol, acabaron mis cuatro días en Nha Trang ??

El relato continúa en Llegando a Saigón

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3 respuestas a “Más y más playa”

  1. Lo de la francesa fue terrible, menos mal que te libraste sin daño cerebral, te podría haber dado un yuyu y afectado el cerebro…jajaja
    Con lo fácil que le hubiera resultado echarlas para atrás por encima del hombro…jajaja
    Salud

  2. Eso de apuntar uno mismo, lo que se desea comer, es una muy buena idea. Estoy tratando de imaginar qué pasaría si todos (personas, países, empresas, etc.) copiáramos las buenas ideas de los otros ?todos?? (personas, países, empresas, etc.). ¿Con qué mundo nos encontraríamos?…
    Por lo que veo: en la playa estabas entretenido, con todo lo que te rodeaba.
    ¿Qué dijo la Chinita, cuando le diste la noticia de su ropa?…

  3. Pues nada, asumió lo que supongo que ya sabía, que si cinco meses después de mandarlo no lo había recibido, está claro que no llegará nunca.