Mentiras y gordas


Si hay algo de lo que no se me puede acusar a mí es de estar dañando a la industria cinematográfica o de discriminar películas solo por ser españolas. Voy alrededor de ciento cincuenta veces al cine cada año y veo toda película española que pillo en cartelera. Si puedo evito las de temática relacionada con la Guerra Civil porque ya cansa un poco pero a las otras no le hago ascos a casi nada. Por desgracia no llegan demasiado a los Países Bajos y dependo de mis pasos por la península ibérica o por las Canarias para disfrutar con el cine patrio. En mayo tenemos un festival de cine latinoamericano en Utrecht pero no suelen haber películas españolas (y la verdad, tampoco se echan en falta dado el gran nivel del cine que seleccionan del otro lado del charco). El cine díscolo y de contenido social sigue siendo mi favorito porque si hay algo que los españoles saben hacer bien es este tipo de género. La película de la que quiero hablar hoy es Mentiras y gordas, un drama que nos descubre un submundo muy diferente de como nos lo imaginamos.

Un grupo de julays follan y se drogan a ritmo de pachín mientras sus vidas se van a tomar por culo

Un puñado de jóvenes ve como el tren de la vida que han elegido descarrila sin remedio y sus perfectas fachadas llenas de glamour solo sirven para ocultar unas vidas miserables y un futuro tan negro como el azabache. Entre drogas, alcohol, sexo y mentiras los vínculos que los unen no serán lo suficientemente fuertes para mantener al grupo unido y aunque en la oscuridad parecen uña y carne, a la luz del día la realidad los deslumbra y les recuerda las miserias de las que están tratando de huir sin éxito.

No sé por qué siempre hemos visto retratado la vida de los jóvenes que se van de marcha durante días, que se pasan a pastillas y a drogas de todo tipo y que no parecen ser conscientes de la realidad del mundo que los rodea como algo idílico y fascinantemente hermoso. En esta película vemos lo contrario. Su mundo es una puta mierda, las drogas no llevan a nada y destruyen las vidas de todos aquellos que pican el cebo y su ligereza y falta de responsabilidad solo oculta las miserias y los fracasos de sus vidas. Unos y otros se clavarán puñales, se mentirán y no dudarán en traicionar cuando les compense al ritmo de música disco, de pastillas que te llevan a otros mundos y de rayas de cocaína que no curan las heridas en los corazones rotos y solo las hacen más profundas.

El amor sobrevuela sobre toda esta manada de perdedores que no saben como querer sin dañar o recibir palos y en su loca carrera hacia adelante no se detendrán hasta que alguna de las vidas se rompa. Resulta fascinante ver como la espiral que al comienzo parece tan hermosa se va volviendo terrible y oscura, llena de socavones de los que no resulta fácil salir y las probabilidades de tragedia van aumentando conforme pasa el tiempo. Al final, en el gran grupo de amigos para siempre, todos parecen estar solos y sin siquiera la posibilidad de buscar un hombro amigo en el que llorar.

Yo siempre me he mantenido al margen del circuito de la droga. No puedo dar una razón clara que lo explique aunque imagino que teniendo una gran imaginación y un mundo interior extenso y fantástico, no veo la razón para tomarme algo que me haga alucinar en colores cuando solo necesito cerrar los ojos y concentrarme un poco para entrar en mi mundo distorsionado. Eso y que por suerte tuve buenos referentes en mi infancia y adolescencia. Pude ver la caída de dos o tres compañeros en el submundo de la drogadicción y la destrucción de sus vidas y de esa experiencia aprendí que la única forma de ganar es no entrar en ese mundo. Curiosamente, vivo en un país en el que las drogas blandas están legalizadas y sin embargo en mis ocho años y pico de estancia en el mismo jamás he pisado un koffieshop para comprar droga.

Volviendo a la historia, el guión nos lleva por esta senda de autodestrucción de una manera muy efectiva, compartiendo las juergas de los protagonistas y descubriendo poco a poco sus miserias, las formas en las que se van engañando unos a otros y a sí mismos y despojándolos de ese aura de estilo y glamour que tienen. La banda sonora es fantástica y los actores son más o menos conocidos de las diferentes series de televisión que hay ahora mismo en pantalla. Me gustaron mucho Ana María Polvorosa y Alejo Sauras, aunque la verdad, todos están fantásticos. Una gran obra coral, bien llevada, con un tema muy fuerte detrás y en la que hay muy pocas concesiones. Sorprenderá a los que esperan otra estúpida comedia española y posiblemente los haga salir espantados del cine. Para aquellos que gustan de una buena película, esta no os decepcionará. Absolutamente recomendada para todos los que hayan superado la Edad del pavo y quieran ver una visión directa y cruda del mundo de las drogas y su relación con la juventud.

08/10


Una respuesta a “Mentiras y gordas”

  1. Pues a mi me alegra que te gustara, en general, aun reconociendo que de vez en cuando se hacen porquerias, como en todas partes, seré la excepción de la regla, pero me gusta el cine español, que siendo decente, mejor que mejor.
    Salud