Con la manía de recordar viejas películas que ya hemos visto y de volverlas a hacer para atraer a la gente joven al cine, parece que nos quieren recordar que nos estamos haciendo mayores. El problema es que muchas de estas películas las tenemos idealizadas en nuestras cabezas y cuando volvemos a los cines las nuevas versiones no están a la altura de nuestras expectativas. Eso es lo que me ha pasado con Teenage Mutant Ninja Turtles, película que llegará a España a final de septiembre con el título de Ninja Turtles (Las Tortugas Ninja).

Un grupo de julays inhumanos en la edad del pavo se dedican a repartir palos para desahogarse por la frustración de no encontrar potorro que chingar

Con mucho bla, bla y bla, de alguna manera alguien creó unas tortugas inteligentes que junto a una rata aún más inteligentes están escondidas en las cloacas de Nueva York y aprenden las artes marciales y pretenden defender la ciudad. Cuando aparece el malo de turno, las tortugas adolescentes y ninjas se enfrentarán al mismo y serán descubiertas por una pava que se las da de lista pero que no llega al corte de los espabilados. Ayudados por ella y por el chamo que le quiere poner la pierna encima para que no levante cabeza, salvarán la ciudad, vencerán al mal y todo eso que siempre sucede en estas películas.

Tampoco es que tuviésemos que esperar mucho de algo así. Le han dado el aspecto oscuro y misterioso de las últimas películas de Batman, les han metido efectos especiales a destajo, pero en el fondo tenemos la misma película estúpida que se hacía en los noventa. No hay para mucho más. El director es un mero comparsa que se limita a encajar las escenas con efectos especiales y los diálogos salerosos que deberían arrancar carcajadas entre los orcos y los pocos actores humanos no han sido elegidos por sus dotes para la actuación sino porque la ponen morcillona a los adolescentes, como Megan Fox que logra nuevamente hacer una película en la que en cada plano nos demuestra que no puede ni quiere actuar pero que pone como nadie la cara de quiero comer polla pero que ya. La tía esta solo tiene un careto, el de dame, dame, dame, ese rabo y lo pone en todas las escenas, aunque no venga a cuento. En este tipo de cine siempre buscan a viejos estrellones que necesitan una paga para llegar a fin de mes y así darle algo de renombre a la película y en este caso tenemos a Whoopi Goldberg, a la que han sacado de la cripta en la que debía estar desde hace eones y la ponen haciendo de periodista peluda con cara de rata. Pese a todo esto, la película tiene sus momentos divertidos y a mi alrededor el chiquillerio parecía estar pasándoselo bien, con lo que seguramente el problema es mío.

Definitivamente, esto es cine obligatorio para los miembros del Clan de los Orcos. Tiene un exceso de efectos especiales, no tiene tema, no hay palabras complejas y en lugar de hablar, reparten hostias a porrillo. Perfecta para ellos. Para los demás, una que mejor dejamos pasar y como mucho la ves de refilón cuando la den por la tele. No es cine para nosotros.