Una de las cosas que me fascinaba de la Isleta, el barrio en el que me crié, es el festival de colores que había en las calles. Hasta que a la gente le dio por azulejear las fachadas con lo más horrendo del mundo, la Isleta era un lugar muy similar a Burano, solo que cada uno elegía el color que le salía de los mondongos. En las antípodas de tanto color alegre está Lanzarote, en donde cierto artista impuso el embargo del color y todas las casas son aburridamente iguales. Trabajé en esa isla durante tres meses y la falta de color me estaba volviendo loco. Regresando a Burano, la pequeña casa azul que estaba en una de las calles de este pueblo es preciosa.
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Las coloridas calles de Burano
Olvídate del encaje de hilo. Si hay algo que hace a Burano absolutamente única y de visita obligatoria es el sistema de pintar las fachadas de las casas, el cual convierte sus calles junto a los canales en un festival de colores. Sorprende porque viniendo de la sobria Venecia, al llegar aquí no tenemos grandes palacios pero tampoco les hace falta, ya que el colorido le da el encanto perfecto a este pequeño pueblo. Los habitantes no tienen libertad a la hora de escoger el color, cuando quieren pintar han de presentar una solicitud al gobierno municipal y este les informará de los colores permitidos para esa casa. Así garantizan la variedad y la alegría del barrio.
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La semana pasada en Distorsiones
Si alguien se cree que yo tengo una vida tranquila y pacífica y me psao el día rascándome los mondongos, que sepa que está equivocado. Lo mío es más bien Una agenda de locos y si miramos hacia atrás y no hacia adelante, tuve un Fin de semana con cine y mucho más. En una semana en la que tuve algo de tiempo para escribir, comenté un poco del Presente y futuro. Siguiendo con el repaso de algunos rincones de Amsterdam que he hecho este verano, estuvimos en la Plaza del Dam en Amsterdam, con un pequeño vídeo y una imagen panorámica.
Saltamos a las islas cercanas de Venecia y comenzamos la semana frente al Palazzo del Consiglio y frente al mismo vimos el Trono di Attila y seguimos camino, Llegando a Burano, en donde vimos la Chiesa di San Martino y estuvimos Dentro de la Chiesa di San Martino
Regresamos al mundillo de las bicicletas bakfiets y tuvimos una Urban Arrow Family que seguramente veremos de nuevo esta semana. También he aprovechado y he puesto al día el Álbum de fotos de bicicletas.
En el Club de las 500 comenzamos la semana con un Risotto de manzana y nueces con gorgonzola en el club de las 500, después nos pasamos por el Keukehof para ver unos Encuentros florales en el club de las 500 y seguimos en Holanda, concretamente en Kinderdijk para ver una Puesta de sol entre molinos de viento en el club de las 500 y acabamos en Barcelona viendo la Torre Agbar en el club de las 500.
Fui al Cine seis veces y comenté cuatro. Comenzamos con Prisioneros – Prisoners, un excelente drama lleno de tensión, seguimos con la aburrida Lovelace, aunque por suerte Woody Allen vino al rescate con Blue Jasmine y acabamos con la fantástica Rush. Acabo el tercer trimestre con ciento cuarenta y ocho películas vistas, me faltan dos para alcanzar el objetivo habitual de ciento cincuenta por año pero por otra parte, he perdido un poco el ritmo y no sé si llegaré a las doscientas antes de fin de año ya que el otoño es siempre muy activo y suelo ir menos al cine.
Comida en fotos ha cumplido dos añitos. Por lo demás, el resumen de la comida de la semana:
Y así transcurrió la semana …
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Rush
Está claro que los productores han tirado la toballa y ahora mismo, cuando hablamos de drama, si no está basado en una historia real es como si no tuviera el pedigrí suficiente y ni se molestan en rodar la película. El cine se ha convertido en los nuevos libros de historia y aprendemos las cosas tal cual las manipulan y tergiversan los productores, guionistas y directores y sabéis qué es lo mejor, que no pasa nada, que igual que cualquier politicastro con mamandurria puede cambiar la historia e inventársela, otros ya hacen lo mismo y todos lo aceptamos. Esta bobería de reflexión viene a cuento de la película Rush, la cual se estrenó en España la semana pasada.
Dos julays que se tienen una tirria que no veas juegan a los cochitos de choque todo el puto día
En los setenta, la Fórmula 1 era muy diferente a hoy en día. En lugar de equipos fastuosos e inmaculados compitiendo sin prácticamente ensuciarse las manos, aquello era un deporte de alto riesgo en el que cada temporada tenían unos cuantos muertos. En esa época, la máxima rivalidad llegó de la mano de Niki Lauda y James Hunt, dos hombres que se crecían cuando se enfrentaban uno al otro. En esta película vemos como ambos sin rivales y sin embargo, hay algo que sin ser cariño, es seguramente roce y pese a que los dos lo niegan, siempre buscan al otro porque saben que la grandeza estaba en la competición y todo vale para ganar.
La Fórmula 1 es un deporte fascinante y sin embargo, en los últimos años dejé de sentarme a ver las carreras porque la han convertido en algo tan manido y preciso que ya no hay la gracia de un hombre, una máquina y veintipico enemigos. Ahora mayormente aburre y pese a que los vehículos son más seguros, más rápidos y más eficaces que nunca, le falta la chispa. En la película, regresamos a una época en la que aún la tenía y tenemos dos hombres totalmente distintos. Por un lado, Niki Lauda, frío, calculador y preciso, además de con una mala leche legendaria. Por el otro tenemos a James Hunt, un tipo temperamental, putero y pendenciero al que todo el mundo adora y que compite mientras se divierte. Ambos se enfrentarán en una épica temporada en la que cada uno sacará lo mejor del otro a la superficie. En esa batalla, Niki Lauda sufre un accidente que casi le cuesta la vida y por pura rabia y empeño regresa a la competición para enfrentarse a Hunt. La película es un ejercicio fascinante del odio y la admiración y tanto Daniel Brühl como Chris Hemsworth están fabulosos. Ron Howard consigue crear un montón de tensión y mantenerla y en las carreras lo pasamos muy mal. La cámara parece estar bajo el agua ya que hace movimientos imposibles mientras nos enseña una historia épica con una ambientación fabulosa. Director, guión y actores hacen un gran trabajo y el resultado es una película excelente.
Si eres un miembro del Clan de los Orcos es más que probable que tengas un coche tuneado o sueñes con uno así que esta película no te la puedes perder y tendrás que acudir al cine con los otros miembros e incluso las hembras. Los sub-intelectuales de GafaPasta también tendrán que acudir y se sorprenderán al descubrir que aquello que gusta a los básicos también les gusta a ellos. Una película fantástica.