Cada día mientras estoy en la Garita camino unos cuantos kilómetros en la playa. Lo hago por la mañana, comenzando después de las diez, a veces a las y media y mi paseo suele durar entre sesenta y noventa minutos. Ahora que ha comenzado la Semana Santa, ese periodo vacacional que no tenemos en Holanda pero que sí se estila en España, la playa está más poblada. En navidades o incluso la semana pasada el jueves y el viernes en la playa éramos los cuatro gatos de costumbre, el místico que hace yoga, la pareja de ancianos, los tres jóvenes llenos de tatuajes y piercings y las dos bolleras que se dan el pico a destajo para calentar a los jóvenes. El sábado cambió la fauna y aparecieron los pallos y los gitanos. Los primeros son visitantes ocasionales de la playa, esos que suelen venir solos o en pareja, con poco equipaje y que solo buscan pasar un rato al sol. Los segundos vienen en manada, montan una jaima de al menos cuatro sombrillas en donde depositan doscientos kilos de carga, pisan y molestan a todo el que se pone a menos de cincuenta metros de ellos y cuando se van, su estupidez les impide recoger la mierda que han producido y la dejan en la playa. Hasta el año pasado el ayuntamiento tenía cuadrillas que la limpiaban todos los días y no se notaba el efecto de los Orcos pero ahora no hay dinero para algo tan trivial como limpiar una playa ya que la alcaldesa corrupta de Telde prefiere usarlo en su coche oficial con conductor, en los de sus amigotes y en sus chanchullos. Así, el domingo la playa amaneció llena de pequeños cristales que descansan en la arena esperando a cortar la pierna de un niño o de un adulto ya que las botellas se rompieron en las rocas y los cristales se regaron por toda la playa. Los Orcos dan por sentado que alguien inferior a ellos debe limpiar la playa ya que no es su trabajo, ellos solo vienen para joder, molestar y ensuciar. La falta de educación cívica en España es espeluznante. Si los padres son las bestias miserables que dejan su mierda detrás, los hijos que crían y beben de esas costumbres harán lo mismo. Al final no podrán ni ir a la playa, ese lugar aún gratuito en el que pueden pasar un buen rato. Después lo lamentarán y culparán al gobierno y a la Unión Europea de todos sus males pero la semilla de todo la plantaron ellos, con su falta de educación.
Entre el domingo y hoy martes debo haber recogido unos cuarenta pequeños trozos de cristal que estaban en la arena y que veía mientras caminaba. Cuarenta armas que podían causar un daño significativo a los niños que inconscientes, juegan felices allí levantando sus castillos. Igual debería haberlos dejado para que si hay un Dios, me demuestre su existencia y haga que esos cristales corten una y otra vez solo a los hijos de los Orcos pero no pude, por muy malo que sea mi maldad no llega a tanto ?? aún.