Si hay algo de lo que puede presumir Europa es de catedrales. En todas las grandes ciudades europeas e incluso en las no tan grandes, hay unos templos enormes construidos con el sudor y el sacrificio de una gente que en muchos casos no tuvo opción y fue forzada a trabajar en las mismas. Los interiores de esos templos son tan o más espectaculares y hoy tenemos un buen ejemplo con lo que se encuentran los visitantes cuando acceden al Interior de la catedral de Bruselas. La foto la vimos por primera vez en Distorsiones en febrero del año 2006 y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Pasta fresca
La cosa cuando te pones a cocinar es que pronto descubres que puedes preparar comidas completas fácilmente y que aquello que te parece misterioso y complicado es en realidad algo muy sencillo. Así, cada vez compro menos de aquello que me gusta y lo que hago es prepararlo en casa y si eso, congelar. Con la pasta, una vez me compré una máquina para hacerla, descubrí que la preparación toma unos pocos minutos y no hay comparación con la diferencia de sabor entre la pasta fresca y la seca que todos compramos en el supermercado. Ahora, casi siempre la uso y salvo por la lasaña, es raro que compre pasta seca. La razón para no hacer las hojas de lasaña es que me suele sobrar un montón y la congelo y he leído que la pasta fresca no congela tan bien y prefiero no arriesgarme.
Bueno, volviendo al tema, para esta receta es conveniente el tener una máquina para hacer pasta, sobre todo porque te tomará un montón de tiempo y esfuerzo darle al rodillo para conseguir el grosor adecuado y la máquina lo hace en unos instantes. Estas máquinas ya se consiguen por todos lados y no suelen ser muy caras. La que yo tengo, además de las láminas de pasta permite hacer tallarines (tagliatelle) y espagueti (spaghetti). La receta es la más básica que puedes encontrar por todos lados en internet y que yo saqué del libro Jamie’s Italy de Jamie Oliver. La cantidad es para una persona pero ya veréis que incrementar para ajustarlo es algo banal. Sin enrollarme más, nos ponemos manos a la obra.
Los ingredientes: 100 gramos de harina de fuerza (definitivamente, no la de repostería) y 1 huevo.
La implementación: Se pone la harina en un bol, se hace un hueco en el centro, se pone el huevo dentro y después con un tenedor lo comenzáis a mezclar y cuando ya no quede líquido y tengáis que trabajar la masa, os ponéis manos a la obra y amasáis hasta que obtengáis una bola elástica. Si tenéis un robot de cocina, se ponen los ingredientes en su interior, le ponéis el accesorio para amasar y le dais candela y a esperar unos pocos minutos.
Cuando tengáis la bola elástica hay que dejarla reposar media hora en la nevera, a ser posible con el bol cubierto por papel film. Después se saca y trabajáis la masa en la máquina de pasta o a mano con un rodillo y la cortáis de la forma que queráis. Con la máquina, yo divido la masa en bolas de unos cincuenta gramos y las voy haciendo de una en una. Pongo la máquina en el número más alto y paso la masa dos veces por ella. A partir de aquí, voy reduciendo el número (y se va estrechando) y paso la masa dos veces por cada posición hasta llegar a la penúltima de mi máquina, que es la que da el grosor que tiene la pasta de la foto. De vez en cuando enharino la masa para que no se pegue a la máquina y para que no se pegue entre ella. Cuando ya está, la dejo secándose unos minutos antes de cocinarla.
Ojo, la pasta fresca se cocina en un par de minutos cuando la ponéis en el caldero con el agua hirviendo. Es absolutamente increíble la diferencia de sabor entre la pasta fresca y la otra, lo notaréis en seguida.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa
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Iglesia de Santa María de la Alhambra
Si hay algo que hice durante mi visita a Granada fue panoramas. Ahora que lo pienso, abusé un montón de esas composiciones de múltiples fotos para capturar algo y eso pese a que el objetivo que portaba mi cámara era el 11-16mm f/2.8 que técnicamente es un Gran Angular y debería ir sobrado. Me gusta acercarme a los edificios y que la cámara los distorsione y los panoramas realzan ese aspecto. Las fotos de la Iglesia de Santa María de la Alhambra no fueron gran cosas porque reconozcámoslo, la iglesia es sosa y nada bonita pero si lo combinas con un cielo interesante y con el dramatismo que le da el panorama y el edificio hasta tiene su encanto, el cual se romperá cuando paséis por allí y lo veáis con vuestros propios ojos.
Esta iglesia se acabó de construir a principios del siglo XVII en el solar en el que previamente se levantaba una mezquita. No pude visitar el interior porque las iglesias ya no son edificios abiertos al público y el Dios que nunca existió y que supuestamente se alojaba en las mismas parece que definitivamente las ha abandonado junto con el favor que tenía por los que le rezaban. La calle que se ve en la parte izquierda de la foto es la Real y el edificio que se ve más abajo es el Palacio de Carlos V, el cual veremos en varias imágenes en los próximos días.
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GRACIAS
G R A C I A SCorría el año 2004 cuando se produjo nuestro primer encuentro. Yo hasta ese momento tenía un reproductor de MP3 de la marca Samsung, un Yepp que solo me daba dolores de cabeza, una cosa que hacía lo que le daba la gana, me odiaba como usuario y convertía el añadir música al dispositivo en un calvario. Apple acababa de anunciar un nuevo producto llamado el iPod mini y a mí me venía como anillo al dedo. Recuerdo los avisos de la gente porque tendría que usar iTunes, esa bestia negra legendaria que al parecer fagocita universos. Aprovechando una visita a los Estados Unidos, compré mi apple mini y pronto me di cuenta que algo tan pequeño había cambiado mi vida. Ahora yo estaba al mando, el aparato me servía a mí y no al contrario. Pronto comencé a escuchar audiolibros, a añadir y quitar música y el iPod mini lo hacía de manera incansable. iTunes, esa aplicación tan denostada, se convirtió en el hogar de toda mi música, la ordenó, clasificó, archivó y todo eso prácticamente sin que yo tuviera que hacer nada.
La única forma de explicarlo es viniéndote a vivir al norte de Europa, tener un periodo de tres semanas seguidas sin sol y casi a obscuras y de repente aterrizar en un lugar con el cielo azul, un día maravilloso y una temperatura increíble. Recuperé la fe en la tecnología, esa que llevaba estancada tanto tiempo. Al año siguiente me compré un iBook G4, un portátil pequeño que podía llevar conmigo a todos lados y que hacía todo aquello que yo quería y más. De nuevo descubrí que mi portátil estaba para servirme a mí, para hacer las tareas que se le asignaban y no para que yo viva pendiente del mismo, reparando errores y protegiéndolo de todas las amenazas del universo conocido y del desconocido. Aún sigue en activo, casi seis años más tarde y aún es capaz de completar los trabajos perfectamente. En todo ese tiempo nunca ha sufrido la humillación de tener un antivirus o cualquier otro software similar y no le ha hecho falta.
Con mi percepción de la tecnología totalmente patas arriba gracias a la visión de un hombre y la compañía que dirigía, en el año 2008 completé la transición comprando un mac mini y un iPhone 3G. En mayo de ese año abandonó mi casa el último dispositivo funcionando con ubuntu (güindous lo había quitado un año antes cansado de tanta mierda y tantos problemas). Pese a lo que los agoreros me decían, ni el mundo se acabó ni mi vida llegó a un punto final. En realidad sucedió lo contrario, de repente tenía muchísimo tiempo para hacer otras cosas y toda mi vida digital giraba en torno a iTunes, el lugar en el que mi música, mis fotos y mis aplicaciones se hospedan. Como apple solo fabrica buenos productos, han pasado tres años y sigo usando mi teléfono y será en la próxima iteración cuando lo actualice. Esta es la primera vez en mi vida en la que he tenido el mismo móvil durante un periodo 37 meses y aún lo uso continuamente y es capaz de hacer todas sus tareas sin problemas. En ese tiempo he cambiado dos veces de número …
El año pasado, apple reinventó de nuevo la informática personal y adquirí dos iPad, uno para mí y el otro, más importante, para mi madre, su primera incursión en el universo de la informática y un paso de gigante similar al que dio el primer astronauta que puso un pie en la luna. Una persona sin ningún conocimiento previo de informática recibió un ordenador y tras media hora de explicaciones era capaz de mirar páginas web, hacer llamadas con Skype, jugar a juegos, escuchar las radios españolas, leer la prensa, ver fotos en flickr y mandar y recibir correos, todo ello de forma Mágica. Mis padres y un montón de gente más igual que ellos seguro que hoy sienten el mismo agradecimiento que siento yo hacia el hombre que ha hecho eso posible, el hombre que desplazó el centro sobre el que gira la informática desde el equipo hacia la persona, dándonos el poder para hacer las cosas sin tener que pasar por un costoso y largo aprendizaje. Que digan lo que quieran los comemierdas y agoreros pero ya nada es igual.
A principios de este año añadí a la Armada de apple que hay en mi casa un apple tv que uso a diario, en combinación con mi mac mini, mi iPad o mi iPhone, porque todos beben de la misma fuente, iTunes y todos se conocen y hablan entre ellos sin que yo tenga que hacer nada.
En estos siete años he visto como a mi alrededor, todos mis amigos y conocidos, muchos de ellos en el club de los que me advirtieron o me criticaron, han acabado con equipos de la marca apple, los más con el iPhone, otros con el iPad y algunos con ordenadores mac. Apple nos ha convertido a todos en usuarios con la tecnología a nuestro servicio y no nosotros trabajando para ella.
Sí, soy un fanboy de apple, si por fanboy entendemos una persona que valora muy mucho su tiempo y que quiere que la tecnología FUNCIONE. Me la trae muy al fresco lo que suceda detrás del cristal, solo quiero que las cosas hagan aquello para lo que las usamos. No necesito mil y una opciones de configuración ni quiero tener que hacer un curso para saber como usar al cien por cien las aplicaciones que utilizo habitualmente. Ese poder me lo ha dado apple, no ninguna de las compañías fotocopistas que tratan de seguirles el paso, copiando y no innovando.
Hoy nos desayunábamos con una noticia triste, la de un hombre que ha cambiado el mundo, varias veces, ha dejado una huella que permanecerá durante muchísimo tiempo y que por cuestiones de salud ha de dejarlo. Es una lástima porque hacen falta cientos de visionarios como él para hacer realidad ese futuro que todos soñamos y que parece que nos han negado.
En cualquier caso, mi eterno agradecimiento a Steve Jobs por lo que ha hecho por mi y por muchos más como yo.