A mí que no me cuenten milongas, la capital de Europa no debería ser la mierda de Bruselas, esa cagada de ciudad por la que nadie llorará cuando haya desaparecido. No hay lugar con más señorío y grandeza que Berlín y esa sería una digna sede para la representación Europea, solo que como hay que usar mucha vaselina y aguantar mamarrachadas, acabamos con nuestra capital en una ciudad de tercera. Uno de los lugares más espléndidos de Berlín es el Palacio de Charlottenburg que vimos por primera vez en esta bitácora en diciembre del año 2006 y al que hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Solo
Ayer bajé a la playa de la Garita y estaba solo. Ni un alma en la playa, toda para mí. Aquí la gente considera que estamos en invierno y aunque haga buen día, no van a la playa. Es algo que no deja de sorprenderme, esa capacidad que tenemos para seguir unas pautas preestablecidas y no tener flexibilidad alguna para actuar desde fuera de la caja. Estoy seguro que hay un montón de gente que anda en la actualidad comenzando dietas para tener un cuerpo perfecto durante la semana Santa. A esos mismos ni se les pasa por la cabeza que viven en un lugar con temperaturas agradables y no tienen por qué limitar las visitas a la playa al verano.
Esa misma gente se mueven al ritmo de lo que «hay que hacer» y están más pendientes del qué dirán que de lo que realmente quieren. Mientras caminaba por la playa, en MI playa ya que ayer nadie más la reclamó, me miraban desde la avenida con caras de desaprobación, casi que de disgusto porque estaba haciendo algo que atenta contra el resto de la manada. Lo que ellos ignoran es que cada pequeño giro de tuerca que nos ha empujado un poco más hacia donde estamos hoy ha venido de la mano de gente que se rebela, que no acepta los convencionalismos y prefiere seguir su propio rumbo.
Mañana volveré a esa misma playa y volveré a estar solo, separado de la manada por hacer aquello que no debo. Go figure!
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Escaleras hacia la Libertad en el club de las 500
Mi fascinación por la ciudad de Nueva York no tiene límites. Y la espina que aún tengo clavada y que espero sacarme algún día es la de subir por esta escalera y llegar hasta la corona de la Estatua de la Libertad. Por culpa de los hijosdeputa terroristas musulmanes cerraron esta parte de la estatua de la Libertad y hasta no hace mucho era imposible el acceso. Ahora está muy controlado y hay que tener cita previa, algo que haré la próxima vez que vaya a esa ciudad. Espero que no haya nadie por aquí que haya dejado pasar la oportunidad de visitar Nueva York, es un lugar que no hay que perderse. La foto la vimos por primera vez en enero del año 2007 en la anotación Escaleras hacia la Libertad y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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El felpudo del asiento
Este es uno de los grandes misterios que después de una década aún no he logrado resolver. Hay gente que se compra un trozo de falso césped como el de la foto y lo usa para hacer un asiento para los pasajeros en sus bicicletas. Es algo que veo con cierta frecuencia y siempre pienso que debe ser incómodo ir sentado ahí y particularmente cuando llueve y ese plástico retiene el agua, tiene que ser jodidamente asqueroso.
Debo ser el único con este pensamiento ya que es raro el día que no me cruzo con alguna bicicleta con su pequeño pedazo de jardín verde que te quiero verde