La Estación Central de Copenhague es la más grande de Dinamarca y está situada al lado del Tivoli. Es probable que si tomas el tren en el aeropuerto cuando visitas la ciudad llegarás allí. Se comenzó a levantar en el siglo XIX y dentro de unos años la conectarán con el metro de la ciudad. Nuestro hotel estaba justo al salir, frente a la estación.
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Zandkoekjes
En las últimas semanas he estado haciendo pruebas hasta conseguir preparar zandkoekjes, unas galletas de mantequilla que me recuerdan mucho a las de las latas de galleta danesas con las que me ponía ciego de pequeño. Son unas galletas muy típicas en Holanda y el nombre significa literalmente galletas de arena ya que la sensación al morderlas y sentir como se deshacen en tu boca es como si estuvieran hechas de ese material. La primera receta que me pasaron no me terminó de convencer y seguí probando hasta que di con una que me ha gustado. Su preparación es muy sencilla y una vez les coges el punto se hacen en un rato. Tras un par de fracasos he incorporado un truco que leí para que no se deshagan y que funciona muy bien.
Los ingredientes: 100 gramos de azúcar moreno (en Holanda se vende en las modalidades blanco y moreno y al parecer lo hacen a partir de meleza de remolacha), 150 gramos de mantequilla fría, 200 gramos de harina y la yema de un huevo.
La implementación: Para hacerlo se mezclan el azúcar, la mantequilla cortada en daditos y la harina con una batidora de varillas. Es un trabajo que toma algo de tiempo y tendréis que mezclar y mezclar hasta que os quede una masa bastante unida. Si quedan trozos grandes de mantequilla cortadlos con un cuchillo y seguir mezclando. Se añade la yema de huevo y se sigue mezclando rápidamente. Después trabajáis un poco la masa con las manos (que previamente os habréis lavado con agua fría) y hacéis un cilindro. Yo lo envolví en film transparente y lo metí en la nevera media hora para que se vuelva a endurecer. Este paso tan banal es el que ha hecho que consiga que me salgan bien las galletas ya que si las metía en el horno directamente, al final lo que lograba era una plancha enorme. Mientras se está enfriando la masa se enciende el horno a 160 grados si es de circulación de aire caliente y a 180 si es un horno convencional. Al sacarlas de la nevera, se cortan rodajas del cilindro y se van poniendo en la bandeja del horno previamente engrasada o sobre papel de hornear. Se hornean entre 15 y 20 minutos, hasta que se pongan bien doraditas como en la foto.
Una vez las saquéis del horno, ponedlas a enfriar en la rejilla del horno y a la hora de guardarlas, si usáis un tupperware se conservan tres o cuatro días.
Muy simples de preparar e increíblemente sabrosas. Esto es la perdición, yo no puedo parar de comerlas.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa
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La fuente Gefion y la Iglesia de San Albano
Cerca del lugar en el que se encuentra la Sirenita tenemos la iglesia de San Albano y la fuente Gefion. La iglesia la levantaron a finales del siglo XIX (máxima dificultad para aquellos mentalmente incapacitados por el sistema educativo pero como hoy estoy generoso os diré que se traduce por 19). Sigue el rito Anglicano, ese en el que la jefa es una reina, los curas se casan y parecen no querer fornicar con niños como otros de otras ramas del cristianismo. La iglesia se puede visitar y aunque no es muy espectacular, seguro que satisface la curiosidad de los que crucen el umbral de su puerta.
Sobre la fuente decir que la que está encima y que no se ve muy claramente es la diosa Gefjun, supuestamente diosa de la virtud y la fertilidad y la diosa a la que son enviadas todas las mujeres que mueren vírgenes.
Aunque tengo un montón de fotos en los alrededores de la fuente y la iglesia, me quedo con esta más general y desde un punto de vista algo distinto.
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Niveau zes geslaagd
A veces me siento como si fuera el protagonista del Show de Truman. Miro con desprecio a todos esos comemierdas que ahora acaban de descubrir el dosputocerolismo y me vienen a dar clases y salen con el rabo entre las piernas cuando les enseño lo avanzado que yo era en el año 2004, cuando esos mismos a lo más que aspiraban era a buscar un poco de porno en la red y así poder cascársela.
Mirando en mi vida y en la forma en la que la hemos ido conociendo (y un puñado de afortunados lo ha hecho durante años y años), podemos retroceder hasta octubre del año 2004 para celebrar que superé el primer nivel de holandés (Niveau 1 Geslaagd). Un mes más tarde superaba el segundo nivel (Niveau 2 geslaagd) y aunque nunca quedó documentado, llegué a terminar el curso y hacer el examen del tercer nivel.
Después lo dejé y lo retomé en el año 2007. Allá por noviembre volví a superar por segunda vez en mi vida el segundo nivel (Niveau twee geslaagd) y antes de las navidades superé también por segunda vez en mi vida el tercer nivel (Niveau drie geslaagd).
Después lo volví a dejar y regresé a clase para seguir mi complicado y enrevesado avance a principios del año 2009. En abril de ese año superé el cuarto nivel (Niveau vier geslaagd), todo un hito personal. Descansé durante el verano y en otoño volví a clase aunque a un curso más relajado y por las tardes. En ese curso y justo antes de las vacaciones de navidad pasadas anuncié que superé el quinto nivel (niveau vijf geslaagd).
Este año he seguido yendo a clases y el martes pasado hice el examen final. Igual alguno hasta notó que el ritmo de escritura y la temática sufrió un bajón la semana pasada. Parece que incluso un ser extremadamente superior como yo tiene sus límites y los míos en lo relativo al holandés están en el lugar en el que me encuentro. Hice el examen y cuando salí tenía la sensación que no llegaría al aprobado, que me quedaría rozándolo pero sin conseguirlo ya que el nivel en el que se supera la prueba está en el 7/10. Esta tarde me llegó un correo de mi profesora confirmándome que he sacado un 7.3 y por tanto, he superado la prueba y puedo decir lo de Niveau zes geslaagd!
Han sido un montón de años peleándome con mi némesis, este idioma que se me resiste de todas las formas y maneras posibles pero al final he logrado vencerlo. Ya no podré seguir acumulando niveles porque no hay más. Esto es lo más alto a lo que se puede llegar. Ahora solo me queda perder el miedo escénico y comenzar a hablarlo, algo que asombrará y aterrorizará a muchos porque aparte de mi asombroso acento, tengo un petulante dominio de la gramática que ya quisieran para sí muchos holandeses nativos.
Así que en unos días me quitaré la protección esa que llevo en la cabeza y me lanzaré a practicar el idioma a pelo que es la mejor forma de darle rodaje y coger soltura.