Desde la colina de Pet?ín hay también una bonita vista del castillo de Praga. Al frente se puede ver el funicular con el que se accede al lugar, a menos que seas un campeón y te quieras dar la caminata. La foto la hice desde una terraza en donde aprovechamos para tomarnos unas cervezas y disfrutar con las espectaculares vistas de la ciudad.
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De idas y venidas
En los últimos años, una de las cosas que más me ha sorprendido ha sido la metamorfosis que ha transformado mis relaciones con algunos de mis mejores amigos. En sus comienzos, esas relaciones eran totalmente excluyentes y egoístas, conjuntos cerrados en los que ni entraba ni salía nada. Con el paso del tiempo las presiones las fueron moldeando y la llegada de novias y novios tuvo un gran impacto en la forma en la que veías a tus amigos y en el trato con los mismos. Una amistad es una relación muy específica en la que eliges a una persona y todo aquello que la rodea no deja de ser ruido blanco que tratamos de evitar si podemos. Cuando ese ruido alcanza un volumen considerable, o se rompe la amistad o tiene que encontrar un nuevo equilibrio y amoldarse a las nuevas circunstancias.
Supongo que todos hemos estado en ese punto en el que alguien a quien estimas en gran medida desaparece del mapa y se esfuma de tu universo por culpa de terceros. He sido testigo de pandillas que explosionaron como supernovas y de las que nunca más se supo sin que sus integrantes ni se dieran cuenta. Simplemente no pudieron asimilar a todas aquellas personas que complementaban a miembros de las mismas y poco a poco unos dejaron de acudir a las llamadas, otros se incorporaron a otros grupos y así, poco a poco, aquello que fue dejó de serlo.
No es algo que pase siempre pero sí que hay que tenerlo en cuenta. Esta semana hablaba del tema con alguien que ni siquiera está en mi círculo de confianza pero que veo de cuando en cuando. Me contaba su frustración porque los amigos ya no querían quedar, todos se excusaban y aquella camaradería y buen rollo que suponía eterno se congeló en poco más de un año. Me preguntaba que cómo copaba yo con este tema y entre cerveza y cerveza traté de explicarle que no hay una fórmula mágica y aquello que me sirve a mí no tiene por qué ser útil para otros.
Yo no pertenezco a ninguna banda. Todos mis amigos y amigas han sido elegidos individualmente. Llegan por un camino o por otro y la única pauta por la que me rijo es que me caigan bien, algo similar al amor a primera vista. Si en una primera impresión alguien me cae mal, es poco probable que lo vuelva a tratar en mi vida. De los que pasan ese primer corte, el que lleguemos a ser amigos dependerá en gran parte de las ganas por ambas partes y del azar, el cual nos sitúa en el lugar adecuado en el momento oportuno. Lo segundo importante para mí es el ser consciente que las amistades tienen también su ciclo y de la misma forma que conoces a alguien y surge algún tipo de vínculo, con el tiempo o con sucesos específicos puede desaparecer. No le doy demasiada importancia y me centro más en disfrutar el presente y lo que nos trae o lo que se lleva
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El centro de Praga
Una preciosa vista del casco antiguo de la ciudad de Praga vista desde la colina de Pet?ín. En ella podemos ver el río Moldava a su paso por la ciudad, una de las torres que guardan el puente de San Carlos y los edificios de la zona antigua. Para subir la colina lo mejor es tomar el funicular, el cual está incluido dentro de la red de transporte público y esto permite que se pueda pagar con el billete ilimitado.
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Entrada al castillo de Praga
La entrada al Castillo de Praga se hace por un lugar que tiene pinta de todo menos de castillo. Por detrás del edificio se pueden ver las torres de la catedral y a los lados de la puerta hay una guardia de esas con las que a la gente le gusta fotografiarse. Una vez dentro llegamos a un gran patio en el que encontraréis el lugar en el que se pueden comprar las entradas para visitar los diferentes edificios.