A veces me pregunto como debe ser la vida de toda esa gente que vive al instante y que no sabe lo que le depara su futuro, esos que no se preocupan de nada y simplemente sobreviven, acaban un día con la angustia de saber que están al límite y afrontan el siguiente con esa misma congoja. Yo medito las cosas demasiado, calculo y vuelvo a calcular los diferentes futuros y las consecuencias que pueden tener mis acciones sobre los mismos. Lo hago de la misma forma que puede trabajar un programa de ajedrez, explorando caminos y rechazando aquellos que me llevan hacia donde no quiero ir. Voluntariamente introduzco movimientos aleatorios, cambios de paso para poder saltar a otros niveles, algo que aprendí cuando dejé mi país y emigré. Cada una de esas desviaciones me pueden llevar hacia dos posibles futuros, o son para bien, o para mal y en este último caso, siempre puedes rectificarlo o al menos intentarlo.
En mis primeros meses en Holanda me di cuenta que dependía de mí mismo, que estaba solo. La red que supone la familia, esa seguridad que te dan y que si caes amortigua el impacto era algo que no podía permitirme, estaban muy lejos. En esa fase busqué la seguridad y lo que hice fue ahorrar, fabricarme el colchón para ponerlo debajo de mi. La idea original era tener uno que me permitiera sobrevivir durante un año pero algo salió mal y acabé con uno para sobrevivir cuatro o cinco años y que incluso ahora sigue aumentando.
Me resulta muy difícil comprender la situación de toda la gente que está agobiada por la crisis porque no me puedo meter en sus calcetines. Hice mis deberes durante años, no específicamente para algo como lo que estamos viviendo y ahora me dejo llevar. Ayudó bastante trabajar para una multinacional que ha estado despidiendo gente desde el año 2002. He vivido durante tanto tiempo en el filo de la navaja que ahora me siento muy a gusto ahí y esa desventaja que teníamos cuando todos subían y nosotros seguíamos en caída libre ahora son puntos a nuestro favor porque nuestra compañía ha perdido gran parte del lastre que los demás tendrán que dejarse atrás ahora. Ayer nos dijeron que pase lo que pase, habrá dinero para acabar el 2009, tendremos esa seguridad que muchos están perdiendo. Lo que quiera que pase en el año 2010 es algo muy lejano y que no puedo influir, si mis cartas están por salir, no podré hacer mucho por evitarlo ?? aunque lo dudo. Yo soy la única persona que no parece valorar mi trabajo y que no creo que sea nada especial. La semana pasada añadieron una nueva tarea sobre mi trabajo habitual, algo que anteriormente hacía una persona a tiempo completo y que parece que yo puedo hacer con un día a la semana. Hoy escuchaba a uno de nuestros vicepresidentes mientras me explicaba uno de los dos grandes proyectos que se ponen en marcha para ayudar a capear la crisis. Serán decenas de personas trabajando en prácticamente todos los departamentos y piensan que solo hay una persona capaz de sacar esto adelante y soy yo. Me halaga mucho la alta consideración en la que tienen mi trabajo pero aún no he decidido si quiero hacerlo. Si funciona, si completo ese proyecto y es un éxito, no creo que me dejen hacer lo que quiero que no es otra cosa que trabajar y divertirme.
El próximo lunes, cuando el consejo de administración se reúna para discutir varios asuntos, tendrán que decidir si quieren dar luz verde a un tren muy especial que arrollará muchísimos obstáculos y que cambiará la forma en la que todos los empleados vemos la compañía y si lo hacen, seré yo quien tendrá que decidir si quiero ser el conductor de ese tren o prefiero dejarlo pasar y esperar al siguiente, si es que llega algún día.