Manhattan es una isla abarrotada de edificios, el corazón del mundo y de nuestro universo conocido, el lugar que representa la culminación de todo aquello que nos lanzó al espacio tras la revolución industrial y en Manhattan, aunque parezca difícil de creer, los fanáticos del golf pueden practicar y mejorar su estilo, con unas vistas increíbles y con la Estatua de la Libertad dándoles la espalda. A la izquierda algo recortado tenemos el Empire State Building.
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Ajax 1 – Fiorentina 1
Ya sé que está mal que uno acuda a eventos deportivos y se divierta. Como autor de bitácora cuasi-respetable debería quedarme en casa manteniéndome al día con las informaciones que otros pollabobas como yo ponen a nuestra disposición o algo parecido pero como por desgracia mi interacción con el mundo real es más importante que criar culo delante de un monitor, hoy me fui después del trabajo al fútbol con uno de mis amigos, el cual gentilmente me regaló la entrada. Cenamos en el café Cartouche y desde allí nos fuimos al estadio del Ajax, el Amsterdam ArenA.
Huelga decir que nos lo pasamos bomba y que estábamos sentados en la fila 7, justo al lado de uno de las esquinas de córner y en una posición excelente. Probablemente mañana estaré afónico de tanto hijosdeputa que he gritado y de todo ele repertorio de insultos que le he dedicado al árbitro. Espero que mi madre no lo haya visto y que no se me haya escuchado cagándome en todos los muertos de ese vendido en español.
Como lo que cuenta es el resultado, pese al empate hemos pasado a la siguiente ronda, le hemos restregado nuestras bufandas del Ajax a los italianos y nos hemos reído todo lo que no está escrito, bailado, abrazado y si no lloramos es porque no era la final. En la próxima eliminatoria es muy probable que estemos allí, al pie del cañón, animando al equipo. Y en dos años, esos jugadores en la liga española, como siempre.
Ya sabéis que el iPhone es un teléfono deleznable que no vale para nada y que cada cuatro horas surge un iPhone killer en algún lugar del mundo pero ahí sigue y las fotos que produce son bastante decentes así que agradecerle a su Stivisima Santidad el habernos dotado de la herramienta adecuada para llevar en el bolsillo y guardar pequeños recuerdos.
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FDNY Ladder 65
Una referencia frecuente en el cine y la televisión americana son los bomberos. Siempre parece haber un vehículo recorriendo la escena, con sus sirenas sonando a todo meter y los coches apartándose. La realidad se parece mucho a la ficción y cuando estás por allí te topas de cuando en cuando con una de estas escenas y los ves pasar. Quizás sea los materiales con los que se construyen las casas pero la frecuencia con la que arden es definitivamente mayor que por aquí.
Los cuartelillos de los bomberos son lugares abiertos e increíbles en los que hay un rincón para el recuerdo de los compañeros muertos en acto de servicio y para mostrar los mensajes de agradecimiento de aquellos a los que ayudaron.
La «Escalera 65» está acuertalada muy cerca de Times Square.
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Las ratas del Bombay Place
Estando en Nueva York en Mayo nos cruzamos un día con la figura gigantesca de la siguiente foto:
Inicialmente pensé que era algún tipo de estratagema de marketing, la forma de llamar la atención del peatón y así encauzarlo hacia el lugar adecuado, que en este caso era el restaurante que estaba a su lado. Después me paré a leer el cartel y aluciné en colores:
En el mismo, se informaba de todo tipo de violaciones de reglas sanitarias que habían llevado al cierre del restaurante y se ponía a caldo de pota a su dueño, acusándolo de estafador, pagar una miseria a sus empleados y tener entre otras cosas ratas en su restaurante. Por si no fuera bastante, en el mismo cartel estaba el teléfono del dueño del restaurante para que la gente lo llame y le transmita lo disgustados que están con él. En muchos países algo así no se permitiría pero en Estados Unidos todo es posible si uno encuentra el agujero legal correspondiente. En este caso fue algo tan sencillo y obvio que te hace reír cuando lo descubres. La rata hinchable ocupa una plaza de aparcamiento y la persona que la ha puesto en ese lugar paga por el estacionamiento de la misma y mientras sea así, no pueden retirarla. El restaurante no parecía un lugar muy frecuentado aunque a la hora del día en la que pasamos quizás no sea un buen momento para juzgar esto.
Esta forma de venganza me dio que pensar. ¿Dónde están los límites? ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? ¿vale todo? ¿y si cruzamos la línea, si no podemos parar? Tratamos de vivir en base a unas reglas, todos nos comprometemos a cumplirlas, un enorme paraguas que llamamos sociedad y bajo el que nos cobijamos pero de cuando en cuando, elementos aislados se aprovechan de la ductilidad de este sistema y la maquinaria es tan lenta que hasta que reciban su castigo puede pasar demasiado tiempo y pequeños actos como el de la persona que hizo esta denuncia quizás sean necesarios.