Pawn Sacrifice


Siguiendo con la temática de las grandes biografías, el jueves fui a ver una película que cuenta más o menos la vida y milagros de Bobby Fischer, el cual tiene el mérito de haber convertido en una actividad popular el jugar al ajedrez, ese aburridísimo juego de egos en el que yo siempre pierdo porque me la suda enormemente. La película se titula Pawn Sacrifice y no tiene ni fecha ni título para España, aunque se dijo que casi estaba decidido que fuera truscoluña no es nación ni sacrificando al másymás.

Un jualy friki que no veas está más desquiciado que una folclórica tortillera en chirona

El ajedrez era una especie de deporte intelectual que dominaban los comunistas hasta que apareció la Carmen de Mairena de ese juego, el americano Bobby Fischer. El colega es más raro que un yogúr de gofio y se le da bien el juego pero en lugar de hacer lo que se espera de él, se obsesiona con movidas raras y siempre está saliendo por peteneras. En la película eso está muy bien capturado, sabemos que se ha de convertir en uno de los más grandes, pero también tenemos la certeza más absoluta que el camino no está lleno de rosas. La película pasa por su infancia levemente y se centra en su ascenso al Olimpo del ajedrez y su victoria contra los rusos.

Si alguien me dice que el pollaboba de Tobey Maguire, el protagonista del mierdote de Spiderman 2 y de la aún más mierdosa Spider-Man 3 – Spiderman 3 sabe actuar, yo me parto y me troncho de risa. Los dos enlaces anteriores llevan a dos excelsas críticas que sacaron lo peor de mí mismo en el pasado gracias a este totorota. Por eso, cuando vi el trailer y él era el que hacía de jugador de ajedrez, pensé que igual hasta podía funcionar, ya que con su incapacidad para mover músculos en la cara, seguro que puede hacer de frío jugador de ajedrez sin problemas. El director de la película debió pensar lo mismo porque el colega lo clava, es que hasta hubo momentos en los que llegué a pensar que se ha hecho unos cursos de actuación por radio ECCA y hasta pretende saber lo que hace. La historia es entretenida y pese a lo tedioso y aburrido que es el ajedrez, consiguen que entretenga. Justo al comienzo, antes de entrar en substancia, tiene un bajón que parece prever una debacle pero según entramos en competición y aparece el padre Karrás, que resultó que la iglesia católica además de ser un club de presuntos tocadores de niños, también tiene gente que le gusta estas cosas mentales, la película agarra ritmo y ya no lo pierde. El director se salta las horas y horas de aburridas partidas y nos lleva de momento dramático o absurdo a el siguiente. Con eso consigue sujetar con fuerza nuestro interés. Vale la pena mencionar que Liev Schreiber borda su papel de ruso y resulta mucho más humano que el gringo, que siempre anda desarretado como buena folclórica. En este tipo de historias, las hembras no las hueles ni en dos kilómetros porque el ajedrez al parecer es cosa de machos frikis, pero tenemos a una putilla con la que nos echamos unas risas.

No es cine para los miembros del Clan de los Orcos pero seguro que algunos de los sub-intelectuales de GafaPasta la saben apreciar.


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