Con todas mis cosas ya descansando en mi casa, mi correo de despedida escrito y mi cabeza centrada en otras cosas, retrasar el anuncio de los despedidos me parece de una crueldad desmedida. Que lo hagan porque los comemierda del comité de empresa quieren joder al prójimo es todavía más intolerable. Así, este lunes, en lugar del esperado San Martín hemos tenido otra jornada de calma chicha, sin viento, sin olas, sin movimiento, con los Príncipes de la empresa, es decir, los gerentes, esperando que señalen a los seis que tienen que irse y el resto de la compañía observándonos mientras todos hacemos como que trabajamos sin realmente hacerlo.

A falta de motivación en el trabajo y mientras se clarifica el futuro ando muy activo en el presente de mi jardín. La Chinita me ha regalado un cerezo, he comprado romero y tomillo para reemplazar a las dos plantas que murieron en el invierno y he decidido plantar más fresales y en un lugar determinado del jardín unas cuantas tomateras. Esta tarde homenajeaba a la Chinita con una cena a tres platos sin postre que comenzó con un Gazpacho asado, continuó con Falafel y acabó con mini-cuencos de tacos rellenos con pollo y verduras. El fin de semana vienen unos amigos a almorzar a mi casa y estoy maquinando una orgía de ocho platos distintos de tapas con los que deslumbrarlos. Ya sé que debería estar pensando en si me echan o no pero mi capacidad neuronal es escasa y en lugar de preocuparme por cosas sobre las que no tengo control alguno, prefiero centrarme en los pequeños placeres de la vida y una buena conversación acompañada con una excelente comida no tiene precio.

Entre el jardín, la bicicleta, cocinar, comer, estudiar italiano e ir al cine, hay muy poco tiempo para nada más.

Dicen que el miércoles será San Martín y a los cerdos que les llegue su hora les darán el finiquito. Esperemos que sea así y que yo esté entre ellos, me apetece un cambio de empresa, de aires, de oficio, de dirección ?? debe ser la primavera ??