Recordando


He caminado por Angkor Wat, la mayor estructura religiosa jamás construida y en ningún momento sentí la presencia de ningún Dios, solo la genialidad de los hombres que lo crearon. He entrado en cientos de templos en Bagan de entre las ruinas de los dos mil doscientos que quedan en ese lugar y pude sentir calor, agobio, me maravillé, me asqueé pero jamás sentí la presencia de ningún Dios en ninguno de esos templos. He visto los templos de M? S?n y allí tampoco encontré a ningún Dios, solo el trabajo del hombre en piedra. He ido a Roma, he pateado por el Vaticano y por más que he mirado solo he visto el oro, las joyas y el arte que la iglesia ha atesorado a lo largo de los siglos, he visto la opulencia y el desprecio por el hombre de una organización mafiosa que se alimenta de engaños pero no encontré ningún Dios allí dentro, aunque sí muchísimo arte.

He cruzado el pórtico para entrar en Hagia Sophia una enorme basílica patriarcal ortodoxa que después cambió de manos y pasó a ser una mezquita y acabó como un museo y pese a todo, allí no había ningún Dios. He entrado en la Sultanahmed Camii, la mezquita azul, una fabulosa obra de ingeniería, preciosa por fuera y por dentro y pese a mi esfuerzo, jamás sentí que hubiera ningún Dios allí dentro.

He ido a la Catedral de Santiago de Compostela, en años normales y en año Santo y en ninguno de ellos noté que algún Dios estuviera allí, solo pedigüeños, curas desfasados y cuatro viejos rezando en los bancos desiertos de una iglesia demasiado grande para estos tiempos en los que ya nadie se cree la trola de Dios.

He entrado en catedrales, basílicas, iglesias, monasterios, conventos, mezquitas, pagodas, templos budistas, hindúes, taoístas y jamás noté que en alguno de ellos estuviera presente de alguna manera algún Dios, el que fuera. Son todos parte de nuestro imaginario, de nuestro miedo ya que somos conscientes que tarde o temprano, este viaje que llamamos vida, se acaba. Tratamos de extenderlo con algún mundo futuro al que de alguna manera misteriosa vamos y en el que seguramente (o eso dicen) seremos más felices.

La muerte, cuando se acerca a nosotros y roza nuestras vidas, es lo único que por muy racionales que seamos no podemos entender. Tratamos de elaborar complicados castillos en el aire para darle algún sentido y calmar nuestro dolor o la inquietud que nos aplasta con su presencia.

Todo el prólogo anterior es solo una estúpida reflexión para contar otra cosa. Antes de salir de viaje para Vietnam, exactamente el día anterior a mi partida, los médicos desahuciaron a Han. Si cubrimos el firmamento con pequeñas estrellas en las que cada una es una persona, él solo era una pequeñita luz en esa miriada de luces que somos los seres humanos, solo que por un capricho del destino, fue una luz que cruzó en mi camino. Cuando en el año 2005 compré mi casa, mi amigo el Moreno me introdujo a su suegro, un adorable señor que hacía chapucillas y que fue el que preparó mi cocina antes de que vinieran los instaladores, me ayudó a arreglar la planta baja de mi casa y cuando decidí quitar la colección de árboles navideños de la antigua dueña y poner césped, él fue el que lo hizo. A Han le encantaba la jardinería, en realidad ese había sido su trabajo y cuando venía a mi casa por algún otro motivo, de repente lo veía irse a su coche, sacar sus herramientas y meterse en mi jardín a podar un arbusto, a arreglar un paterre o explicarme como y cuando debía hacer algo. Desde prácticamente el primer día, Han tuvo las llaves de mi casa y libertad absoluta para venir a ella y hacer lo que quisiera.

El año pasado, en julio, le detectaron un cáncer. Fue una noticia devastadora y pese a que hacía algunos meses que no lo veía, siempre escuchaba noticias de él ya que camino todos los días con el Moreno una hora y su suegro siempre ha estado en nuestras conversaciones. Fui viviendo durante el verano los devenires de su operación y tratamiento, las falsas esperanzas, las alegrías y las tristezas y como alrededor de las navidades parecía que estaba algo mejor. Después llegó el año nuevo y Han comenzó a retroceder poco a poco, a perder peso, a perder las ganas de todo y un día el Moreno me devolvió las llaves de mi casa, un mensaje que entendí perfectamente. Han ya no vendría a podar mi catalpa o a darle forma a los arbustos. A primeros de abril lo operaban de nuevo pero no sirvió de nada. Cuando lo deshauciaron era una sombra del hombre que había sido. Me fui a Vietnam confiando en que duraría unos meses, en que sería algo lento y aunque muchos de mis amigos contactaban conmigo e intercambiábamos correos, no me extrañó que el Moreno se mantuviera en silencio. O quizás sí y me dio miedo preguntarle. Lo cierto es que al regresar a Holanda, para evitar dormirme me fui al cine el domingo por la tarde y antes de empezar la película mandaba mensajes a todo el mundo. Al Moreno le pregunté: ¿Cómo estás? ¿Cómo está Han? y apagué mi teléfono porque la película iba a comenzar. Se trataba de Todos los días de mi vida. En el intermedio, encendí el teléfono y la tecnología me abofeteó con el mensaje: Han ha muerto. El funeral fue el viernes. Aunque no estaba hablando me quedé literalmente sin palabras. Me pasé la segunda parte de la película llorando, no por la historia, que era sosa y demasiado previsible sino por Han por esa luz que ya no está en el cielo.

El lunes llegué temprano a la oficina y cuando vi que el Moreno ya había llegado, fui a visitarlo y tomarme un café con él, recordando a Han y con los ojos a punto de rebosar y comenzar a llorar. Ese día no hicimos la caminata normal y nos fuimos al bosque, entre plantas y árboles que susurran y nos recuerdan que la vida sigue su camino. No creo que Han esté en otro lado puesto que no creo en ningún Dios así que donde único permanece es en la memoria de los que lo recuerdan. Han ha pasado a formar parte de mis recuerdos y ahí permanecerá, al menos hasta que yo sea solo un recuerdo en la mente de otras personas.


6 respuestas a “Recordando”

  1. Que putada, es una entrada muy buena, pero no era para que la leyera un tipo que acaba de cumplir 71 años, me has conmovido y hecho pensar, cabrón.
    Que descanse en paz Han.
    Salud

  2. Morir es la última ficha de la partida. Tarde o temprano hay que ponerla en la mesa y no te queda otra que aceptarlo.

  3. Sólo la única forma de ser eternos es vivir en el recuerdo de los demás, aunque esto no es matemático; por eso algunos desean a toda costa pasar a los libros de la historia para ser recordados por todos, los que les conocían como los que no. Pero no se han dado cuenta de que en algún momento la historia se extinguirá, incluso para todos nosotros. En los recuerdos locales, en los más íntimos es donde viven los amigos y perdurarán con nosotros para siempre; de nosotros dependerá que transmitamos esos conocimientos y, luego, de quienes procedían. Así, el origen, aunque algo difuminado, seguirá viviendo eternamente. ¿Acaso alguien recuerda al primer hombre (u homínido)? Pero todo el mundo habla de él.
    Haces bien recordarlo, eso es importante y, tal vez, lo que él deseaba pues su compromiso contigo fue fruto de una singularidad de hechos que desembocaban irremediablemente en eso, amistad. Sin intereses. Todos deseamos, con nuestros actos y por ellos, ser recordados y sólo en esos buenos actos seremos siempre eternos en la memoria de los que apreciamos y nos apreciaron. Los demás, los imbéciles y malvados, se procura olvidarlos…
    A mí también me pasó y me pasa eso cuando visito esos lugares. Mucha obra civil, mucha riqueza, mucha gente, pero ni «dios» en ellas.
    Cuando se sienten atacados (nadie los ataca, las asociaciones, o no, civiles, lo que desean es que no tengan privilegios que no deben tener o, al menos, estos tener los mismos que ellos) se autodenominan «mártires» y no estúpidos; pues además de dejarse morir por una idea de otros se la creen a pies juntillas (¿fanatismo=ignorancia?) [Tengamos en cuenta que sólo se cree por interés o por ignorancia, o por ambas cosas], tanto que son capaces de dejarse la piel para que las jerarquías vivan como dioses (independientemente de las religiones que sean…»charlatanes/as»)
    Visto desde un chascarrillo y usando sus propias palabras podríamos decir que tú o yo cuando entramos en esos lugares no nos damos cuenta porque carecemos de fe. Eso es lo que dicen ellos para hacerte sentir inferior o ignorante. Yo prefiero ni tener fe ni sentirla( aunque lo mío es así, supongo que lo tuyo es igual, después de estudiar el racionalismo en profundidad), ni como la de ellos, pues me da que si ellos la sienten es porque pueden sentir muchas más cosas raras, incluso esquizofrenia paranoica consentida, lo cual es malo; aunque peor será la de los que la sienten y se lo creen, como la del Escorial. Sé de quién hablo y encima van permitiendo crear templos bajo pretextos inverosímiles. Es de alucine esto…Damos un paso hacia adelante y tres hacia atrás; así el mundo es imposible que avance.
    Cuando el hombre deje de pensar en los dioses y se centre en el hombre, comenzará el fin de la miseria. Demasiadas religiones para ser ciertas y a través de las cuales se odian los hombres, demasiadas pocas como para que se amen.
    Tu historia, muy verosímil, es emotiva y denota una gran capacidad como persona, con ganas de contarla pues si no te ardía dentro.
    Ahora, Han, también es un recuerdo nuestro. Vive en nuestra memoria??y por suerte hemos conocido a otros ?Han?? que nos vieron crecer y a los que admiramos siempre.
    Breves saludos

    Saúde, Ceibedade e Esquilmo…. d:D´
    Deica.

  4. Has hecho un recordatorio entrañable. Sin conocer a Han, por lo que cuentas de él, he sentido mucho su muerte. Precisamente en éstos días tengo una especial sensibilidad a ésos temas.

    Tu último párrafo: ?Han ha pasado a formar parte de mis recuerdos y ahí permanecerá, al menos hasta que yo sea solo un recuerdo en la mente de otras personas??; es la religión más verdadera que existe. No hay Dios que pueda negar eso.

  5. Tampoco yo creo en dios, y cada vez tengo más claro que como no hay más allá, la única forma de pasar a la eternidad es quedar en el recuerdo de la gente como una buena persona, como alguien digno de confianza y cariño. ¿Lo demás? Historias, cuentos y buscar una justificación del más allá para algo que no queremos asumir. Porque es curioso, aunque se vea venir como os pasó a vosotros, aunque nos preparemos mentalmente para lo irremediable, llegado el momento nos duele igual. Un abrazo y salud para todos.