Rivales


Todos los veranos hay un par de películas españolas que intentan sobrevivir en una cartelera cargada de estúpidas películas para descerebrados salidas de la factoría de memeces americana. Suelen ser comedias corales, con muchos protagonistas y que se digieren fácilmente. Si consiguen cuajar el producto, el premio será una buena recaudación y el reconocimiento de ese mismo público que da la espalda a todo lo sofisticado y complejo porque algunos directores españoles aún no se han dado cuenta que la gente va al cine a divertirse y no a desentrañar las complejas motivaciones de personajes que son como son por la infancia que se supone que tuvieron. El problema del cine español es fundamentalmente de subvenciones ya que aquí todas las administraciones públicas sueltan la güita que deberían mimar y emplear con cuidado y la despilfarran en proyectos que se saben fallidos desde el comienzo pero que están encabezados por un amigo de un amigo de un amigo de ?? y así nos va. Regresando al tema, el primer intento de película del verano se llama Rivales y nos llega de la mano de Fernando Colomo.

Un montón de julays se dan de hostias por culpa de un partido

La verdad que han tenido suerte con el momento en que se ha estrenado esta película, justo en plena fiebre de fútbol. La historia es sencilla, dos equipos de niños se disputarán la final del campeonato nacional, uno es de Madrid y el otro de Barcelona. La película cuenta el viaje de ambos equipos a Sevilla y lo que allí sucede. Es una especie de road movie aunque muy segmentada. Nos van presentando a diferentes grupos de protagonistas y vemos la historia que hay detrás de ellos porque todos tienen algún problema. Tanto los padres como los niños son desechos humanos que en cualquier otra galaxia ya habrían sido reciclados. Vemos como los padres son los que realmente se toman el partido en serio y mientras que sus hijos van felices por la vida haciendo gamberradas, ellos convierten el asunto en un tema de importancia capital, extrapolando sus frustraciones y deseos hacia sus hijos y sobrecargándolos con una responsabilidad que los chiquillos ni quieren ni son capaces de asumir. Entre tanta actuación hay algunas soberbias y otras más flojillas. Rosa María Sardà esta que se sale como abuela cascarrabias que odia todo y es una borde cínica dispuesta a luchar en cualquier guerra y Goya Toledo da la campanada con un papel con el que te tronchas.

La verdad es que te echas unas buenas risas, llegas incluso a identificarte con alguno de los personajes, hay un buen guión que mantiene la atención del espectador y el formato de contar un puñado de pequeñas historias de una forma completa (como gags) y que al final todas confluyan en un desenlace esperpéntico ha funcionado perfectamente.

En definitiva, una buena película para una de estas tardes de verano en la que vas al cine con amigos y conocidos y no queréis nada complicado.
7artuditos