Robin Hood


Cuando me marché casi un mes a Asia sabía que habría un hueco en mi lista de películas de este año porque durante esas semanas algunas de las películas que se estrenan no aguantan lo suficiente y para cuando yo regresaba ya era muy tarde. Como además las vacaciones se combinaron con unas segundas vacaciones a Gran Canaria, la cosa fue a peor. Entre las películas que quedaron en ese vacío está Robin Hood, ya estrenada también en España y como aún sigue en algunos cines aproveché este fin de semana para ir a verla aunque todos mis amigos me lo habían desaconsejado.

A un julay que se escapó de chirona le gusta el pescao viejo y se encoña de una chama postmenopausica

Dicen que un julay combate con un rey que se va de cruzadas con los amigotes y un día el rey se rebota todo y castiga al julay por honesto y al día siguiente Dios lo castiga a él y le da el finiquito. El julay acaba delinquiendo y volviendo a Inglaterra haciéndose pasar por un caballero muerto y allí tomará posesión de la casa del que la diñó y hasta le olerá el potorro a la parienta. Después la cosa se complica, el nuevo rey es un capullo, su mejor amigo es un traidor y tanto se enreda la cosa que acaban todos a hostia pura.

Ciento cuarenta minutos que se podían haber concentrado en treinta y cinco. Esta es una de esas películas en las que sobra muchísimo. Supuestamente nos cuentan el origen de la leyenda de Robin de los Bosques pero no me terminó de quedar claro y a veces daba más bien la impresión que era la segunda parte de Gladiator solo que el julay de aquella película ya no tiene abdominales. Las similitudes empiezan en los títulos de crédito cuando se oye gemir a la perra que hizo la banda sonora de Gladiator, no sé si os acordaréis de aquella que gemía como si su novio se hubiera equivocado de agujero y se la estuviera endiñando por culo. Se me puso el vello de punta pensando que la tía iba a volvernos a dar la serenata pero parece que se quedó muda y solo la suffrimos en el instante títulos de crédito. Después apareció el julay de Gladiator haciendo de inglés y bueno, personaje mal definido, actuación de pena, pollada tras pollada que nos regalan y que no sirven de nada y lo más increíble es ver al totorota ese ir a olerle el coño a una vieja y menospreciar el pescaíto fresco que había en la taberna del pueblo y encima la vieja se hace la estrecha y lo pone a dormir en el suelo y no le deja ni darle un lametón a la almeja esa que habita en el bosque más frondoso del reino, que después de diez años sin afeitárselo porque su marido estaba ausente en el felpudo ese las ladillas deben ser del tamaño de mariquitas y la melena le debe llegar a las rodillas, algo que nunca sabremos porque esas escenas picantonas entre ancianos no las pusieron.

No me quedó muy claro si el Robin Hood este es tonto, subnormal, retardado o simplemente gilipollas pero eso es lo que se desprende del guión. Al tipo lo retratan como a uno que le falta un aire o se le cayó al suelo a la matrona al nacer y así se quedó y lo único que parece saber es poner la cara de melodrama total y soltar frases supuestamente legendarias que dan hasta risa. A media película la gente ya se iba a mear, a comprar bebidas o simplemente a charlar con los amigos por el móvil fuera de la sala porque allí no pasaba nada.

Ridley Scott la caga hasta el fondo en esta ocasión y fue incapaz de dirigir un guión patético y sacarle algo interesante. Se nota que le apetecía hacer una película con mucho bosque y caballos pero poco más. Una historia para olvidar pronto y rezar para que no haya segunda parte.

Si te sobra el dinero y lo quieres tirar, esta es una buena opción. Viéndole el lado positivo, por el precio de una entrada tendrás casi tres horas de aire acondicionado en una buena sala de cine y eso es lo mejor que puedo decir de la película.

04/10


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