Se hace camino al andar


Vuelvo a la carretera y como siempre esto de viajar da para mucho. No sé como me las apaño que siempre acabo en vuelos mañaneros y con las nuevas regulaciones en los aeropuertos, tengo que estar allí dieciocho horas antes de que salga el avión y por culpa de esto termino dándome unos madrugones de órdago. Como soy del tipo previsor, preparé mi super-mochila la noche anterior con casi todo lo necesario para sobrevivir en un medioambiente hostil durante cuatro días. Por ejemplo, yo soy alérgico a los putos gatos de mierda, malas bestias que consiguen enfermarme sólo con su presencia. Por eso tengo que arrastrar por todo el mundo las medicinas para la alergia y tan pronto como veo la alimaña, hincarme un chute.

Volviendo al tema, me levanto a las seis menos cuarto y a las seis y veinticinco estoy en la parada de la guagua. Yo esperaba ser un alma solitaria en el medio de la oscuridad de la noche pero resultó que aquello estaba más concurrido que el puticlub de Doña Benita, sí ese al que vamos siempre por Navidades. No solo había una multitud esperando el transporte público sino que la calle parecía disfrutar de un momento cumbre con infinidad de holandeses paseando sus perros y practicando el sanísimo deporte del footing. Y digo yo que por qué esa gente no deja de comer como cochinos y así no tienen que madrugar de esa forma sólo para quemar calorías. Que hagan como yo que con una comidita al día estoy manteniendo mis sesenta y siete kilos actuales. Lo normal a esas horas es estar en la camita cultivando bastos, que cualquier hombre que se precie de serlo lleva un jardinero muy dentro de sí y le sale a relucir por la noche, cuando tiene esos sueños tórridos que levantan músculos flexibles y los ponen en posición de firmes. Y ya que estamos hablando del tema y parece que existe masa crítica suficiente para sacarlo a colación, en los baños de los bares los tíos siempre nos hemos preguntado que sucederá con las mujeres por las noches. Nosotros lo demostramos claramente pero ¿y ellas? ¿Sueñan las mujeres con cipotes eléctricos? ¿Son lo suficientemente humanas como para tener gestos mortales y demostrarlos? ¿Se les erizarán los pelos del chumino? Esto último es muy difícil de verificar porque hoy en día cualquier chichona que se precie se afeita el coño con la maquinilla del novio, así que ver una pelambrera es casi misión imposible. Nota del traductor: que sepáis que estoy escribiendo esto a las siete y pico mientras espero por mi avión y mi escasa capacidad intelectual aún no está a pleno rendimiento, así que la vertiente más soez de mi persona ha decidido tomar pleno control. Os dejo con el pensamiento anterior meditando si alguna vez visteis a una hembra demostrando sus inquietudes en sueños.

Cuando llegó la guagua tuvimos un momento puta sucia y rastrera. Quedaos con la expresión porque será uno de los próximos desvaríos. Ya en camino veo que por todos lados hay gente, lo cual no me parece en absoluto normal, que son solo las seis y media, es noche cerrada y hay tres grados de emperatura. La guagua se llenó hasta la bandera, con un ejercito de individuos silenciosos y aún medio dormidos.

Una parada antes de llegar a la estación alguien decidió bajarse. Cuando tocó el timbre la miramos con toda la saña y el odio que se le puede echar a una persona con la mirada. La hijaputa forzaba al conductor a abrir la puerta y a permitir que la temperatura de la parte trasera volviera a descender, con la de peíllos que nos tuvimos que tirar para subirla. Para colmo de males, hasta la puerta se rebotó y cuando el conductor la trató de cerrar quedó medio tocada y no logró completar la tarea, haciendo un ruido rarísimo y dejando entrar todo el aire frío del universo dentro de la cabina.

Traté de comprar flores en la estación pero los de la floristería no deben saber que hay negocio tan temprano y me tuve que joder. El primer tren, el que me llevaba hasta Duivendrecht iba lleno pero pude sentarme. A mi lado iba una de esas ninfas nórdicas, rubia y guapísima, de metro noventa y con unas tetas grandes y perfectas como bolsas de caramelos Tirma. No voy a comenzar de nuevo asíq ue lo dejo a vuestra imaginación. Los detalles sobre los que podéis construir a vuestra diosa personal son: alta, rubia, dos buenos melones, culo proporcionado y con forma, con cintura bien formada y no como esas mujeres michelín y nariz afilada que resalta con su melena rubia y le da ese toque inocente que hace que te entren ganas de golpearle las mejillas con eso que tú te sabes. Nueva nota del traductor:¡Por Dios, que me pasa!

Cuando salí del tren y me puse en el andén para coger el siguiente ya me imaginé lo que iba a suceder. A pesar de no ser aún las siete nos iba a tocar ir al aeropuerto en el Bangalore express. Aquello parecía una oficina de legalización de inmigrantes, con cientos de cabezones rubios esperando para lanzarse al asalto del tren en cuanto llegara, lo cual no tardó en suceder. Efectivamente no logré pasar de la puerta (y gracias a Dios que logré meterme). En la tele siempre ponen imágenes de estos trenes hindúes hasta la bandera pero si los cabrones de los periodistas madrugaran y se fueran a una estación de cualquier país europeo, comprobarían con asombro y estupefacción que aquí también sucede, sólo que las tías son más limpias y no se pintan lunares falsos en la frente. El viejo amigo Murphy hizo acto de presencia y a mi lado se puso un tipo a comerse un Stampot Boerenkool, algo saludable y perfecto para comenzar las mañanas. Es una mezcla de puré de papas con una hierba que sólo se da en estas tierras y sobre la que se pone un pedazo de salchicha. Era el paquete de cuatrocientos gramos. Eso es lo que yo denominaría un desayuno de campeones. Nos tenía a todos provocados pero el hijoputa se lo bajó entero y nada más terminar echó su correspondiente buchito.

Diez minutos más tarde estábamos en el aeropuerto y facturé sin más problemas. Con las coñas estas de que te pesan el equipaje de mano, yo lo que hago es recargar la chaqueta de invierno así que antes de pasar el control de seguridad volví a guardar en la mochila la máquina de afeitar eléctrica, el cargador del portátil y los otros cuatro kilos que había sacado. Aquellos que como yo visiten aeropuertos con cierta frecuencias sabrán que con esta gente ya no se bromea así que salvo los calzoncillos, el resto lo pones en la cinta y les premias con la mejor de tus sonrisas. Una vez dentro me acordé que tenía que comprar las flores y empiezo a caminar sin encontrar una floristería, aunque estaba seguro de que existe al menos una. En la última reorganización del aeropuerto quedó en el otro lado y no puedo acceder. Pensé que tendría que volver a salir y comprarlas fuera pero al final no hizo falta ya que en un rincón muy lejano encontré otra floristería. Con las flores en mi poder me relajé y me he dedicado a escribir estas torcidas líneas. El resto de esta anotación lo completaré cuando llegue y tenga algo de tiempo.

Retomamos el relato. Para vosotros solo será una línea en blanco y para mí han sido dos horas y media. La compañía que ha tenido el dudoso privilegio de transportarme en esta ocasión se llama Vueling, una aerolínea de bajo coste de reciente creación con sede en Barcelona. La verdad que acostumbrado como estoy al timo de la estampita de los supuestos precios baratos y tasas de aeropuerto carísimas, esta compañía promete mucho. Esperemos que sean capaces de mantener los precios y el servicio. El avión llegó con un poco de retraso. Es un airbus 320 nuevo, de paquete, que aún huele a plástico de envolver. Después de entrar lo típico, sentarte, que si me miras el paquetillo, que si me lo tocas para comprobar el cinturón de seguridad y que si me empeño en ver tu tarjeta de embarque para explicarte donde está situado el asiento 19F porque debes ser tonto del culo y no sabes encontrarlo. Lo mejor fue cuando comenzamos a movernos y la azafata se empeñó en recitar las instrucciones de seguridad. ¡Un poquito de por favor! A ver si pagamos cursillos de inglés a esas mujeres que pasan unas vergüenzas terribles. Fue de lástima. La tía chapurreaba el inglés de una forma bárbara. Se inventaba palabras, las pronunciaba con acento de chiquitistán y se tenía que detener a interpretar lo que decía la hoja que estaba leyendo. La impresión que dio la pobre es que todos rezamos para que sea capaz de chuparlas con clase y estilo porque en el negocio aéreo no vale mucho. El vuelo fue sin problemas. No hubo nada a reseñar. Te venden comida y bebida a precios asequibles. Para vuestra información había un azafato de la raza julandra y como me puse mi librito de Sudokus y no me lo pudo catar me dejó sin caramelo al final. ¡Ah, dan periódico gratis! A ver si los señores de Air Jurásica-Ibérica aprenden de esta gente que en lo único que ellos han innovado es en el contratar a señoras de la tercera edad como tripulantes de cabina que se dice ahora o lo que entre amigos llamamos azafatas.

A medio camino el capitán agarró el micrófono y aprovechó para saludar a su familia y amigos, además de darnos toda esa información que no queremos saber, que yo soy feliz siendo transportado en la más ignota ignorancia. Primero se explayó en inglés con un acento impecable, es que parecía que no era español … y no lo era porque cuando terminó y tuvo que repetir el sermón en español se armó el Belén del cachondeo que había en el avión. Las mismas limitaciones que tenía la otra pobre en inglés las tenía este en español. El tío no solo pisoteó la lengua de Cervantes sino la misma tumba del escritor. Por su acento deduje que era francés y por lo que dijo la azafata al final, que se llama comandante Polladas. Bueno, decirle a los señores dueños de la aerolínea que igual que le tendrían que pagar un cursillo de radio ECCA o de CCC a la pobre aquella, quizás deberían hacer lo mismo con el piloto, o en su defecto prohibirle coger el micrófono.

Al llegar la chica quiso dejarnos con un detalle final y nos descubrió un nuevo verbo inglés. Se trata de desenboarding y significa desembarcar. Desde este púlpito cochambroso exijo pero ya que se incluya en el diccionario de los escatergoris. Los holandeses que había en el avión se rieron tanto con la joven que al salir la gente le daba propina por el espectáculo gratuito que nos montó.

Y así, sin más, llegué a Valencia, la ciudad sede de la trigésimo segunda copa América, la ciudad en la que se rodaba el legendario programa Tómbola y la tierra de donde proviene la legendaria Paella.

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5 respuestas a “Se hace camino al andar”

  1. aun recuerdo los gritos en un vuelo cuando el tio dijo su apellido: comandante Carnicero

  2. desenboarding de ordago che… HOHOHO
    Si, la verdad que el ingles de las azafatas de lineas espanyolas da un poco de pena. Me acuerdo de mi ultimo vuelo con Iberia (quien me mandaria a mi) y cuando la azafata empezo a…. hablar?… chapurrear ingles, los holandeses presentes se partian la polla.
    Que se le va a hacer, eso nos pasa en Espanha por no tener las putas peliculas y series de television en version original, el dia que hagan eso, igual cambia un poco la cosa.

  3. Otra buena cuestión es el por qué tenemos que saber el apellido del comandante. Es algo que a mí personalmente me la trae al fresco mañanero.

    Las azafatas de Iberia como ya no tienen dientes, son perfectas para chuparla, que lo sepas. Eso sí, no las muevas mucho que si te acuerdas del anuncio de Ariel en el que se rompía la camisa, en este caso se rompe la azafata completa.

  4. Una curiosidad: para quien o para que eran las flores? No se por qué, no me pegan contigo…