Segundo día. No veas la suerte que hemos tenido


El relato comenzó en Los preparativos y el comienzo del viaje a Polonia

Estuvimos más de hora y media recorriendo la zona sin ver águilas. Nos cruzamos con otras aves e incluso vimos algunas manadas en formación emigrando hacia el cálido sur de Europa o hacia África. En ese tiempo también revisábamos las fotos y nos enseñabamos unos a otros las que creíamos que estaban bien. Pese a ir los tres en el mismo barco, con diferentes equipos se consiguen fotos muy distintas y todos teníamos siempre algo especial. En mi caso, una de las más espectaculares era de un águila joven que tras pillar el pescado y comenzar a remontar el vuelo, giró la cabeza durante una fracción de segundo y miró directamente hacia la cámara. Yo fui el único de los tres que consiguió esa imagen y al menos en la pantalla de mi cámara se veía perfecta.

Cruzamos hacia la isla en la que el día anterior habíamos visto varias águilas pero allí no había nada. Los tres pensábamos que nuestra suerte se había acabado y cuando sabíamos que nos quedaba nada más que media hora vimos de nuevo un águila. Se acercó más que ninguna otra e hicimos unas fotos geniales. No solo cogió el pescado, se lo comió y volvió a buscar más otras dos veces. Lo flipamos y tras ella llegaron otras que parecían no tener miedo y cogían el pescado sin más problemas. Nosotros estábamos de nuevo ocupados haciendo fotos y tras ver a otra águila coger el pescado y remontar el vuelo vemos que se acerca desde lejos una segunda águila y se ponen a volar en formación. Nosotros les hacíamos fotos y como la acción transcurre en unos segundos no te da tiempo de prestar atención a los detalles y te concentras en conseguir la mayor cantidad de imágenes. En eso que las águilas pasan por detrás del barco y de repente la segunda ataca a la primera en el aire y se quedan enganchadas por las garras. Las dos águilas comenzaron a hacer un trompo mientras caían desde cincuenta metros de altura o más. Yo gritaba de excitación. Lo mismo hacía el Moreno e incluso Miss cagarrutas. Hasta el pescador alucinaba y gritaba mientras las dos águilas giraban y caían hasta golpear el agua y desaparecer en la misma. Al poco se debieron destrabar y las vimos asomar sus cabezas y empezar a aletear hasta que consiguieron salir y remontar el vuelo. Nosotros poco menos que aullábamos y no nos lo podíamos creer. El pescador soltó el timón y se vino al lado del barco en el que estábamos a mirar las fotos que teníamos. Posiblemente este fue el momento más mágico de toda la semana y ya en ese instante lo sabíamos. Por desgracia el sol y la colocación del barco no eran las óptimas pero que nos quiten lo bailado, al menos lo pudimos ver y en mi caso tenía un montón de fotos que sin estar muy allá, documentan de una forma preciosa todo lo que sucedió en el aire.

El chute de adrenalina fue histórico y aún estábamos asombrados y hablando todos a la vez cuando apareció un nuevo águila y tuvimos que volver al trabajo. Después aparecieron unas cuantas más y cerca del puerto vimos a dos de ellas jugando cerca del bosque. Entramos en el muelle sabedores de lo especial que había sido esa excursión e incluso nos planteamos el pedirle al pescador que repostara y pillara más pescado y volver a salir unas horas más, decisión que habría sido muy acertada. Le pagamos lo convenido y le dejamos aún más propina que el día anterior. Estrechamos manos y si no es por todo el traje plastificado que llevaba, allí mismo lo abrazamos.

Volvimos a la pensión y al entrar en el comedor los otros nos dicen que no habían visto casi ningún águila y las que vieron no bajaron a pillar pescado y se quedaron en el aire. Cuando escucharon la cantidad de águilas que habíamos visto y la de cosas que habían sucedido las miradas de odio y envidia eran más que evidente. Por segundo día consecutivo la suerte había viajado en nuestra embarcación y pese a obligarnos a ir por el camino técnicamente malo, habíamos triunfado. Copiamos las imágenes a los discos duros que llevamos y un poco más tarde salimos todos juntos de excursión en coche. Fuimos a un bosque junto a una laguna enorme y vimos ciervos y otras aves. Cerca de la puesta de sol conseguimos unas fotos preciosas con los árboles y la luz suave de la tarde reflejados sobre la laguna e incluso vimos algunas águilas volando hacia el bosque para buscar un lugar seguro en el que dormir.

Al volver a la pensión teníamos un rato que aprovechamos para seleccionar las mejores fotos. A la hora de cenar la polaca nos dio de primero sopa y de segundo tenía pescado. De las diez personas cinco le dijimos que no queríamos comer lo mismo que las gaviotas y las águilas y la mujer se llevó un disgusto aunque lo solucionó pronto a base de escalopes y tortillas francesas y por supuesto, dos tartas. Tras la cena montamos el proyector y un tío le pasó su selección al organizador del evento. Tenía un montón de gaviotas cogiendo pescados pero ningún águila. Tras él me tocó el turno a mí y le dije que aunque técnicamente teníamos que elegir las veinte mejores, me había quedado con ochenta porque me resultaba imposible elegir. Yo aún no había visto mis fotos en una pantalla grande, solo en la cámara así que no podía estar muy seguro pero cuando la primera apareció en el proyector supe que lo había conseguido. Una imagen perfecta, nítida y alucinante, con unos colores preciosos. Después vino otra y así sucesivamente. Tenía series completas perfectas. La chica que iba en nuestro barco también había estado en Polonia el año anterior y volvió porque no consiguió hacer ninguna foto decente con las águilas capturando el pescado. Yo en mi segundo día tenía un montón de águilas cogiendo el pescado. Desde delante, por detrás, de lado, mirándome, con las alas extendidas, volando en posiciones imposibles, las tenía todas. Definitivamente fue mi día de suerte. La selección con las águilas enganchadas en el aire no está muy nítida pero la secuencia es preciosa e hice muchas más fotos que los otros dos. Al final vieron mis ochenta fotos y cuando terminaron se quedó todo el mundo en silencio.

El Moreno se ofreció para ser el siguiente y puso su disco duro con todas sus fotos. Si las mías eran buenas las de él eran aún mejores. Su cámara es más rápida y puede hacer hasta diez fotos por segundo. ?l también tenía series completas con todas las imágenes enfocadas. Estuvimos más de una hora viendo sus imágenes. No había mucho espacio para la crítica, constructiva o destructiva porque las fotos hablaban por sí mismas. Cuando terminamos de ver las suyas los que quedaban por mostrar imágenes no quisieron enseñarlas. Decían que no valía la pena, que después de la exhibición que hicimos nosotros ya estaba todo dicho.

La mayor parte se fue a dormir y nosotros nos quedamos bebiendo unas cervezas y aprovechando para comprobar si hacía falta calibrar mi objetivo con mi cámara. Algunos de los que estaban allí trajeron sus cámaras para calibrarlas ya que el Moreno es un experto en el tema y sabe como hacerlo. No nos dimos cuenta que la polaca estaba haciendo algo en el salón hasta que fue demasiado tarde. Se acercó sonriendo y nos dijo que había llenado la chimenea de madera para que nuestra habitación estuviera caliente. Casi la mato allí mismo. Al irnos a acostar la habitación no estaba caliente, era una sauna. Tuvimos que dormir con las cuatro ventanas abiertas pese a que afuera la temperatura era de unos pocos grados. Pese a este pequeño contratiempo, el segundo día resultó aún más increíble que el primero y estaba claro que ese día nuestros ángeles de la Guarda se habían ganado el sueldo.

Así terminó la segunda jornada fotografiando águilas.

El relato continúa en Tercer día. No hubo mucha suerte


6 respuestas a “Segundo día. No veas la suerte que hemos tenido”

  1. Me alegro que tuvieras tanta suerte.

    Por cierto, no entiendo eso de calibrar el objetivo con la cámara, ¿que es?

  2. Algunos modelos de Canon (EOS 50D, 5D Mark II, 1D Mark III, 1Ds Mark III, 7D o la 1Ds Mark IV), Nikon(D3, D3x, D3s, D300 y D700) o incluso la Sony A900 permiten ajustar la cámara con todos y cada uno de los objetivos que usas. De esta forma puedes solucionar problemas de backfocus (el plano que aparece enfocado en nuestras fotografías está más cerca de nosotros que el punto que seleccionamos con el AF) o frontfocus. Hay multitud de tutoriales en la red disponibles sobre como hacerlo pero yo no soy muy bueno en el tema y el Moreno lo hace regularmente. En mi caso comprobamos que el objetivo de 400mm que compré está perfectamente ajustado a mi 50D. Un día de estos tendré que hacer lo mismo con todos y cada uno de mis objetivos (más las combinaciones con extensores).

  3. Entre la jiñada mañanera y la putada nocturna, esa chica se ganó el cielo eh? Que empiece la sesión aguilas en distorsiones YA!!!!

  4. Sí lo tienen en unos cuantos modelos. Es una opción normalmente escondida en los menús de configuración más avanzado. En Nikon creo que se llama AF Fine tune.
    Virtuditas, ayer borré unas quinientas que no merecían la pena. En dos días me he deshecho de 1100 fotos pero aún no ha comenzado lo duro que es procesar las restantes, que son más de mil. Tendré que hacer una nueva ronda y tratar de quitar otras quinientas.