Cágate y méate todo. Por fin una película de terror que te hace mirar a tu alrededor con desconfianza y te desestabiliza esa paz de espíritu conseguida a base de mantras y mucha respiración asistida. Y como no, viene de Asia, el continente en el que se ha reinventado el género del terror. La película en cuestión es Shutter.

La trama se resume en un párrafo: Una pareja de julays universitarios atropella a una penca sucia y rastrera marchándose del lugar del accidente. A partir de ahí una ladilla crecida por el efecto de los esteroides se estrella contra ellos y les hará la vida imposible entre gritos, sustos y malos rollos. Para quitársela de encima visitarán a una vieja maloliente que solo quiere ser follada y acabarán todos juntos de vacaciones en Benidorm entre putas inglesas y borrachos alemanes.

ESTO ES TERROR con mayúsculas. No recuerdo haber pasado una hora y media tan terrible en mucho tiempo. Disfruté como un enano gritando y encogiéndome en mi butaca. Todavía me acuerdo y se me pone el vello de punta. Una buena película de miedo se mide por el número de pollabobas que dejan la sala y esta ha roto todos los récords. Al menos ocho personas se marcharon en los primeros veinticinco minutos. No pudieron soportar la continua tensión, los sustos encadenados, el puto fantasma que te pone los huevos como guisantes cada vez que aparece y te mira desde la pantalla y puedes sentir ese odio profundo y como quiere saltar delante tuyo y hacerte cositas malas.

Cuando salí del cine pasé de entrar en los baños porque es un lugar que se presta a este tipo de encuentros y me fui directo a casa aún con el corazón acelerado.

Si te gusta el cine de terror y crees que puedes aguantar la hora y media que dura sin salir corriendo como una maricona vieja de la sala, vete solo y enfréntate a tus propios miedos. La pregunta que yo te hago es: ¿tienes lo que hay que tener?

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