Siempre, todo lo peor


Sólo un reducido grupo de mis ochenta mejores amigos ha vivido conmigo la tensión y el agobio de los últimos días. Nada más que setenta y nueve de esas ochenta personas tan especiales han sido merecedoras de la confianza necesaria y suficiente para compartir con ellos la gran preocupación que me traía por el camino de la amargura. Todo comenzó hace unos meses pero no vamos a remover el pasado y engancharemos esta línea argumental el pasado miércoles. Eran las cuatro de la tarde y yo llegaba a la consulta de mi médico de cabecera.

Cuando me llamó, el cielo se oscureció y unos cuervos negros se posaron enfrente de la ventana a graznar sus malas noticias. Mi médico escuchó aquello que le tenía que decir, hizo las pruebas pertinentes, consultó el oráculo, me leyó los posos del cafelito que me puso su asistente y me miró apenado mientras negaba vehementemente con la cabeza. Sus palabras fueron una sentencia condenatoria: Un marico feo y requeteoperado, con menos pelos en la cabeza que el chichi de la más vieja de las chicas de oro, se cruzó en mi camino y por culpa de la infalible ley del Gato Negro, Gato Malo, me rodeó con un karma negativo que me quitó todo los puntos que tenía y devolvió mi personaje a la casilla de salida. Ante este panorama tan negro, solo las medidas más radicales podían salvar mi alma. Firmó el volante para el hospital sin que le temblara la mano.

En lo alto de la torre inclinada, un marico hechicero viejo agitaba su cabezón tipo bola de billar y trataba de arañar el aire con sus uñas negras cubiertas de raña mientras los trapos que vestía se agitaban distribuyendo el hedor de quien no conoce la higiene personal. Su falda apergaminada dejaba entrever unos gallumbos que en su día fueron blancos y ahora eran marrones de tanta mierda como habían absorbido. Estaba realizando algún ritual maligno y mientras giraba y giraba sin cesar no cesaba de gritar: ? todo lo mejor, siempre, todo lo mejor, siempre, siempre, siempre, lo mejor, siempre, todo, siempre, todo lo mejor

Desperté gritando y sudoroso de esta horrible pesadilla y ya no pude conciliar el sueño. Por la mañana, desayuné taciturno y me fui directo al hospital. Mientras aparcaba la bicicleta vi pasar un hombre cubierto de sangre y que parecía desorientado. El líquido parecía surgir de algún lugar de su cuero cabelludo. El miraba a un lado y otro y andaba unos pasos antes de darse la vuelta y repetir la maniobra. Era igual que los que se ven en las series hospitalarias, solo que la sangre no era tan roja. Supuse que el hospital le pagaba para hacer este trabajo y que los pacientes como yo puedan entrar en situación más fácilmente. El hombre me miró y traté de mantenerle la mirada pero un chorro de sangre amenazaba con mancharme y retrocedí espantado.

Llegué a la recepción y les enseñé el papel. me mandaron a una ventanilla en la que me hicieron una foto y me dieron un carnet para moverme por el hospital. Fui a la zona número uno y allí me dijeron que esperara hasta que me llamaran. Pasó una hora y media y yo era la única persona que quedaba. Me metieron en una habitación y me pidieron que me quitara la camisa. Una enfermera me sujetó con unos cintos y después se dedicaron a echarme agua bendita mientras conjuraban al demonio para que se marche: Marico hechicero, aléjate de aquí. Marico hechicero, vuelve a las cloacas de las que nunca debiste salir. Marico hechicero, todo lo peor para tí, por siempre y para siempre ? Acompañaban estos cánticos con rayos equis, uve, uvedoble y zeta, que lanzaban a diestro y siniestro para espantar el mal karma. Finalmente el aire pareció aclararse y terminaron el ritual. Me pidieron que esperara unos minutos y después de un tiempo que a mi me pareció interminable, una de las chicas me dijo que todo estaba bien y que debía continuar con mi camino por el purgatorio.

Seguí hacia la zona siete del hospital, la más poderosa y allí una enfermera me dijo que me llamaría en unos segundos. Así fue. En el marcador que indicaba los números apareció un seis seis seis que me identificaba. La gente se apartó santiguándose, las madres sujetaban a sus hijos y les tapaban los ojos para que no me miraran y el Cristo que tenían en un crucifijo en la pared se marchó a la cafetería a tomar un cortado porque no quería estar allí conmigo y con eso que llevaba a mi alrededor.

La enfermera me puso en una camilla y me tranquilizó con dulces palabras. El cura y el médico llegaron juntos. Afuera se oscurecía el sol. El ritual chimpuniano es muy sencillo y rápido. La enfermera y el médico me sujetaron con fuerza y el cura me inyectó el jeringón de agua bendita mientras exhortaba al marico viejo para que se marche: Vete, vete, vete, todo lo peor, siempre, todo lo peor para ti, siempre, para ti todo lo peor, siempre y ahí perdí el conocimiento. Al abrir los ojos sentía una sensación de alivio infinita, era como si me hubieran quitado a una maricona vieja que se me había subido a la chepa y se agarraba a mi como una ladilla. Por fin podía moverme, podía hablar, saltar, reír y disfrutar con los colores de un soleado y luminoso día de primavera.

Salí a la calle y el hombre ensangrentado seguía perdido por el aparcamiento, acercándose a los que llegaban y tratando de comunicarse con ellos. Me subí a mi bicicleta y me marché.

Epílogo

Han pasado cinco días y tras esas ciento veinte horas, siete mil doscientos minutos o cuatrocientos treinta y dos mil segundos llegó la hora de comprobar que el karma se había recuperado. Mi médico me miró y sonrió. Se puede decir más alto pero no más claro. ya no hay hechizo, ni maldición, ni mal karma que me rodee. Mi aura vuelve a estar limpia y pura. El médico me abrazó, me acompañó a la puerta y por un instante pensé que iba a volver a lanzar la maldición contra mi porque una premonición me avisaba que me desearía todo lo mejor, siempre, pero en lugar de eso, estrechamos manos y me dio la bendición.

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4 respuestas a “Siempre, todo lo peor”

  1. NO ME LO PUEDO CREER!!!!: A CRISTO LE GUSTA EL CORTADO!!!! JAJAJAJAJJA TE PASASTE MAS Y MAS Y MAS!

    Estoy contenta que todo haya ido bien, muy contenta. Besos.

  2. Me alegro de que la pesadila haya terminado aunque me quedo con las ganas de saber si se le saltaron los puntos.

  3. Waiting, no se va a tomar el cafelito solo, mejor con un poco de leche y algo de azúcar.

    Plus, no se sabe, pero tomar su propia medicina no le debe sentar muy bien.

  4. que pesadilla por dios! Todo esto da para hacer una película mejor que muchas de jollybúu y nos sobra argumento!