Sol y playa en Camiguin


El relato comenzó en Cruzando China camino de Manila

Hoy tenemos un relato cortísimo y aburrido. Me desperté cuando comenzó el estruendo habitual, sobre las cinco y media de la mañana, que es la hora en la que en las Filipinas, a la gente le encanta empezar con el karaoke y a las motos pitar sin parar y se unen a la sinfonía de los gallos. Lo más duro de regresar a los Países Bajos es acostumbrarme al silencio más absoluto que hay en mi casa. Me despierto continuamente por la falta de ruido que hay allí. Tuve mi tradicional desayuno filipino con tosilog y que incluye, tocino frito, arroz frito con ajo y huevo frito y que estaba acompañado de un zumo. Sobre las ocho de la mañana yo ya estaba o o un campeón en la playa, escuchando un audiolibro y tomando el sol sin parar. Aguanté hasta las doce, cuando el sol castigaba a conciencia y me retiré a mi habitación y a las tres de la tarde y hasta las seis recuperé mi posición como único usuario de la playa. Los locales que pasan por allí flipan y se paran a hablar conmigo. Para mí que nunca habían visto a un occidental usando la playa, o quizás crean que soy filipino ya que me he puesto tan Moreno que ayer dos me preguntaron si hablaba filipino. 

Para añadir un par de líneas más, decir que siguiendo con las clases para aprender la lengua local si queremos referirnos a una virgen diremos Birgen, si queremos dar un VIVA diremos VIVA y cuando uno quiere decir que es disciplinado, dice disciplinado y si además uno es responsable, en filipino se dice responsable. Además, si tú madre te manda a tirar la basura, será la basura. Y lo más importante, como se dice treinta y tres en filipino, treinta tres. Increíble cómo no tienen una puta palabra en truscolán de mierda, tan importante y victorioso que fue su Emporio ficticio y no ha dejado trazas ni a más de diez mil kilómetros de distancia como sí que ha hecho la lengua española. 

Después de la playa y la puesta de sol, ducha y al italiano a comerme un nuevo calzone y tras eso, regresó para relajarme y preparar la bolsa (algo que me toma dos minutos, quizás tres). He aprovechado para que me laven toda la ropa por segunda vez (con lo que aguantó una semana con las mudas que tengo y procurando no sudar los gallumbos poniéndome el bañador). Mañana me recogen a las siete menos cuarto para moverme hacia mi próximo destino. 

El relato continúa en De Camiguin a Surigao

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3 respuestas a “Sol y playa en Camiguin”

  1. Cocho!! hoy no vas a conseguir nada, que me acaba de emocionar Genín.
    Eso si, yo de tí me lavaba un poco, porque todo eso en contacto con los huevos no puede ser bueno, y si coges una infección en el prepucio en Filipinas, debe ser unas risas ir al médico.