Soy Malo.


Lo sé. Pero eso no me quita el sueño. Es más, duermo igual de bien y quizás mejor que Darth Vader, malo donde los haya y que pese al pequeño problema de asma que tenía el hijoputa dormía como un bellaco. Es lo bueno que tiene estar en el reverso zarrapastroso, que no te quita el sueño. Esta reflexión tan profunda y contundente viene a cuento de algo que vi el domingo y que mi cerebro obviamente malvado desvirtuó. Ese día quedé con Waiting para ir al cine en Amsterdam. Ya sabéis quien es ella, la afamada bitacorera que no escribe una «O» ni con un canuto desde el catorce de abril del año 2011 y que proximamente superará el año sin publicar nada y ya me tiene pensando en el tipo de celebración que haremos. Bueno, fuimos al cine juntos, una actividad muy poco dosputocerolista ya que ninguno de los dos tiene perfil en el CaraCuloLibro ni comenta su vida y milagros en el Tuiterota. Para aquellos de vosotros que tenéis el gen de bosmongolo muy desarrollado, lo de ir al cine con amigos es aquello que hacíais en los ochenta cuando aún no regalabais vuestra información personal en redes de pesca y captura de la misma. Nos vimos un par de películas juntos, parando entre medias a almorzar y disfrutar con las vistas del mundo y del universo desde lo alto de la torre del Kalvertoren y tras la segunda nuestros caminos se separaron porque ella quería ir al cine de los intelectuales con gafapasta que está justo al lado y yo quería ver una película de terror. Quedamos en encontrarnos tras las películas en el vestíbulo del cine. Como la mía comenzó antes y acabó antes, bajé al vestíbulo a esperarla y me senté en un pequeño café que hay en el mismo y me puse a jugar al Tiny Tower, ese juego que fue elegido como el Juego del año por Apple y que no hace mucho apareció en versión para los más pobres y desfavorecidos también conocidos como los dueños de teléfonos con el Androitotorota, el sistema operativo que convierte el robo de información personal en algo cotidiano y que al parecer es gratis-total igual que la información que te roban. Bueno, estaba manteniendo mi rascacielos de noventa plantas en el juego mientras escuchaba un audiobook o audiolibro si existiera esa tecnología en español y de repente algo capta mi atención. Un empleado del cine viene con dos chamas colgadas de sus brazos, las dos ciegas. Que mala suerte más grande que tienes que tener para que siendo ciego te toque un amigo ciego, que parece que los dioses son hijosdeputa y se ensañan con la desgracia ajena y mismamente por esto yo no creo en ninguno de ellos. El empleado, aprovechando que no veían ni papa o quizás para confirmar que lo que pretendían era hacer el paripé, les dio dos vueltas completas al enorme vestíbulo del cine, rodeando las escaleras mecánicas y parando aleatoriamente para despistarlas. Las ciegas iban agitando los bastones como tratando de arrearle un mamporrazo a alguien, ya que con el cuento después se disculpan y aquí paz y en el cielo presuntos tocadores de niños, también conocidos como católicos miembros del clero. Mi cerebro, esa parte que concentra la mayor cantidad de maldad, enseguida se imaginó algo. Si yo fuera el empleado, lo primero que hago es separarlas un poco y le susurro al oído de la ciega número uno: tu amiga es negra, que lo sepas. Después le susurro a la ciega número dos: tu amiga es negra y tiene pinta de malaje y después las siento para que se despachen a gusto una con la otra. En este caso, una de ellas era negra de verdad y la otra blanca, pero seguro que en la familia de la primera la tienen super-engañada y le han dicho que ella es albina y que su acento como de negra caribeña es porque en la barriada periférica en la que viven todo el mundo habla así y no tiene nada que ver con el color. Las dos ciegas, tan malas como yo, se sentaron en la cafetería y lo primero que hicieron fue abrir los bolsos esos que llevan que parecen mochilas para mudarte al Himalaya con doscientos kilos de carga y empezaron a sacar comida y bebida para encochinarse. Junto a ellas, un cartel enorme que prohibía expresamente el comer o beber productos que no hayan sido adquiridos en la cafetería, aunque obviamente, esas abusan de su desventaja visual y se van de rositas. Si el empleado hubiera sembrado cizaña, como habría hecho yo, seguro que la conversación habría sido algo así:

? Japuta, que me tienes engañada. No me habías dicho que eres negra-de-mierda. Siempre supe que tu acento era como el de Kunta-Kinte en la serie aquella tan buena que yo escuchaba en mi casa ? dice una.
? No, la que me tiene engañada eres tú, que eres la negra. Yo soy albina, como sabe todo el mundo. Tienes suerte que yo no soy racista y no me importa que me vean con un bicho sucio y feo como tú, tiznaá, que estás tiznaá
? Maricona, negra será tu puta madre ? dice la primera acalorándose
? Cállate chimpancé, que como sigas cagando paridas te cierro la boca con un plátano, que llevo una mano de los susodichos en mi mochila para alimentar a las bestias como tú

Por desgracia, la conversación no transcurrió así y ellas se limitaban a encochinarse en una cafetería sin consumir nada del local. Si yo fuera el empleado, mi maldad legendaria me llevaría a meterlas en la sala en la que están dando la película muda The Artist y así las jodo vivas a las dos y grabo su conversación:

? Maricona vieja, que aquí no para de sonar música con piano pero no habla nadie ?? ? le dice una a la otra
? Tienes razón, travelo momificado, yo creo que llevamos ya como quince minutos con la música de los títulos de crédito y no acaba de comenzar la película. ¿Por qué no te levantas y vas a preguntar si ha sucedido algo? ¡Ah! Espérate, que eres ciega y no ves ni torta
? Mira quien habla, vete tú, lumbrera ??

Y yo mientras tanto me partiría la polla de risa grabando la escena para ponerla en el llutuve.

Lo dicho. Soy Malo. Lo sé y no me importa.

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3 respuestas a “Soy Malo.”

  1. Seguro que se te pasó rapidísimo el tiempo mientras esperabas. Pobre Waiting cuando llegó y tú ya habías tenido todo ese rato para regodearte en tus negro-pensamientos-malvados, todo lo que tiene que aguantar esa mujer…..

  2. Más bien todo lo que se estuvo riendo con el cuento de las ciegas. Además, las cosas son más divertidas contadas que vividas.