Stardust


Después de unas semanas de abstinencia he vuelto al cine. Mi ausencia no ha sido algo premeditado. Simplemente sucede. Hay miles de cosas que hacer, sitios que ver, aventuras que te reclaman y no siempre encuentro el tiempo que necesito para pasar un par de horas en una sala oscura. Para mi regreso a casa he elegido una película muy especial, una historia de la que sabía me iba a enamorar desde el primer segundo. Antes de hablar de esta película quiero que retrocedamos a 1987, un año buenísimo por muchas razones pero especialmente porque fue el año de La Princesa Prometida (The Princess Bride). Hay películas que ni siquiera cuento entre mis favoritas porque están más allá de listas y esta es una de ellas. Puedo cerrar los ojos y verme en el cine disfrutando como un enano, totalmente enamorado de los protagonistas, fascinado por un universo tan hermoso que resultaba imposible de imaginar nuestra vida antes de ese momento. Es la magia del cine o de la literatura o de la buena música. Cuando se alinean las estrellas y consiguen despertar esas conexiones que permanecen aletargadas en nuestro interior, descubrimos universos maravillosos y un torrente descontrolado de emociones nos recorre desde los pies a la cabeza y no podemos parar de disfrutar. Después de haber visto el trailer sabía que Stardust prometía mucho y no me ha decepcionado.

Amor es todo lo que necesitamos

Hace falta tener imaginación para ver una película como Stardust. No todo el mundo es capaz de cerrar los ojos y presenciar justas o recorrer el espacio en una nave espacial siendo perseguido por un Imperio malvado. La imaginación es quizás lo más único que tenemos, ese pequeño detalle que nos distingue del resto de los animales. De la imaginación surgen mundos mágicos, países legendarios en los que todo es posible. De la imaginación nacen maravillas como Stardust, toda una obra maestra, una película que solo se puede describir como mágica. Al acabar de verla sentí una necesidad imperiosa de volver a verla, algo que haré el próximo fin de semana. No pienso hablar de la historia porque estropearía la sorpresa pero hay príncipes, hay brujas, hay magia, hay personajes excéntricos, hay misiones imposibles, tesoros, secretos y misterios. Todo eso y mucho más. He revivido emociones que sentí cuando en 1987 vi por primera vez La Princesa Prometida, he aplaudido junto con otros al acabar la película porque lo merecía.

Si a veces eres un caballero o una damisela en apuros, si has pilotado un caza X-Wing y has luchado en batallas de las que dependía todo, si has bajado al fondo de los océanos y has encontrado allí la respuesta a todas esas preguntas que nos hemos hecho los humanos y si solo necesitas mirar una pequeña flor en el camino para imaginar toda una aventura de final romántico, no puedes dejar de ver Stardust porque sin lugar a dudas es una de las mejores películas que podrás ver este año.
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4 respuestas a “Stardust”

  1. Hablando de las similitudes con La princesa prometida me llama la atención que la guionista sea Jane Goldman…¿será familia de ese otro Goldman autor de tan maravilloso guión?

  2. plus, ni idea. Lo que sí tienes que hacer es ir a verla con la que vino de Madrid y los otros capullos y vete nada más estrenarse para que puedas repetir. Es MARAVILLOSA.