Süskind


Entre todos los sambenitos que me podían tocar, el del cine holandés se veía vivir porque vivo en la Zona Cero en la que se estrena el mismo y hasta el festival de cine más importante de este cine se celebra en mi ciudad. Hace ya años que sistemáticamente hablo por aquí de películas que jamás verán la luz del sol en mercados como el español pero ni me canso ni dejaré de hacerlo. Igual que seguro que en Laponia tienen su propio cine y es muy bueno, en Holanda hay una industria pequeña y muy interesante en la que los dos géneros más tocados son el de los dramas de la Segunda Guerra Mundial y las comedias con marroquíes delincuentes. Las segundas no las suelo ver porque no los entiendo cuando hablan neerlandés pero las primeras sí que no me las pierdo y la última en estrenarse ha sido Süskind, película que ni por asomo se estrenará en un cine en España y por tanto es como si no existiera para vosotros.

Un judío julay salva vidas de niños de morir en las manos de los nazis

Un miembro del consejo de judíos de Amsterdam trabaja organizando los trenes que se llevan a los judíos hacia los campos de concentración y al mismo tiempo va escondiendo y salvando la vida de niños en un doble juego muy peligroso en el que además trabará amistad con el comandante nazi para el que trabaja.

Todo el mundo conoce la historia de Ana Frank y al parecer la gente cree que esa fue la historia más relevante durante la Segunda Guerra Mundial en Holanda. Walter Süskind, un hombre del que seguramente no habréis oído hablar, salvó más de seiscientos niños judíos de una muerte segura. Los ocultó y envió a otros lugares pasándolos por delante de la cara de los nazis usando una red de gente que trabajaba en la resistencia y lo hizo desde el mismo lugar en el que agrupaban a los judíos antes de meterlos en los trenes y enviarlos a los campos de concentración. La película es un viaje emocional, llena de momentos tristes y de otros de esperanza en la que descubrimos el valor y el tesón de este hombre y también la soledad del oficial nazi para el que trabajaba. El director Rudolf van den Berg ha conseguido una historia muy potente y bien llevada que no se hace pesada y mantiene la atención de los espectadores durante las dos horas que dura. El protagonista está soberbiamente interpretado por Jeroen Spitsenberger y en su cara podemos ver las decisiones terribles que ha de tomar en algunos momentos. Dándole la réplica está Karl Markovic haciendo el papel del oficial nazi.

Al parecer la película se rodó en Rumanía ya que la ciudad de Amsterdam ha cambiado demasiado pero aún así, es una historia preciosa que merecería mejor suerte. Si eres un miembro del Clan de los Orcos, esta película queda muy fuera de tu alcance intelectual así que no deberías preocuparte. Para los demás, si algún día se cruza en vuestro camino, merece la pena.


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