The Descent


 ¿Me lo parece a mí o últimamente hay mucho cine con cuevas de por medio? Parece que fue ayer cuando vi La caverna maldita y ya he vuelto a un cine a ver otra película de terror con tema similar. En este caso se trata de The Descent, una imaginativa propuesta de cine de terror con sello europeo.

La historia se puede condensar en lo siguiente: Seis lesbos aquejadas del mal de las pollas locas y con claras deficiencias de leche mangorra, la cual todos sabemos es vital para la cordura de una buena hembra, se van al monte para explorar una cueva, que ya sabéis lo que dice el refrán sobre hacia donde tiran las cabras. La que organiza el cotarro es una china perra sucia y rastrera que engaña a los otros chochitos y los mete en un sitio aún no explorado. Después de un par de errores tontos por culpa de una de ellas acaban encerradas allí y parece que no están solas, que unos primos lejanos de cuasimodo viven por allí y al olor de esos coños frescos se excitan sobremanera. Desde aquí es todo un mátalo tú pa’ no tener que matarlo yo y justificaciones inmorales de esas como la justicia es ciega y pollardona que tratan de levantar la moral de las niñas según se tuerce la cosa.

Teniendo solo seis protagonistas se arriesgaron y en lugar de matar una cada diez minutos a partir del minuto veinte, que sería lo propio de una película americana, las reservan a todas hasta bastante cerca del final y en lugar de gloriosas muertes tenemos algunos pequeños accidentes muy vistosos con huesillos fuera y demás. La tensión entre las chicas también se puede palpar, sentir e incluso ver en esos pezones duros como perlas de mármol que asoman de esas camisetas sudadas como chichis veraniegos. Hay un montón de momentos de alta tensión en la que los agarrotados espectadores rugimos cual bestias maleducadas oliendo la sangre y disfrutando en el dolor ajeno. Una de las chicas además de retorcida y amargada de la vida parece un combinado entre monja del tipo teresa la más puta y heroína de videojuego y se ve claro que esa es la que tendrá que resolverlo todo de alguna manera. La más machorra de las chicas tiene una muerte terrible porque el director quería educar un poco a la audiencia y demostrar lo pernicioso que puede ser para la salud el vicio del bollerismo.

Del director decir que es un tal Neil Marshall al que espero dejen seguir haciendo cine porque lo hace muy bien. El hombre controla a la perfección esos espacios cerrados y oscuros y consigue mantener la tensión durante todo el tiempo. Domina bastante bien el sutil arte del susto en película de miedo y eso es algo que no se ve a menudo. Las chicas no las conocía y están todas perfectas, con esos gloriosos acentos ingleses que a mí me ponen un montón y me hacen verme rodeado de ellas y dándoles golpecitos en las mejillas con cierto apéndice que me cuelga sobre los huevos.

Así que pasad de la novia, parienta o mujer objeto sexual con la que habitualmente vais al cine y llamad a los amigotes más zafios para una tarde de aullidos, gruñidos, exabruptos y diversión a un nivel muy básico. No os olvidéis de poneos un pantalón sueltito para que no os duelan los agarrotamientos.
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7 respuestas a “The Descent”

  1. Yo creo que algo esta pasando, por que noto una cierta violencia en tus palabras que se esta acrecentando, vamos que tienes los huevos hinchados por dios sabe que.

    Juas.

  2. He optado por desvariar en las críticas de cine y jugar un poco con el concepto que un genio creó con las critifrases. A mí me gustan así, violentas y verduleras. Si tienes algo de imaginación y puedes visualizar las cosas en tu cabezón, seguro que te ríes leyendo esto.

  3. Claro que me rio me parto el culo otra cosa no tendre pero imaginación, preguntale a bleuge juasss, visualizo las palabra de la gente y eso me juega malas pasadas… jajaja.

  4. Entonces por qué nos quejamos. Esta es una forma más original de contar la trama de las pelis, más chachona, más jinameña. Pero si no gusta volvemos al tradicional y sobrio relato de la trama que es más fácil de escribir.

  5. No era una queja man, era una reflexión mia sobre el por que del cambio en la forma de relatar. «Simplememente».