Justo antes de ir una semana de vacaciones a Gran Canaria estuve a punto de ir al cine pero al final no pudo ser. Estando en la playa tomando el sol se ponen a mi lado una banda de orcos jóvenes y uno les gritaba a los otros que no fueran a ver una película porque era una mierda de que te cagas. Su razonamiento es que era de acción pero no tenía ninguna y que el Negro protagonista no molaba mucho. Después de escuchar esto decidí que definitivamente tenía que ir a ver The Taking of Pelham 1 2 3 y tras volver a los Países Bajos ha sido la primera película que he visto. En España se llama Asalto al tren Pelham 123 y por si a alguno le suena familiar, es un remake de una película de los setenta con el mismo título y tema.

Un puñado de julays secuestran un metro para hacerse ricos

Un empleado del metro neoyorquino que ha sido degradado tras descubrirse que cobró sobornos tiene que hacer frente al secuestro de uno de los trenes y tratar con el jefe de los delincuentes en un intento desesperado por salvar las vidas de todos los que van en el vagón.

Lo primero es que el orco tenía razón en una cosa. No es una película de acción. Es un duelo entre dos actores salpicado con momentos puntuales de acción. Desde prácticamente el primer minuto la cámara se centrará en John Travolta y Denzel Washington y prácticamente se olvidará de la existencia de la otra gente que aparece en pantalla, meros comparsas que no aportan nada y de los que no necesitamos saber ni que existen. Poco a poco el vínculo entre estos dos hombres que se han conocido en unas circunstancias extremas se irá afianzando y su relación transcenderá el propio secuestro y la violencia que lo rodea. Por suerte los dirige Tony Scott, un hombre que sabe mover la cámara con elegancia y que conoce el oficio. Lo mejor de la película son las escenas con estos dos hombres, su relación, la intensidad que ponen en aquello que hacen y solo cuando la cámara muestra a los que están a su alrededor decae un poco la cosa y nos preguntamos si quizás no están rizando el rizo demasiado ya que hay demasiados cabos sueltos y cosas que posiblemente sean absurdas. También se nota que no se preocuparon excesivamente por el resto de los personajes en la forma en la que los representan, con el alcalde como un buen ejemplo ya que más bien parece que lo tomaron de alguna película de Batman y en realidad aquello es Gotham.

La tensión irá aumentando y para cuando llegamos a la traca final, a la misma se une algo de esa acción que muchos creían que llenaba toda la película, sobre todo porque el trailer engaña un poco a la gente. Una buena opción si os gustan los buenos duelos entre actores.