Todos tenemos nuestros proyectillos


Imagino que hay seres humanos simples y simplones que van desde la salida del sol hasta su ocaso sobreviviendo y sin mucho más. Si son felices así no tengo absolutamente nada que objetar. Mi ciclo es de los complicados. Siempre ando con el agua al cuello con esto o con aquello y a poco que tengo un rato libre, hay mil cosas pendientes que lo ocupan. El flujo de proyectillos es constante. Esta semana por ejemplo estoy obsesioinado con el café frío, pero no con hielo sino ya preparado en frío y ando mirando tipos de grano, procesos para preparalo y demás. A eso le añadimos un postre que quiero hacer para el lunes y tenemos dos proyectillos culinarios que ocupan tiempo, junto con el mantenimiento del jardín, el tomar el sol en hamaca un par de horas por la tarde para aprovechar el verano holandés que puede acabar en cualquier momento ya que aquí en los últimos años, empieza a llover y ya no para hasta septiembre y exactamente eso es lo que parece que nos depara la semana que viene. He organizado mis escapadas de otoño, planeado mis visitas al cine, cuatro en dos días dejando el fin de semana libre y aunque esperaba que lo cancelaran, el sábado iré al recarajo a ver a unos amigos y pasar el día con ellos. De las veinticuatro horas que tienen los días, tengo diez totalmente petadas durante la semana, ocho en las que me prostituyo por un salario y seis para dormir.

Un proyectillo que he comenzado esta semana y que me tiene emputadísimo es en realidad uno de mi amigo el Rubio. Hace tres o cuatro años le picó algún mosquito con virus chungo y se le ocurrió que iba a empezar a correr. Se apuntó a un grupo en su poblacho con el que siguió un programa para entrenar y así comenzar y a partir de ahí empezó a correr una o dos veces por semana, algo que complementaba con el tenis que lo tiene obsesionado. Con los años, empezó a taladrarle el cabezón a la Primera Esposa y un día me entero que la pobre también estaba corriendo, además de jugar al tenis. A los niños los tiene super-entrenados para el circo, con fútbol para el macho y tenis y danza para las hembras (al macho se la suda ese deporte) y también natación y lo que se le cruce por delante. Con toda la familia quemando calorías, su artillería giró hacia mi y comenzó a darme la tabarra y decirme que vivir sin coche y moverme a todos lados en bicicleta no es hacer ejercicio y que debía correr. Durante por lo menos dos años ha intentado manipularme para que corra de todas las maneras posibles y yo pasando un kilo de todo. Finalmente este año encontró la cuña para romper mi caparazón. Me hizo un favor enorme y cuando yo, inocentemente, le ofrecí la posibilidad de hacer lo que él quisiera como pago, el joputa eligió que comience a correr y mira que yo le ofrecí limpiarle la casa, cortarle el césped, satisfacerle a la parienta y hasta hacerle pajillas si eso es lo que le molaba, pero él insistió que lo que le haría más ilusión en el universo es que yo corriera como cabra por el monte pero al ser Holanda, como cabra por la hierba con canales. Debería haber empezado en algún momento de marzo pero como me iba de vacaciones logré postergar la fecha de inicio. Los zapatos los tengo desde el año pasado, ya que me los regaló por aquello de si algún día quería correr. Fue regresar de las Filipinas y después de darme la bienvenida ya me preguntaba que cuando comenzaba a correr así que por aquello de mantener mi palabra, esta semana era la elegida para el suceso. El jodido proyecto me ha quitado un montón de tiempo intentando conseguir un programa para el teléfono que pueda usar con la lista de corridas y caminatas que tengo que hacer la semana pasada. Puedo confirmar y confirmo que no existe ninguno así que opté por un temporizador secuencial con el que me apaño sin problemas. El miércoles tras salir de trabajar, llegué a mi casa, me cambié e hice la primera sesión de tortura. Hoy será la segunda y entre medias, al menos cincuenta mensajes por el Güazap diciéndole cuánto lo odio. La semana que viene estoy jodido de verdad porque iré a Málaga unos días y tendré que repartir las carreras entre antes y después o hacerla en días consecutivos.

En mis próximas vacaciones en Gran Canaria ya me he complicado la vida con otro proyecto. Aprovecharé para hacer la parte práctica y sacarme el título que me permitirá plantarme en la misma keli de Nemo la próxima vez que vaya a Asia, aunque como siempre, los capullos de mis queridos amigos ya están haciendo planes y el Rubio se ve yendo conmigo de buceo al sur de España y mi amigo Sergio ya está pensando también en las cosas que debería ver por allí.

Mientras tanto, lo de hacer un podcast regularmente o escribir un libro tendrá que seguir esperando …


2 respuestas a “Todos tenemos nuestros proyectillos”

  1. Dormía cinco horas desde que tenía siete años o así y ahora duermo seis. Me es totalmente imposible, a menos que tenga una borrachera épica, pasar más de ocho horas en la cama.