Tránsito de Melaka a Kuala Lumpur


El relato de este viaje comenzó en El comienzo de otro gran viaje

Llegamos ya casi al final de estas vacaciones y como el día de dar el gran Salto se aproxima, me voy acercando a la capital de Malasia. Para este último día en el país elegí un buen hotel en el centro, cerca de las torres Petronas. Se trata del Crowne Plaza, el mismo en el que estuve cuando llegué por primera vez el año pasado al país. Es como cerrar un círculo.

No nos adelantemos. En este día me di el lujo de no madrugar y me levanté casi a las ocho de la mañana. Posiblemente ayudó que los chinos que eran vecinos de habitación se habían marchado y los habían sustituido por europeos y americanos, gente menos dada a montar una verbena a las siete de la mañana. Cuando bajé a desayunar la mayor parte de las mesas del comedor estaban ocupadas por chinos, que tienen un amplio concepto del desayuno incluido en la habitación y tratan de recuperar todo el dinero que han pagado comiendo. Es obsceno ver a toda esa gente hincándose plato tras plato tras plato solo porque lo han pagado. Uno que estaba cerca de mi se comió tres huevos fritos, varios platos de judías y fideos y perdí la cuenta de los vasos de leche y que conste que ya estaba allí cuando yo llegué. Desayuné más o menos lo que como siempre y después busqué un rincón en la zona en la que hay Wifi para hacer el check-in online de mis vuelos de vuelta y así elegir sitio. Me coloqué en ventana para ambos vuelos. Después subí a la habitación, terminé de llenar la mochila y bajé a la recepción. Me pidieron un taxi para llevarme a la estación de Melaka Sentral y mientras llegaba estuve navegando en Internet con el iPhone. El taxista me dejó en la estación alrededor de las diez de la mañana y busqué los mostradores de las empresas de guaguas para comprar mi billete. Como hay un montón de compañías que hacen esa línea se puede elegir. Mi criterio era pillar la que salía antes y encontré una que estaba a punto de salir. El billete me costó 12 Ringitt, unos 3 euros para un viaje de ciento y pico kilómetros. El autobús estaba bastante lleno y a mi lado se sentó un tipo de esos que en las películas sobre virus es el que contamina a todo el mundo. Se pasó el viaje estornudando y escupiendo en una bolsa. Yo le metí el aire acondicionado mío hacia él para que desviara sus virus y los mandara por el pasillo al resto de pasajeros, los cuales seguro que notaron mi jugada pero no podían hacer nada para evitarlo.

Las dos horas de viaje las pasé escuchando un audiobook. De no ser por el tráfico al llegar a la capital lo podríamos haber hecho en hora y media. En la estación se te acercan como siempre los falsos taxistas que te ofrecen un viaje a precio abusivo. Me puse los auriculares para emputarlos y ningunearlos y me acerqué a la zona de taxis oficiales en donde tomé uno que me llevó hasta el hotel. Como llegué antes de la hora que normalmente especifican me dijeron que no tenían habitaciones preparadas con una sola cama pero sí tenían con dos individuales. Yo duermo igual de bien en una que en otra así que tomé lo que me ofrecían y subí a dejar el equipaje. La habitación es la que está en la siguiente foto:

Hotel Crowne Plaza Kuala Lumpur

Una de las cosas curiosas que tienen las habitaciones de este hotel es que desde el baño hay un panel que se abre y lo comunica con la habitación con lo que puedes ver la tele mientras te pegas un baño en la bañera espléndida que tienes. Además hay plato de ducha aparte.

Me puse el bañador y corrí a la piscina en donde pasé las siguientes dos horas y medias atorrándome al sol. Después subí a ducharme, me vestí y salí a dar un garbeo por los centros comerciales. Estuve en los que están especializados en electrónica, unas moles de un montón de plantas en las que solo se venden ordenadores y productos fotográficos. Por más que miro me parece que la diferencia de precios con Europa no es muy significativa y si a eso añades que no tienes garantía en Europa y que si te pasas de los cuatrocientos y pico euros que puedes entrar a los Países Bajos y te paran los de aduanas te meten un puro del 40 por ciento, no merece la pena. Estaba mirando para comprar un cable disparador remoto para mi cámara pero lo compraré en Dealextreme que me lo mandan a casita aunque tendré que llorarle a alguno de mis amigos porque yo no tengo cuenta con los ladrones y estafadores de Paypal y es la única forma de pagar a esa gente. Creo que ya lo conté en una ocasión pero si no lo repito. La única empresa con la que he tenido problemas comprando durante diez años en Internet es PAYPAL y desde hace años cancelé mi cuenta aunque ellos se niegan a hacerlo y me siguen mandando correos que ya no leo porque son catalogados como Spam por mis filtros.

Regresando al relato, no encontré nada que me interesara y después de un rato me aburrí de tanto ordenador de pobres que no se pueden pagar un Apple y me fui al Pavillion, un centro comercial fastuoso como pocos. Compré un par de calcetines para tener limpios para mañana porque no quiero ir en el avión como el año pasado, apestando durante doce horas y miré la cartelera del cine pero lo que quería ver lo ponían muy tarde. En ese mismo centro comercial me compré el año pasado el DVD de la película Twilight y este año ha sido New Moon. Parece que se está convirtiendo en una tradición el recorrer más de diez mil kilómetros para comprar el único DVD que pasará a mi colección este año y que seguramente nunca llegaré a ver, como es el caso del anterior o de los otros que tengo. Después paseé hasta las Torres Petronas para hacer unas cuantas fotos con el gran angular y aproveché para mirar mi correo. Esperé a que oscureciera para hacer fotos de las torres iluminadas y regresé al hotel.

Por la noche volví a quedar con Mr. Hyde y él y su esposa me invitaron a cenar en un restaurante chino cerca de la zona en la que está mi hotel. Al volver, llené la bañera y me quedé en remojo casi una hora y si salí del agua fue porque me estaba cuarteando ya que estaba deliciosa. Así acabó el último día de mis vacaciones en Asia ya que el próximo será el del Gran Viaje de vuelta a Utrecht, saltando tres países, con tres vuelos y calculo que unas veinte horas en total.

El relato continúa en El gran viaje de regreso a casa

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2 respuestas a “Tránsito de Melaka a Kuala Lumpur”

  1. Pues este capitulo ha sido bastante tranquilo para tu media, y señalar que las habitaciones de los hoteles a los que vas son siempre bastante guapas, ese detalle de poder ver la tele desde la bañera me ha gustado. ¿Y cagando?
    Una curiosidad :
    ¿Vas a ver el partido de la final España-Holanda el Domingo?
    Pregunta indiscreta:
    Dado tu amor por los Países Bajos ¿Con quien vas? jajajaja
    Salud

  2. Pues aquí en España rebajaron el límite que tenían de 40 euros y ahora pagas aduanas a partir de los 22 euros.
    Y lo peor no es pagar impuestos, si no que los despachos de aduanas están totalmente privatizados para que no se les pase ni un paquete, incluso para los que van por correos, y la cuota que te cobra la empresa privada por pasarte el paquete de aduanas puede ir desde los 12 a los 50 euros más impuestos, con lo que acabas pagando 50 euros por un papel a medio rellenar y sin firma que se lleva una empresa privada y 50 céntimos de impuestos que se lleva el estado.
    Como ya habrás notado voy calentito con el tema de los aduanas.