Trocitos de realidad


Esta semana estoy resfriado y un par de días me he quedado en mi casa trabajando en plan «remoto» y algunos de mis compañeros ni siquiera se han enterado que no estaba en el lugar. Me veían responder a correos en cuestión de segundos, mantener conversaciones por el programa de mensajería corporativo y hacía y deshacía como suele ser habitual sin que la organización se resienta. Lo cierto es que al no tener la máquina de café para conversar y despistarme y tener que centrarme en el asunto he estado más productivo en esos dos días que en una semana completa en la oficina.

Hoy arrastré mis estornudos, mis velas interminables que no dejaron de gotear durante todo el día y una molesta sensación de malestar general mientras volvía al trabajo. La razón no era puro masoquismo sino que mi compañero de despacho se marcha y era su último día. Estuve allí, capeando el temporal y como odio estar solo en un despacho, me he apalabrado un nuevo compañero de oficina. Ni el mismo se lo creía. Yo siempre elijo a la gente que comparte mi espacio y cuando aceptan apaño la mudanza. Es algo sencillo si sabes qué cuerdas tocar y cómo hacerlo. Será algo temporal porque ambos nos vamos a otra parte en nuestro edificio, al ala que ocupa la gente de mi nuevo departamento. Ya he escogido mi sitio, aunque no estoy seguro que los demás lo sepan, pero lo harán, cuando sea preciso. Sobre el que se marcha, pierdo un compañero de trabajo agradable, pero mantengo a un amigo. Habrá que organizar quedadas y nos costará más el mantenernos al día de todos los pequeños asuntos de los que hablamos tan a menudo pero seguro que con correo electrónico y llamadas telefónicas lo solucionamos.

Si consigo billete estaré en Gran Canaria para mi sesión habitual de barbería en un par de semanas. Creo que esta será la primera vez en la que no vea cine que no sea español. Desde que tengo mi abono ilimitado a los multicines Pathé no doy abasto. Solo en febrero he visto trece películas y a este ritmo a menos que los americanos produzcan más basura para multicines, tendré que empezar a repetir películas. Vamos, ni en el tercer o cuarto mundo pagan 1.3 euros por película en un cine de primera clase, con lo último en sonido, imagen y demás.

Y para acabar. Ya es oficial, mi cocina está funcionando al doscientos por cien y están saliendo auténticas delicias prácticamente a diario.


2 respuestas a “Trocitos de realidad”

  1. Hey, cuídate!

    Habrá un día en el que trabajar en casa será una realidad a gran escala. Me imagino muy mona de cintura para arriba y el resto, chándal y zapatillas. Muy profesional, muy maruja.

    Buen fin de semana!

  2. ¿Chándal? El pijama morao que me regala mi madre siempre por mi Reyes y de los que tengo suficientes como para vestir a un equipo de baloncesto