Tulip Fever


Una película ambientada en Amsterdam, contando una historia holandesa y producida por gringos y chamos de la pérfida Albión sin un chamo holandés es una cosa exótica y que por supuesto quiero ver, aunque me tenga que desplazar a Amsterdam ya que solo la ponían en un par de cines de la cadena a la que estoy abonado. La película es supuestamente una historia de amor titulada Tulip Fever y que creo que no tiene ni fecha ni título para España, aunque se dijo que les apetecía llamarla truscoluña no es nación.

Una julay se encoña del pintor de brocha gorda y quiere que le empete otra cosa gorda que tiene el chamo

Una chama huérfana es más o menos vendida por las monjas a un chamo rico para que se case con él y le de herederos. El chamo se la jinca todos los días pero no hay manera de preñarla, algo que no lo detiene. Cuando se le ocurre contratar a un pintor para hacer un retrato de ambos, el fueguillo vaginal de la chama tirará para otro lado y además de coger con el marido, chingará que no veas con el pintor y la japuta no se queda preñada ni de coña. Su mucama sí que se preñó del pescadero y cuando este desaparece las dos planean una movida para darle el tocomocho al ricachón y que tenga su bebé. Todo eso con movidas de gente comprando y vendiendo bulbos de tulipanes de por medio y una monja haciendo guita que no veas.

La idea probablemente era buena pero se les fue el baifo al cielo un poquito y lo complicaron demasiado. Seguir el mercado de valores de los tulipanes, la vida y obra del pintor, la de la monja y el orfanato, la de la chama, su mucama, el pescadero y su marido es demasiado y la película se estira mucho y con tanto abarcar, se diluye. Hay cosas muy interesantes y otras que me la traían al fresco, como lo del vendedor de pescado y la mucama. Por desgracia tenemos que sufrirlo todo y aunque entretiene y nos enseña una movida que sucedió realmente en el universo holandés y que tuvo un gran impacto, tampoco encandila y salí del cine olvidándolo todo a los pocos minutos. Probablemente si se lo hubiesen currado más, rodado unas cuantas horas más y hecho una serie de televisión, les habría salido mejor. Christoph Waltz no pega demasiado como el ricachón holandés y al estar rodada en inglés, su acento es terrible y jode un poco la cosa, ya que supuestamente todos son holandeses pero allí hay diferentes acentos de inglés. Alicia Vikander la convirtieron en pava-objeto y hay varios momentos en los que da igual lo que diga o haga, la tienen en pantalla para calentar. El pintor que la pone como una mula en celo es Dane DeHaan, que curiosamente tiene ancestros holandeses ya que su apellido significa el gallo en holandés. Una pena de película, con un poquitito más de esfuerzo y concreción, podría haber sido algo grande.

Es cine de filmoteca y no pensado para los miembros del Clan de los Orcos, que harán bien en manternerse lejos de las salas. Por desgracia, los sub-intelectuales con GafaPasta tampoco la verán como algo digno de su tiempo.


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