Último día en Riga y regreso a Utrecht


El relato comenzó en Llegando a Riga

Mi día final en Riga comenzó temprano, como es habitual. De nuevo tuve el dudoso honor y privilegio de estrenar el baño y dejar otro regalo épico y legendario para la ciudad. Después de desayunar, charlando de nuevo con la finlandesa que parece que es la única que madrugaba como yo, recogí mis cosas y me marché. El día anterior había decidido pasar la mañana en el Museo Etnográfico al aire libre de Riga, el cual está algo alejado del centro. Tenía que ir en la guagua de la línea número 1 y sabía que pasaba cerca de mi pensión a las nueve y veinte.

Camino de la parada de la guagua pasé (nuevamente) junto a la Sveta Nevas Aleksandra pareizticigo baznica, una iglesia ortodoxa que también es muy popular y bonita y en donde la gente se golpea la cabeza contra la biblia o el libro que tienen expuesto y trae ofrendas de comida que dejan por toda la iglesia y que el cura y los ayudantes recogen. Increíble como partiendo de las mismas mentiras, los católicos tiraron para un lado y los ortodoxos para otro. La guagua llegó en hora y recorrí la ciudad saliendo de la misma hasta llegar al museo etnográfico, el cual está en un parque abierto.

Es otro bosque que han llenado de casas de madera que han rescatado de varios lugares del país, iglesias, escuelas, granjas y similares y que eran de los siglos XVII (equis-uve-palito-palito), XVIII (equis-uve-palito-palito-palito), XIX (equis-palito-equis). Tienen gente vestidos como folclóricos y haciendo las tareas que se hacían en aquellos tiempos. En realidad es muy interesante y lo tienen muy bien montado pero por alguna razón, atrae a los letones y no presenta demasiado interés para los turistas, o al menos no el día que yo lo visité ya que fui el único que paseaba por allí. Hay un poblacho de pescadores, un poblacho de montaña, y entre las cosas curiosas tenemos el sistema de castigo de truscolanes que han patentado y que van a poner en el centro de la capital para cuando les visite alguno darle candela de la buena, ya que todos sabemos que se merecen eso y muchísimo más.

También en el lugar hay un molino de viento y pensaba que había hecho un vídeo junto a una de las iglesias que me puso los pelos de punta, ya que parecía el escenario perfecto para una película de terror con adolescentes ligeras de ropa que mueren soltando quince o quizás dieciseis litros de sangre, pero igual lo borré sin darme cuenta. En el museo estuve casi tres horas, caminando y curioseando en los edificios y regresé al centro de la ciudad para almorzar antes de ir al aeropuerto.

Algo que aún es muy popular en Riga y que me recordó a algunas ciudades de España de hace décadas son los trolebuses. Si no puedes ver el vídeo anterior, pulsa aquíEstán por todos lados. También hay tranvías y autobuses pero el trolebús parece ser el rey. Por culpa de ellos y de los tranvías y de que parecen encantados con los cables, habréis notado la presencia constante de cables en las fotos, algo que no se puede evitar.

Después de comer fui al aeropuerto en el autobús 22 y el avión llegó veinte minutos antes de la hora prevista y salimos más o menos en hora.

En el avión de ida no nos dejaban usar los dispositivos mágicos y maravillosos durante el despegue y el aterrizaje pero en el vuelo de vuelta la tripulación tenía una idea distinta así que aproveché para hacer un pequeño vídeo aterrizando en Eindhoven, documento único y espeluznante que solo está disponible en la mejor bitácora sin premios en castellano. Si no puedes ver el vídeo anterior, pulsa aquí. Al aterrizar, fui en guagua a la estación central de Eindhoven y desde allí a Utrecht en tren y finalmente en bici a mi casa y así acabó esta escapada a Riga, ciudad que me ha parecido muy interesante y me ha abierto el apetito para ir a las otras capitales de los países de la zona, esos que se votan unos a otros en Eurovision (o al menos lo hacían cuando prestaba atención a esos eventos hace años).

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Una respuesta a “Último día en Riga y regreso a Utrecht”

  1. El vídeo del aterrizaje es verdaderamente genial!
    Nunca entendí porqué eliminaron los trolebuses aquí, sin ruido ni polución desde tantos años atrás…
    Salud