Un día en la playa


Pasar un día en la playa en Holanda requiere cierta planificación. Primero has de comprobar el tiempo al menos con tres fuentes fidedignas, por ejemplo viendo la predicción meteorológica en alguna de las televisiones, mirando la página Web del instituto de meteorología holandés (KNMI son sus siglas) y comprobando también alguna página de Internet especializada en este negocio, como AccuWeather. No está de más comprobar las imágenes de las webcams que emiten desde la playa, que ya sabéis que una imagen vale más que mil palabras. Una vez se está seguro de que se dan las condiciones climáticas, conviene pasarse por la página de la compañía ferroviaria neerlandesa, la NS por si se les ocurre trabajar en las vías que llevan hacia la playa.

Con todo en orden, se impone salir pronto de casa, meterse en un tren sin aire acondicionado y que estará lleno y recorrer los campos verdes del país a la búsqueda de ese mar del Norte tan frío. Alguno puede pensar en ir en coche, posiblemente algún gilipollas o retardado. Los que se arriesgan a llevar su vehículo ya pueden salir de casa antes de las nueve de la mañana porque en algún momento entre las diez y las once se llenarán los aparcamientos y la policía cortará el tráfico hacia ellos, dejando a miles de coches en un tremendo atasco que suele durar horas. Por eso es conveniente el uso del tren, el cual te deja a unos doscientos metros de la playa. Al llegar al lugar, me refiero a Zandvoort, los miles de viajeros que abandonan los atestados vagones se repartiran por los kilómetros de costa. Las familias irán hacia la zona que tiene diversiones para los niños, los amantes de los deportes de vela se dirigirán frente al circuito de Formula 3000, en donde se pueden alquilar velas para practicar. Los más jóvenes cogerán una guagua y continuarán hacia Bloemendal, la sección de la playa que equivale al Sensación de Vivir de la playa de las Canteras, en donde todas esas chiquillas que recién estrenan pelos en el chichi se pasean casi desnudas luciendo sus nuevos apéndices y calentando a los machos que babean mirándolas al amparo de las manadas. Paradójicamente, Bloemendal es el lugar en el que menos mujeres practican el top-less. Las nuevas hornadas de este tierra ven como algo hordinario y vulgar el enseñar las domingas y prefieren cubrirlas con telas de bellos estampados. De esa forma, privan a sus pretendientes de una visión cuasi-completa del material y favorecen el negocio de la pornografía en Internet, ya que los pobres especímenes de género masculino tendrán que buscar en la red lo que las hembras les niegan en la playa.

Si uno opta por no ir a esa zona y prefiere algo más pachanguero se encontrará que hembras más maduras pero aún de muy buen ver no tienen ningún reparo en despelotarse en la arena. Hay varias zonas nudistas en la costa y suelen estar bastante llenas. Por supuesto que hay mirones, mayormente turcos y marroquíes, que recorren la orilla con sus pantalones arremangados mientras se les salen los ojos de las órbitas al ver tanto coño al sol.

La moda de este año son las orgías en lugares públicos. Todo empieza en un foro o en uno de esos sistemas de envío de SMSs que se pueden ver en el teletexto de algunas cadenas. Alguien organiza la reunión. Se establece día y hora. Nadie sabe cuantos van a aparecer, pero por lo general son decenas e incluso cientos. Se reúnen en aparcamientos de autopistas y cuando están todos tiran hacia la playa elegida, o el parque natural o cualquier otro lugar en abierto y aquello se convertirá en Sodoma y Mangorra, puro vicio y perversión de gente que posiblemente no se conoce y que seguramente no se volverán a cruzar. Este nuevo deporte está disparando las alarmas de las autoridades, ya que allí por donde pasan no vuelve a crecer la hierba, de tanto condón usado que queda tirado. Con la ley en la mano no se les puede detener, ya que no hacen nada constitutivo de delito, al menos según la liberal ley de este país, que te deja follar donde te plazca siempre y cuando la persona con la que interactúes consienta.

En cualquier lugar de los kilómetros de playa en el que te encuentres, pronto verás venir hacia ti un tractor que arrastra algo parecido a un remolque. En realidad es una tienda completa, o un bar, muy especializado. Los hay que venden pescado frito, los hay de frutas, de helados o de bebidas exóticas. También están los clásicos con perritos calientes y hamburguesas. Uno espera hasta que la comida que se le antoja está cerca y cuando se detienen compra lo que quiere. Encuentro este sistema bastante cómodo, aunque por otra parte si te place un helado y el colega acaba de pasar, puede que tengas que esperar bastante hasta que el mismo u otro pasen a tu lado. Un día en la playa no está completo sin comida de estos establecimientos ambulantes, que para vergüenza y oprobio de los chiringuitos españoles, venden sus productos a precios muy competitivos y nada caros.

El único pero del día en la playa es cuando te apetece darte un baño. Tendrás que comenzar a andar hacia la orilla, pasando por una pequeña depresión en la que un montón de agua estancada de color dudoso y sobre la que descansa una espuma que no apetece rozar. Una vez pasas este obstáculo y llegas a la orilla, ármate de paciencia y comienza a andar mar adentro, porque después de cien metros el agua seguirá llegándote por las rodillas o quizás si tienes suerte por la cintura. Cuando estás en el quinto coño, temblando como un pajarito por la baja temperatura del agua, en ese instante margullas un poco para asegurarte un buen dolor de cabeza y sales escopeteado de vuelta a tu toalla, caminata que suele llevar varios minutos.

Todo esto que he descrito serían actividades normales de cualquier día de playa, pero en Holanda, en Julio es algo utópico. La última vez que tuvimos un buen día de playa fue a finales de Junio. En Julio, como siempre, llueve todos y cada uno de los días y nos tenemos que chupar toda el agua que se niega a ir a otros lugares de Europa. Todas nuestras esperanzas de poder ir a la playa se centran en Agosto, mes caprichoso y en el que o nos morimos de calor, o sacamos los abrigos y nos preparamos para el invierno. Pronto lo sabremos …

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2 respuestas a “Un día en la playa”

  1. Ya se que la curiosidad mató al gato, pero me gustaría mucho que profundizases en el tipo de fauna que se encuentra en esas playas. La típica familia con la mesa plegable y todas las comodidades? El grupo de lajas fumando chocolate? El grupo de pubertos haciendo el pato para captar la atención de un grupo de pubertas que no hacen sino atusarse el pelo un par de metros más alla de ellos?

  2. Tengo foto de sucjetos en playa, aunque de muy mala calidad por culpa de la mierda del telefono y quiero escribir sobre ello. No será exactamente lo que tu buscas pero algo parecido. Caerá dentro de la categoría de Desvaríos, me imagino.