Un día en Segovia


Como sucede siempre que hago el relato de un viaje, suelen ser varias anotaciones repartidas a lo largo de un cierto periodo de tiempo. Si quieres leerlo desde el comienzo, te sugiero que empieces con Vueldone con Vueling y al final de cada anotación tendrás un enlace al siguiente capítulo.

Comenzar un viaje de resaca no es lo más aconsejable y por suerte yo fui el que menos bebió la noche anterior. Mi amigo Eme sin embargo salió camino del coche con más pinta de ir a un funeral. El GPS de mi teléfono móvil nos quería sacar de Madrid a través de la M30 pero mi amigo insistió en ignorar sus indicaciones y usar otra ruta por aquello de la falta de información precisa sobre las zonas inauguradas y las que faltan por inaugurar de dicha carretera. Ya se sabe que la fiebre electoral obliga a abrir cosas sin terminar y después pasa lo que pasa. El GPS se cogió un rebote del quince y seguía gritándonos que diéramos la vuelta en cuanto se pueda para retroceder hasta la ruta que ella nos había marcado. No le hicimos caso y terminamos por silenciarla. Una vez enganchamos la Nacional VI hacia la Coruña todo fue coser y cantar. Esa carretera me sonaba porque en mi visita anterior fuimos por ahí hacia el Monasterio del Escorial. Cruzamos la Sierra a través de un túnel y enfilamos hacia Segovia sin más problemas. El GPS se tranquilizó. Nuestro objetivo era el centro de dicha ciudad. Cuando llegamos la odisea fue encontrar aparcamiento. Las calles más obvias estaban en obras pre-electorales y lo que quedaba era una inmensa zona azul de la que no se movía ni Dios. Cuando casi habíamos perdido la esperanza alguien dejó su plaza y lanzamos el coche en picado para que no nos la quitaran.

Lo del alquiler de coche fue curioso. Primero probé con el PepeCar ese que parece tan barato. Un puto timo, te cobran hasta por aflojar lastre en forma de gases en el coche y te limitan los kilómetros. Desde Holanda me dediqué a mirar las páginas tradicionales para buscar un coche para los tres días y lo mejor que había conseguido era uno por unos ciento veinte euros con seguro y todo. Ya estaba por rellenar los datos cuando se me ocurrió probar Hertz y ahí llegó la sorpresa. Solo noventa euros por tres días con novecientos kilómetros incluidos. Me entra el frenesí comprador, saco mi tarjeta de crédito, empiezo a rellenar mis datos y de repente frenazo en seco. Solo puedo poner una dirección española. shit! ?? me voy a la página de Hertz holandesa, vuelvo a comenzar a rellenarlo todo, mismo lugar de recogida, mismo coche, bla, bla, bla y cuando llego al precio me sale cincuenta y nueve euros con kilometraje ilimitado. Lo flipé. Esta vez si pude rellenar el formulario porque era residente en Holanda. Una ganga del copón. Cuando lo fui a recoger en la estación de Atocha el día anterior el empleado trató de venderme de todo, que cogiera una categoría superior, un coche especial, una mamada en los baños, una lluvia dorada de vírgenes búlgaras y yo venga a decirle que no, que no y que no. Al final resultó que me dieron un coche de una categoría superior porque no tenían de la que yo quería. Uno pensará que es algo chachi pero lo cierto es que me tocó una lancha enorme que al final lo que me produjo fue un montón de quebraderos de cabeza porque encontrar aparcamiento para ese cacharro no fue fácil.

Volviendo al viaje, después de aparcar salimos cuesta abajo hacia el Acueducto de Segovia. ¡Qué maravilla! Es todo un milagro que haya sobrevivido todos estos siglos. Eso es historia. Te da miedo hasta tocarlo por si se viene abajo. A su lado está el Mesón de Cándido, famoso por sus cochinillos. Desde ahí vas subiendo por unas calles preciosas hasta llegar a la plaza del pueblo, un lugar con pinta total de Cuéntame como pasó. Debe molar estar ahí en época de verbenas con las chavalas tratando de apagarse las calenturas. Pasamos por la catedral pero la vimos desde afuera y seguimos entre callejones hasta llegar al Alcázar de Segovia. IM-PRE-SIO-NAN-TE. De entrada subimos a la punta de arriba de la torre y nos hartamos a hacer fotos desde allí, con unas vistas increíbles. Después nos recorrimos todo el Alcázar, toda una maravilla de edificio. Según avanzaba la mañana el día se volvía más y más gris pero no llovía y podíamos seguir haciendo fotos. Al acabar la visita al Alcázar volvimos hacia el centro del pueblo y queríamos ver la parte superior del acueducto. Estábamos justo al lado del susodicho cuando comenzó a llover un montón y nos refugiamos bajo uno de sus arcos. Imagino como sería hace mil y pico años cuando la gente también se parapetaba allí esperando que parara de llover. Estuvimos un gran rato y en un momento en que flaqueó aprovechamos para correr hacia el restaurante en el que almorzamos. Comí Judiones de entrante y Cochinillo de principal. Salí de allí requintado y con contracciones cada cuatro minutos. Terminamos de ver la ciudad mientras el cielo amenazaba con más lluvia y una vez liquidamos el lugar nos volvimos al coche. Nuestro siguiente destino era Salamanca. El GPS comenzó a indicarnos como ir. Estábamos en una autopista y justo antes de llegar a la Sierra el cacharro se empeña en que salgamos de la autopista y entremos en un poblacho. Me parece una decisión extraña porque se supone que iremos por la misma autopista así que lo ignoro. Llegamos al peaje y la empleada nos informa que la hemos cagado y que tendremos que cruzar hasta el otro lado, coger la salida del Monasterio del Escorial, cambiar de sentido y volver. Resulta increíble pero en la carretera no había una puta señal que indicara como ir en dirección a Ávila cuando uno viene desde Segovia. Perdimos quince minutos con este contratiempo y después de cruzar dos veces más bajo la Sierra madrileña volvíamos a estar en ruta. Vimos la muralla de Ávila desde lejos (a la vuelta el domingo íbamos a parar por ahí) y cogimos la carretera hacia Salamanca. Creía que en España ya había autopistas para ir a todos lados pero no es así. Desde Ávila a Salamanca son setenta u ochenta kilómetros de carretera de las de antes, con sus curvas, sus cruces por pueblitos y sus coches haciendo adelantamientos salvajes. Esa parte del viaje nos tomó una hora pero al menos vimos un poco de folclores patrio e incluso pasamos junto a uno de los toros de Osborne. Al entrar en Salamanca, con la lección aprendida, dejamos que el GPS nos llevara hasta la misma puerta del lugar en el que nos íbamos a quedar, el hostal Alianza III. La encargada nos esperaba, nos dio las llaves de la habitación y tras dar un par de vueltas aparqué la lancha no muy lejos. Aún había luz y hacía calor así que salimos escopeteados hacia el casco antiguo de la ciudad y tuvimos nuestro primer paseo en Salamanca, aunque ya hablaré de la ciudad en la próxima entrega. Me pareció un sitio precioso y lleno de vidilla. Absolutamente recomendado como destino para un fin de semana. A la hora de cenar aún seguíamos regurgitando el almuerzo así que optamos por ir a un bar de cerveza y pincho en donde a golpe de cervezas cenamos. Por la noche estábamos agotados de lo del día anterior y nos fuimos a dormir temprano a nuestro hostal.

Para seguir leyendo el relato de este viaje, salta a Un día y dos noches en Salamanca

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9 respuestas a “Un día en Segovia”

  1. Me parto con tus impresiones de las carreteras españolas. Van mejorando, pero en Castilla y León y yo que voy mucho a Soria estoy hartita de animalitos, camiones y carreteritas penosas. Tardo lo mismo desde la frontera de la provincia a Soria capital q el resto del camino hasta Madrid y eso que es un tercio.

    Dejemoslo que me caliento.

  2. Oria, la carretera era folclórica y preciosa pero yo también creo qeu España a estas alturas debería tener una red de autopistas del copón y no una red de multimillonarios políticos del copón.

  3. Oria, no te quejes que estás en Castilla, si llegas a ser gallega ahí si que te echas a llorar cada vez que sales a la carretera. Por no hablar de nuestro AVE(fénix, a ver si resucita el proyecto, pobre) que lo verán mis nietos. Una de mis abuelas aún sigue pensando que no puede ir a su pueblo (30 km) porque el viaje le va a llevar hora y media, y mujer, ya tanto no ni mucho menos, pero esto si que son curvas y riesgo. Casi cualquier carretera es válida para organizar un rallye… un desastre.

  4. Virtuditas, en el 2004 fuimos de Santiago a Lariño por la ruta habitual y nos tomó un buen rato. Desde ahí decidimos ir a donde tu vives por la Costa y eso sí que fue una aventura. Pensé que potaba en el coche de los mareos que me entraron.

  5. 59 euros sólo por el coche?? eso es una auténtica ganga! Me pregunto si ese es el precio «holandés» o qué, porque uno esperaría que en holanda estuviera más caro, o al menos igual que aquí, ya que el coche lo recogías y utlizabas aquí…no entiendo ná

  6. Es el precio que se paga cuando no eres residente en un sitio y tu tarjeta de crédito lo atestigua. Lo mismo sucede si alguien viene a Holanda y quiere alquilar. El precio para los extranjeros es siempre más barato que para los autóctonos.

  7. Hola, me alegro que disfrutes por estas tierras Castellanas… pero solo una aclaración… Segovia no es un pueblo, con estas frases te has sobrado un poco («» Desde ahí vas subiendo por unas calles preciosas hasta llegar a la plaza del pueblo, un lugar con pinta total de Cuéntame como pasó. Debe molar estar ahí en época de verbenas con las chavalas tratando de apagarse las calenturas. «») … hace mucho tiempo que se acabaron los tiempos de las provincias y los pueblerinos… en las Villas, Ciudades y Pueblo de Castilla y Leon disfrutamos de una gran calidad de vida… eso si… con un gran sabor a lo tradicional… las comunicaciones por carretera pueden mejorarse mucho… pero te aseguro que hay conas en otras comunidades autonomas que si estan dejadas de la mano de dios… en esta comunidad disfrutamos de carreteras de segundo y tercer orden mucho mejores que algunas de primer orden en otros lugares de la orografia Española… de «animalitos» y curvas que no debian de estar, no nos libramos todavia…

  8. Con 55000 habitantes yo lo que vi fue un pueblo grande, pero no te ofendas, si tengo que elegir entre Segovia y Madrid, ni lo dudo un solo instante, prefiero Segovia mil veces más. Y la plaza me encantó con ese aspecto tan rural. Creo que tengo unas cincuenta fotos solo de esa plaza, de los árboles, las casas que la rodean, el kiosco en el centro para la música. Un sitio precioso.