Un nuevo dentista


Después de seis años viviendo en Holanda aún seguía yendo a mi dentista de toda la vida en Gran Canaria. Hasta ahora no me importaba porque no pagaba mucho de seguro médico pero desde que cambiaron las reglas a primeros de años para evitar a los inmigrantes que vienen de turismo sanitario al país y lo privatizaron todo, me duele regalar ciento veinte euros mensuales en seguro médico y no usarlo así que he optado por cambiarme a un dentista holandés.

Elegir dentista es algo siempre peliagudo. Uno no abre su boca al primero que pasa. Yo además me niego a ir si el dentista es un hombre. Por alguna razón no me producen ninguna confianza. Prefiero a las mujeres en estos temas. La otra condición es que para la limpieza prefiero a un dentista que lo hace por sí mismo y no esos que ni ves porque tienen asistentes que se encargan de la limpieza. No es que crea que no sepan hacer su trabajo, es más que puesto que pago, prefiero que el profesional mire y así si ve algo raro lo detectará inmediatamente. Además, de esa forma minimizas el número de manos que están tocando tu boca. Mi amigo el Rubio ha acudido durante más de diez años a una que según él es buena y a la que solo te puedes apuntar si te invita uno de sus clientes porque no acepta nuevos pacientes. El apalabró el asunto, llamé y me dieron hora. A ellas les preocupaba que yo fuera de esos que tienen la boca hecha un suplicio y se convierten prácticamente en habitantes de la consulta. Les conté que mis dientes son técnicamente perfectos pero como que no se lo creyeron.

La consulta está cerca de Utrecht Overvecht, al norte de la ciudad. El Rubio me había pasado la dirección a través de un enlace en google earth. Metí las coordenadas en mi GPS y elegí una ruta para bicicleta. El maldito trasto siempre se empeña en llevarte por el camino más largo así que inicialmente no le hice mucho caso cuando pretendía que entrara en bici en una autovía. A medio camino recalculó la ruta y me llevó por una parte de la ciudad que no conocía. Llegué al punto en el que debía estar la consulta y allí sólo había casas. Llamé al Rubio y elevé el nivel de Alerta a máxima. Faltaban diez minutos para mi cita y no sabía donde tenía que ir. Resultó que me indicó la calle pero no el número. Una vez conocido ese detalle no hubo más problemas. Llegué y la dentista y su asistente estaban solas. Dos mujeres muy amables que te hacen sentir cómodo inmediatamente. Me llevaron a la consulta y comencé por las malas noticias directamente. Yo uso una férula dental para dormir así que se la enseñé para que sepan lo que les espera. Mi férula data de 1990 más o menos y ha aguantado estoica todos estos años, ha viajado por medio mundo y sin ella no podría dormir. Es una protección que se pone en la parte superior de la dentadura para que los dientes de la inferior no los raspen. Según me han contado si con once años me hubieran puesto aparato en la boca me podrían haber corregido el problema pero todos sabemos que España hasta hace quince minutos no era un país muy desarrollado en asuntos de dentistas.

Enfocaron el foco hacia mí y comenzó el espectáculo. La mujer me hizo abrir la boca, metió la cabeza y comenzó a mirar murmurando algo. Le tomó como un minuto. Avisó a su asistente y le dijo que viniera a ver aquello. Yo me agarraba a la silla esa en la que te ponen temblando como un pajarito. Me temía lo peor. Se me había acabado la suerte. Se pusieron las dos a mirar otra vez, estirando aquí, tocando allí y Yo pensando si debía salir corriendo antes del ataque. La mujer me sonrió y me dijo que aquello era increíble, que mi dentadura es PERFECTA, sin un solo empaste, ninguna muela picada, torcida o mal puesta. Es una dentadura de libro. Además me dijo que el color de los dientes es precioso.

Mi dentista en Gran Canaria siempre me ha dicho lo mismo así que tendré que creérmelo. Parece que Dios no quiso que fuera deportista de elite, ni alto, rubio y guapísimo pero en la boca me regaló una dentadura de primera clase, además de un cerebro defectuoso y retorcido y una mala hostia legendaria. Supongo que a la hora de crear a los humanos el Creador tiene algún programa como esos de generación de personajes de rol y te ponen más de unas cosas y menos de otras. No me quejo. No cambio mi suerte, mis dientes y mi falta de inteligencia por nada del mundo.

Estuvieron dorándome la píldora como cinco minutos y al final me dijo que le comentara al Rubio que podía estar bien celoso de mí, que él las visita todos los años al menos en una o dos ocasiones para alguna emergencia y tiene una colección de muelas empastadas de película. Una vez se tranquilizaron y comprobaron que lo que yo les había dicho es cierto procedieron a limpiarme los dientes. Uno se lava sus piezas con un cuidado de película, con el mejor cepillo que existe en el mercado, el Philips Sonicare y cuando vas al dentista esta gente tiene unas herramientas que parece que te van a arrancar los dientes, sobre todo esas coñas para quitar el sarro. Después de limpiar y abrillantar la mujer quedó bien satisfecha y dio por terminada la sesión. Desde allí me fui a la estación de tren en bicicleta y me marché al trabajo.

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13 respuestas a “Un nuevo dentista”

  1. Agg, les tengo una envidia corrosiva a los suertudos como tú. Sólo me salva de echarte un mal de ojo la férula para dormir…
    Yo tengo los dientes fatal por genética (esmalte débil o algo así) y ya con 12 años me empastaron ocho dientes definitivos, sin anestesia ni nada, porque era tan cría que al dentista le daba miedo ponermela. Siempre digo que dentro de unos años, cuando otros enseñen el rolex de oro, yo enseñaré los piños: me habrán costado lo mismo… porque tendré que ponerme de esos con raiz de titanio y blablabla, que cuestan la hijuela. Porque mi padre con treintaitantos ya tenía los dientes en un vaso (claro que imaginate los tratamientos cuando él tenía 12 años, allá en los años 50. Arrancar y listo). Yo duraré algo más, pero soy carne de cañón.

  2. Gatagris, adoro mi férula, es como una pastilla somnífera, me la enchufo y desconecto en treinta segundos. Espero que el primer diente al que le pase algo sea dentro de treinta o cuarenta años.

  3. cuando leí la anotación del nuevo médico de cabecera y la sospecha de asma me quedé con las ganas de preguntarlo, pero ahora ya no aguanto más,. . . alergias, asma, férula para dormir. . . hay algo asociado al chapón que no tengas?

  4. Bueno, que no se sublebe la plebe, que por un par de dientes sanos (porque el resto están picados), no pasa nada.
    Hoy por hoy, son pocos los que no tienen ninguna pieza tocada en la boca pero, por supuesto, lo más normal es que tengamos siempre problemas bucales
    Estoy contigo, cambiar de dentista es jodido, como cambiar de cualquier tipo de médico o persona que te ofrece algún servicio.
    Por cierto, ¿no sería conveniente que pensaras en cambiar la férula?, lo digo por los años que lleva contigo, no vaya a ser que esté deformada.

  5. ¿qué es el chapón? ¿la cabeza? entonces la respuesta es no.

    Héctor, hoy por hoy pertenezco a la élite sin piezas tocadas. La dentista me ha dicho que dura al menos uno o dos años más, que está en un soberbio estadio de conservación.

  6. un chapón es (en lenguaje coloquial) aquel marisabidillo que intenta, y de forma habitual consigue, sacar todo sobresalientes, apestado en clase por los deportistas y por las chicas, normalmente con gafas, corrector, pelo graso pegado a la cabeza, granos, y toda clase de enfermedades asociado a su debilidad física, van pegados al inhalador para el asma y a los medicamentos de la alergia a todo tipo de cosas, solo pueden comer lo que les preparan sus mamás en un tupper (lo cual aún los aparta más del resto de los mortales)… es decir, el calculadoras de cualquier clase infantil.
    Según la RAE es un borrón grande de tinta, ¿?, pero vaya, cualquier crío te dará su definición exacta, yo es que ya hace mucho que dejé la escuela!

  7. Virtuditas, matrícula de honor en el instituto, segundo en el concurso de mejor estudiante canario, apuesto, intelectualmente subdesarrollado, no apestado por nadie excepto por mis enemigos/as que son muchos, sin granos, sin gafas ni falta de vista, sin pelo graso ni todo tipo de enfermedades ni debilidad física, delgado excepto por la tripa cervecera pero llevo toda mi vida con la talla 30 de Levi’s 501. Mi mamá no me prepara comida porque yo sé cocinar y cocino tan bien o mejor que ella. Así que no creo que encaje. Yo soy más bien un virtuoso, engreído, egoista, sobradamente preparado, espabilado, sin paciencia, astuto, malvado, ladino, cruel, el mejor y el peor de los amigos, digo las verdades de frente y muchas más cosas que dejamos estar. Ah, y ciudadano del mundo.

    Off-topic: Sigo con mi mini-diario de vacaciones en los comentarios. Estuve en el Empire State Building. Que pasada. También crucé el puente de Brooklynn, he andado más de doce kilómetros y he visto cosas increíbles. Estoy muerto, he roto los calcetines de tanto andar, pero según se vacíe la memoria de la cámara y vuelva a tener dos gigas libres cojo el trípode y me vuelvo al puente para hacer fotos de noche, después subo de nuevo a la zona del Empire State, subiré al Top of the Rock observation deck en el Rockefeller Center para ver la ciudad iluminada y en particular el Empire State, Times Square y toda la zona y espero sobrevivir y volver antes de la medianoche. El domingo estaré muerto en el avión. Esto está abarrotado de españoles que no hablan una puta palabra de inglés. Es increíble.

  8. Como todo en esta vida, depende de cuánto busques. Yo te puedo asegurar, que hace 20 años había buenos dentistas en España, lo mismo que malos, e igual te digo hace 40. Conocí a unos cuantos. Y también te aseguro, que hay hay mejores dentistas, y mejor odontología que entonces, pero también la hay peor, mucho peor. Al aumentar la oferta, aumenta la variedad. Y si no eliges con cuidado, siempre corres riesgos, como pasa con todo.

  9. Flor, hace 20 años la Seguridad Social no cubría nada en lo referente a los dientes y tenías que ir a dentistas privados que valían una pasta. Imagino que algo habrá mejorado la cosa. Mi dentista en España es una dominicana que llegó al país hace veinte años o más. He escuchado leyendas urbanas que hablan de dentistas «españoles» pero yo todos los que conozco son sudamericanos. Que conste que no me importa en absoluto. No cambio a mi dominicana por ningún otro, salvo por la Holandesa por motivos de comodidad, que además de pagarlo mi seguro médico me pilla a 15 minutos en bicicleta y no a 3000 kilómetros en avión.

  10. Esto me recuerda que tengo que ver a mi dentista un día de estos. Me dirá lo de siempre… Es española de pura cepa, pero sí, cada día hay más sudamericanos. Algunos son muy buenos y relativamente baratos.

    La pega de los dentistas es que son caros, carísimos. Y los de la Seguridad Social, que haberlos haylos, cubren pocas cosas y son bastante «poco delicados» por decirlo así.

    Tengo un amigo con una dentadura envidiable como la tuya. Pero su trabajo le ha costado. La limpia tres veces al día mínimo, cambia de cepillo cada dos meses, y compra de los más caros. Y… no usa dentífrico, qué cosas. Dice que mejor sin nada. Y está tan bien, con unos dientes limpios, brillantes y sobre todo sanos.

    🙂

    Vaya, parece que todo bien por los USA. Me imagino que estarás sacando fotos a tutiplen. 😉

  11. Si hablas de Seguridad Social, sí, la odontología que cubre la seguridad social es irrisoria. Para lo que cubre, sería mejor que ni existiera. Es como si los españoles se tuvieran que conformar con migas de pan para comer. Si algún día necesitas un dentista en Madrid, yo conozco unos cuantos que están muy bien. Pero sí, es una pasta.

  12. Pensaba que la Seguridad Social había evolucionado lo suficiente como para considerar básico el cuidado dental pero veo que no.

    La mía española es cara, incluso para los niveles europeos. Me sale más cara una limpieza de boca en Las Palmas que en Utrecht. En ambos casos me la hace el dentista. La única vez que fui a un afamado dentista de Gran Canaria recomendado por una amiga, al chica que me limpió los dientes era una sanguinaria. Me dolió, me hizo sangre y ni siquiera lo hizo bien. Incluso mi dentista lonotó la siguiente vez que la visité.

  13. Por regla general sin son buenos salen caros. Pero no siempre los caros son buenos. Hay que elegir muy bien. La mía es buena, aún no sé porqué me acepto de paciente. Digamos que fue mi día de suerte. 🙂