Viajando a Estocolmo


El fin de semana pasado fue mi primera escapada para conocer un nuevo lugar. Este año ya he tenido dos, aunque eran de las que podemos catalogar como sociales, visitando a mi amigo Sergio y su familia en Málaga y yendo a casa del Turco en Estambul para ir un par de veces al cine y pasar menos de dos días con ellos. En este caso y aunque suelo tirar siempre para el sur, opté por subir más al norte e ir a la capital de Suecia, la ciudad de Estocolmo, una que no despierta mi curiosidad como pueden ser las ciudades italianas pero que igualmente estaba en mi lista de sitios que hay que ver al menos una vez en la vida. Desde los Países Bajos se puede llegar con Norwegian, compañía que ya usé cuando estuve en Copenhague y resultó que tenían billetes a muy buen precio, así que hace unos meses ya tenía mi billete. Esa fue la parte barata. Los hoteles en Estocolmo deben forrarlos de papel de oro porque los precios son de res-cándalo. Después de pegarme un mes mirando y mirando, comparando, leyendo, volviendo a comparar y demás opté por pagar un poco más y evitar los barcos, los cuales parecen ser la opción más popular entre la gente que quiere alojamiento económico. Era o eso o un dormitorio con multitud de camas, algo que sí que no me va. La diferencia total de precio entre tres noches en un barco con cutre-desayuno, habitación minúscula y baño compartido o habitación minúscula con mi propio baño sobre la terminal a la que llegan los trenes y autobuses del aeropuerto era de cuarenta leuros, así que opté por ésta última. El hotel que elegí es el Comfort Hotel Stockholm. Con eso solucionado, solo me faltaba la tarjeta de la ciudad para usar el transporte público y tener las entradas a los museos incluidas. En el caso de esta ciudad y usando el descuento de la tarjeta Ikea Family, la cual me saqué para otro descuento en Italia y que nunca he usado en las tiendas de esa empresa, te levantan setenta y tres leuros al cambio por tres días de transporte público y acceso a museos. Hay que comprarla por Internet y cuando llegas allí les das el recibo que te mandan por correo y te la dan, sin comprobar siquiera si tienes la tarjeta, con lo que ni hace falta sacársela para conseguir el descuento.

Mi vuelo era el jueves a las nueve de la noche, lo cual me permitió trabajar sin incidencias, volver a casa, prepararme una pizza con parmesano y salami milanés y después de cenar, salir para el aeropuerto sin prisas. Con mis amiguitos que Dios los bendiga tengo discusiones varias en la manera más adecuada para hacer una pizza. Yo soy de la escuela del Jamie, sin calentar el horno previamente, solo grill a potencia máxima y ponerla cerca de la parte superior. En doce minutos tienes una pizza deliciosa. Uno de mis colegas que pre-calienta el horno y controla la temperatura se queja de que las verduras sueltan demasiada agua. Por más que le repito que me haga caso y haga como yo no hay manera.

Mi mochila era la de treinta litros, básicamente llena con la cámara y el iPad y poco más, ya que llevo lo mínimo imprescindible de ropa. Con los años, acabaré viajando con lo puesto ya que me da pereza cargar mil cosas que no voy a usar. Una vez en el aeropuerto, fui hacia la terminal 3 ya que desde allí salen los vuelos de líneas aéreas económicas y era el lugar desde el que había volado la vez anterior con Norwegian pero parece que se han mudado a la parte del aeropuerto con el resto de aerolíneas. Una diferencia fundamental con los miserables de lIberia y Fueling es que deben pagar veinte céntimos de leuro más y en lugar de tenerte caminando media hora hasta pasar el final del aeropuerto para llegar a la puerta de embarque, estos aparcan en la primera pasarela, con lo que llegué a la sala de embarque en menos tiempos que tarda un bufo en disiparse (y para aquellos menos duchos en el idioma canario, un bufo es un peo (pedo) insonoro y con carga química apreciable por una o varias personas). Mi asiento asignado gratuitamente me ubicaba al final del avión y entré de los primeros. Me apalanqué en mi rincón y pasé el vuelo viendo vídeos con el iPad y chateando con el Rubio, ya que Norwegian es la primera y única aerolínea europeda que ofrece WiFi GRATIS-TOTAL Y TAL Y TAL en sus vuelos. Visto como los aviones tienden a desaparecer hoy en día, el Rubio siguió el vuelo con FlightTrack para no perderme de vista. Al aterrizar, cerca de las once de la noche, me acerqué al puesto de información turística, recogí mi Stockholm Card y me compré un billete de ida y vuelta en guagua, la cual me dejó a cien metros del hotel. Como esto va a ser mas largo que una homilía, corto aquí y el relato continúa en otra ocasión.

El relato continúa en Mi primer día en Estocolmo, pateándome el centro histórico

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8 respuestas a “Viajando a Estocolmo”

  1. Ooohhh! Relatus interruptus!!
    Hay algún truco para no tener que poner nombre e email cada vez que se comenta?

  2. Estoeselcolmo es una ciudad que no me importaría visitar, pero no en Invierno, va a depender de lo que tu cuentes… 🙂
    Salud

  3. Yo he ido, es bonita, pero no es de las que más me pone. A ver qué dice el niño. Por cierto, wifi en los aviones, qué guai.

  4. Darlíz, a mí me pareció fascinante (y cara). Deja a París, Madrid o Barcelona a la altura del betún. Es una ciudad con mucha clase y a la vez muy campechana, que diría cualquier adúltero asesino de elefantes con hija delincuente.

  5. La verdad es que la zona del puerto es preciosa, pero es cierto que todo es carísimo, a mí no me hizo demasiado buen tiempo y eso se nota mucho cuando viajas (me faltó hacer algún crucerito, que habría sido estupendo, eso sí las fotos de la ciudad salen estupendas, es muy fotogénica). Pero mejor que París y Barcelona, no la veo yo, Madrid como no me gusta, pues eso. Pero ahora mismo, sin ir más lejos, me estoy volviendo loca buscando hotel en Amsterdam y los normalitos no bajan de 150 euros la noche, así que Amsterdam no le va a la zaga y los comentarios de los hoteles son más bien malos todos. En cuanto a lo que dices de ropa, yo hago igual, cada vez llevo menos (salvo ropa interior, que eso no me falta), incluso llevo tan poco que en Italia se me ha roto el calzado y me he tenido que comprar uno de urgencia porque sólo llevaba uno. Hay que economizar que luego llevas una tonelada y hay que moverla.

  6. A Barcelona le quitas los tres edificios de Gaudí y es una ciudad mediocre y ahumada con un tráfico horrendo y en donde los peatones están marginados. París carece de alma y Madrid es simplemente una mierda.

    No me extraña que te vayan a levantar con los hoteles. Con el cambio a primavera tempranera, alguien me dijo que todos los viajes de gente que quería venir en mayo han sido reubicados en abril y el mes está petadísimo. Amsterdam siempre ha tenido fama de cutre-hoteles, como Roma, Londres, Berlín o similares.

    Yo jamás viajo con dos pares de zapatos en escapadas de fin de semana. El Rubio se lleva hasta muda extra de pantalones. Únicamente cuando voy a Asia llevo las botas para caminar y las cholas-Moisés para andar por las aguas o en sus cercanías.

    Para Asia tengo una mochila de 60 litros y estoy como loco buscando una barata de 50 litros porque con menos capacidad, llevas menos.

  7. Tengo tres hoteles cogidos y me voy el sábado y todavía estoy con dudas, porque entre cómo los ponen los usuarios, lo caros que son, etc. estoy que no vivo. Por lo menos espero que me haga algún día de buen tiempo para ver el Keukenhof en todo su esplendor y hacer alguna escapadita a Volendam, ya veré, de todas maneras llevo tus guías grapadas a la mano, no te digo más, sólo que muchas gracias por el trabajo. En cuanto a Madrid ya sabes que tampoco me gusta, pero en Paris sí que estoy de acuerdo contigo, siempre me ha parecido una ciudad artificial, demasiado puesta y Barcelona, es que Gaudí me encanta. Pero yo estoy enamorada de Roma y de Italia, si pudiera viviría allí.

  8. Los truscolanes educan a sus niños diciéndoles que los italianos les robaron el Panteón y el Coliseo, que esos originalmente estaban en la trasera del jardín del chabolo de los pulloles, esos retacos mangantes. Roma es mágica, como Lisboa. Amsterdam la tengo muy vista aunque de cuando en cuando me da un ramalazo de fascinación, sobre todo alrededor del Blauwe Brugge en la puesta de sol, que siempre me alucina.

    Y aprovecho este espacio para avisar que el relato del viaje no continúa hasta mañana o más tarde. No he podido revisar y retocar las fotos y cierto comentarista se queja si le pongo el texto pelao. Saldrá cuando los vídrios y las afotos estén listos.