Viajando a Varsovia


Aunque este otoño mis escapadillas otoñales se han retrasado un poco, por aquello de la programación y de conseguir buenas ofertas de vuelos, finalmente el fin de semana pasado comencé mi pequeña gira por cinco lugares de la vieja y vapuleada Europa. En este primer salto iba hacia el este, a Polonia, país en el que he estado en una ocasión anterior, cuando fui con mi amigo el Moreno a hacer fotos de los pigargos europeos en Stepnicka. Desde Holanda, tanto Ryanair como Wizzair tienen vuelos a Varsovia, ambas compañías desde Eindhoven y la diferencia entre una y otra era escandalosa, con lo que elegí Ryanair por lo barato. El vuelo salía sobre las once de la mañana así que me levanté como siempre, preparé la mochila de treinta litros con lo mínimo, es decir, la cámara, el iPad, los cargadores y cables, dos camisetas, gallumbos y calcetines, un pantalón de pijama y el micro-nano neceser y con eso y poco más ya estaba listo. Me hice un desayuno de campeones y sobre las ocho de la mañana salía camino de la estación de tren en bici. Allí me subía en el tren a Eindhoven y cincuenta minutos más tarde pillaba la guagua 400 al aeropuerto. Hoy en día parece que hay dos líneas que te llevan al aeropuerto de Eindhoven desde la estación central de tren, la clásica 401 y una nueva que no hace paradas y que es la 400. El precio es el mismo y pese a que no hace paradas, a mí me dio la impresión que tarda lo mismo porque echa por una ruta con más tráfico. En cualquier caso, llegué al aeropuerto bien, pasé el control de seguridad por supuesto sin pitar y me apalanqué por allí a esperar el embarque. Desde que los de Ryanair han hecho lo de las tarjetas de embarque en el teléfono, yo paso de llevar papeles y llego super-cuco a la puerta de embarque y por lo que he visto en las cuatro ocasiones en que lo he hecho, soy el único pasajero usando el servicio. Cuando anunciaron la puerta me puse en la cola del ganado con el resto y nuestro avión llegó en hora y pronto nos veíamos en la pista del aeropuerto caminando a un avión que todavía estaban vaciando.

Aviones de Ryanair en Eindhoven

Aviones de Ryanair en Eindhoven, originally uploaded by sulaco_rm.

Yo todavía me acuerdo de los años de las vacas gordísimas cuando todos los aviones de todas las aerolíneas de bajo costo iban petados de publicidad de ciudades y autonomías españolas. Ahora que la guita se ha acabado los aviones lucen publicidad de otros lugares en los que todavía hay dinero, como Polonia, que es el lugar promocionado en el avión más lejano. Entramos al avión sin problemas, nos apalancamos en nuestras butacas y como sucede siempre con la aerolínea más grande de Europa, el avión se petó al completo, cerraron las puertas y salimos en hora. Como ahora nos dejan usar los dispositivos mágicos y maravillosos durante todo el vuelo, yo me enganché a ver mis series en mi iPad y no me enteré de nada de lo que sucedía a mi alrededor. El vuelo fue de una hora y tres cuartos y aterrizamos en el pequeño y eficiente aeropuerto de Modlin, uno que anteriormente era una base aérea y que ahora solo lo usa Ryanair, con lo que viene a ser su aeropuerto privado en la ciudad. Allí, al salir, saqué de un cajero automático 150 Zloty, que equivalen a unos treinta y cinco leuros, compré mi billete combinado de tren y guagua a la estación por tres leuros y medio y salí con el resto de la tropa a esperar la guagua. Cuando llegó me vino a la cabeza alguna de las ideas de mi amigo el Moreno, que de siempre me ha dicho que a Holanda vienen mucho los polacos a afanar. La cosa es que la guagua era más holandesa que la Máxima, con todos los mensajes en mi lengua no-materna.

En unos cinco minutos nos llevó a la estación de tren y allí fuimos en manada al andén a esperar el tren. Resultó que el siguiente que venía no nos llevaba a la estación central, sino a una llamada Warszawa Gdanska, que mirando en mi CityMaps2Go venía a estar a medio kilómetro de mi hotel, con lo que me pillaba maravillosamente bien. El tren llegó en hora y entre la parada de Modlin y la de destino, se detenía cada momento, con lo que más bien parece una línea de metro sobre superficie. Al llegar a Warszawa Gdanska, busqué la salida y fui andando al hotel, aunque de camino me agencié con una tarjeta de Lycamobile para así tener algo de internet en el teléfono. Una vez en el hotel, casi sin darme cuenta ya era de noche, ya que en Varsovia, se apagan las luces del cielo a las cuatro y media de la tarde en esta época del año y si encima está nuboso, un rato antes.

Salí del hotel y decidí ir al centro para verlo por la noche y aunque no hice ninguna foto con el teléfono, si que usé la cámara grande, con lo que algún día las podréis ver. Básicamente recorrí la zona más turística de la ciudad y encontré un restaurante en el centro para cenar y tomarme una cerveza local. Después, me di otro paseo y volví relajado al hotel. Flipé con la cantidad de tiendas de venta de alcohol que hay por la ciudad y como la mayoría abren las veinticuatro horas al día. Con una de esas revistas de información turística que tenían en la recepción, un programilla que encontré en internet y lo que había seleccionado de Tripadvisor, preparé mi ruta del día siguiente, la cual iba a ser bastante dinámica y movidilla.

El relato continúa en El casco antiguo de Varsovia

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3 respuestas a “Viajando a Varsovia”

  1. Yo también creía que tenían euros, fíjate. Te leeré con atención porque es una ciudad que me gustaría visitar, como tantas otras, claro.