Viviendo en el país en el que cae agua a baldes


Este otoño ha sido uno de los más raros que recuerdo en cuanto al clima. La temperatura se mantiene demasiado alta para lo que suele ser habitual y llueve como nunca, tanto que la capacidad de la arena de playa que forma el suelo holandés para absorber el agua está más que cubierta y ahora tenemos charcos por todos lados que no se van. Mi jardín es como un terreno en el que se ha plantado arroz, el agua está siempre allí. Llueve tanto y de una manera tan brutal que he cancelado mis planes para ir al cine en tres ocasiones distintas por evitar llegar al mismo bañado, ya que incluso las prendas de protección tienen un límite y después de que te tiren unos cuantos baldes de agua, comienzan a calar. También estamos teniendo unos vientos brutales, con alertas meteorológicas no por el agua sino por la fuerza del viento.

Aparte de lo relativo al tiempo, durante el mes de noviembre ha habido un cambio substancial en mis hábitos y que forma parte del plan maestro. Después de años y años usando un apel tiví de segunda degeneración, he cambiado a una cosa que se enchufa en un puerto hache-de-eme-í en la tele y que funciona con el sistema operativo de la compañía esa malévola que siempre quiere tus datos. Por suerte viene con el Kodi, que es todo lo que yo quería y le he puesto una tarjeta de memoria y con eso, soy la persona más contenta de mi calle. Ahora no dependo de aitiuns, que antes lo tenía que tener siempre encendido para ver cualquier cosa y además añadirlo y borrarlo del mismo.

Este sábado es el día que se dan los regalos en Holanda, Sinterklaas, el cual no es festivo y está siendo atacado por los fundamentalistas de lo correcto porque los niños se disfrazan de pajes y se pintan la cara de negro y al parecer, en el mundo en el que vivimos, esa tradición que viene desde siempre es intolerable y racista. Esos mismos no tienen ningún inconveniente en que una hembra no pueda conducir en Arabia Saudita, tampoco les afecta que ciertas religiones requieran el exterminio de los que no las practican y otros se inventan estados que jamás existieron y pretenden que comulguemos con ruedas de molino. Volviendo a Sinterklaas, esta semana es de locura, con las tiendas abriendo todos los días hasta tarde y ofertas por todos lados. Como lo de ir de compras me puede, como en años anteriores hice mis compras por Internet y todo llega a mi casa al día siguiente (si hago la compra antes de las diez de la noche). Para mí es algo mágico, compras por la tarde y lo tienes en tu misma puerta al día siguiente. Eso sí que es futurista.

El lunes, en pleno temporal monzónico, tenía hora para el dentista, revisión y limpieza. Puedo confirmar y confirmo que continúo sin tener una sola carie en mi dentadura. El hombre me odia a muerte porque sabe que si todos los clientes fueran como yo, pasaría hambre y miseria. Por suerte para él, yo soy la excepción a la regla.

Y así van pasando los días …


8 respuestas a “Viviendo en el país en el que cae agua a baldes”

  1. Pues el viento e ir en bici no se llevan muy bien. Cuando yo andaba en bici solo se cancelaba si había viento. Imagino que por ahí esos días se formara medio kaos si no se puede ir en bici.

  2. De vez en cuando el viento mata a alguien tirándolo en un canal o haciendo que lo aplaste un árbol pero que haya viento no nos detiene. Además, siempre hay dos posibilidades, si el viento viene de frente, en el peor de los casos caminas con la bici. Si viene por detrás, es como tener una motocicleta, vas lanzado.

  3. El domingo fui al centro a tomar café con una amiga a pesar del temporal. Por eso de que si nos basamos en el tiempo, no saldríamos de casa hasta Julio. A la ida iba como tu dices ‘como una motocicleta’ A la vuelta llegué a casa calada ‘hasta las bragas’ y tiritando de frío, porque eso de ir completamente empapada y con el aire de cara no es nada bueno. La bici casi no tiraba para adelante…directa a la ducha a darse un remojón de agua caliente!

    Por cierto, te olvidas una variedad de viento: cuando no te da ni de cara ni de culo, sino de lado. Con viento de lado yo aborto misión porque sino el aire me va estampando contra cosas 🙁

  4. Pelocha, gracias al viento lateral nos ahorramos como ochenta pensiones cada año de los viejillos que mata tirándolos en los canales. También ayuda a quitar de las carreteras a las bebas que van con el teléfono en una mano mandando mensajes sin parar y sin mirar hacia delante. Ojalá tuviésemos ese viento todos los días de 4 a 5 de la tarde, me ahorraría por lo menos tres minutos de disgustos.

  5. Si, eso será la nueva manera de la selección natural de la especie.
    Será un EEP, Evento de Eliminación de Pollaboba, que muere por ir usando el móvil u cualquier otro dispositivo sin mirar su trayectoria.

  6. El problema es que todos están trabajando en producir vehículos sin conductor. La selección se tiene que hacer ya mismito

  7. Pues que bien nos vendria un poco de ese agua sobrante que os fastidia tanto, pero por aquí no llueve ni de coña, habrá que bailar en plan Sioux a ver si hay un poco de suerte y los dioses se apiadan y nos mandan una mijita de agua… 🙁
    Salud