Volando con los reyes del cielo europeo


Ahora que lo pienso resulta extraño que durante todo este tiempo he volado con un montón de compañías aéreas y sin embargo las dos más importantes en Europa nunca había sido una opción. Yo lo achaco a los destinos que tienen ambas desde Holanda, que no me interesaban bastante o podía conseguir alternativas de igual o mejor precio volando con otros, como Vueling, compañía con la que he visitado Valencia, Madrid y Barcelona y que en Enero me llevará a Sevilla.

Aprovechando que mis padres estaban de visita organicé un par de escapadas, la primera a Roma y la segunda a Dublín. Sobre la una no he hablado ya que nunca tuvo lugar, hubo una huelga de transportes en toda Italia y se cancelaron los vuelos a ese país. Fue un buen recordatorio de por qué vivo en un país de Primer Mundo. El otro viaje comenzó en un taxi camino de la estación de tren de Utrecht desde donde tomamos un Intercity a la ciudad de Eindhoven, conocida por ser el lugar en el que nació la compañía Philips y por el equipo de fútbol PSV Eindhoven. Hasta el más torpe puede deducir de donde viene la P del nombre del equipo ??

Desde la estación de tren tomamos el autobús que nos llevó al aeropuerto de Eindhoven, ciudad desde la que vuela Ryanair en Holanda. Un día de estos contaré las diferentes formas de llegar desde ese aeropuerto a Amsterdam para aquellos que llegan aquí a través de la magia de los buscadores. Hacía un par de años que no pasaba por allí y ha cambiado un montón. Han inaugurado la nueva terminal, una bombonera preciosa y de tamaño amigable que resulta un placer para el pasajero. Como teníamos las tarjetas de embarque fuimos directos al control de seguridad. Ryanair es diferente a otras líneas aéreas en la forma en la que abordan el concepto de volar. Ya lo notas cuando estás comprando el billete en su página web. Según lo que eliges pagas más o menos y la norma es que las cosas tienden a ser gratuitas cuando no requieren la intervención de humanos. Tuvimos que pasar un control de pasaporte, algo exótico en estos cielos abiertos que tenemos en Europa e imagino que los irlandeses, al igual que los británicos, no pertenecen al Universo Schengen. Nuestro avión llegó media hora antes de la salida del vuelo. Ya me habían contado que eso de no tener asientos asignados es un cachondeo y termina ayudando a sentar a la gente más rápido pero hasta ahora no había podido comprobarlo. Lo cierto es que por haber facturado por internet estábamos en el pelotón de salida, el grupo al que se permitía correr en primer lugar. nos pusieron en nuestras posiciones para la carrera y cuando la azafata de tierra abrió la puerta allí hasta el más pijo perdió la dignidad corriendo por la pista del aeropuerto hacia el avión para conseguir un buen asiento. Una vez apalancados en nuestras butacas de un avión impecablemente nuevo descubres los detallitos que hacen tu vuelo más placentero, como el que no se pueden reclinar los asientos y de esa forma el hijoputa que siempre se sienta delante tuyo no puede amargarte el vuelo o que no hay bolsa en el asiento de delante y no tienes que molestarte en guardar la mitad de toda esa morralla que arrastramos siempre para las dos horas que andamos sentados en el aire.

En un pis-pás estábamos todos dentro, cerraron las puertas, nos explicaron las medidas de seguridad, esas que hemos oido mil millones de veces y quizás alguna más y que básicamente son inútiles porque en el hipotético caso de una desgracia a lo único que podemos aspirar es al documental de Discovery Channel en el que cuentan qué fallo y como murimos todos. El avión despegó exactamente a la hora prevista y en los noventa minutos que estamos en el aire nos intentaron vender comida y bebidas, artículos de puro-lujo-maría, billetes de una lotería de Ryanair y el almanaque de las chochas que trabajan en la empresa y que son reales, las puedes encontrar en tu vuelo. Es siempre bueno recordar que al contrario que cierta compañía de bandera con azafatas expulsadas del Inserso por viejas, las otras aerolíneas del continente parecen comprender que una tía a la que se han caído los pelos del chichi por haber llegado al otoño de su vida no se merece el suplicio de la compresión y descompresión aérea.

El detalle peculiar de este vuelo y por lo que lo recordaré fue un irlandés de pura cepa que se sentaba delante de nosotros. Era el típico pelirrojo, lleno de pecas, con cara de buena persona y que en las películas americanas siempre trabaja de bombero o de policía en Nueva York. El colega detuvo a la azafata cuando pasaba con los líquidos y se agenció dos botellitas de vino que se tomó de un trago como quien se bebe un refresco. El hombre ya indicaba por su tufillo que traía alguna cerveza como equipaje de estómago y después del supremo acto de la ingestión del vino entró en un sopor permanente que hizo que nos olvidáramos de él completamente. A la hora de aterrizar, cuando avisaron para que la gente se amarre al asiento con esos cinturones de cachondeo el tipo estaba tan dormido que no se enteró. Se vino un azafato que obviamente pertenecía al clan del Julandro como certificaba la botellita que colgaba de su cinto para recoger el aceite que va perdiendo y de esta forma no poner perdida la moqueta y sin tocar al hombre trató de despertarlo, lo cual no funcionó. El tío estaba totalmente ido. Vinieron dos azafatas más que hicieron coro con él para gritar al pelirrojo pero este no atendía las llamadas. Deben haber tenido algún tropezón con irlandeses en vuelos anteriores porque lo de sacudirlo no parecía una opción válida. Finalmente se rindieron y comenzaron a agitar al tipo, no ese cariñoso meneo de un ser querido con el que abres los ojos y vuelves al mundo real desde tus tierras de fantasía sino una vibración brusca y arrítmica que no parecía alcanzar el cerebro de la víctima. Intentaron incluso ponerle ellos el cinturón, entre risas y cachondeo con los pasajeros del vecindario pero no pudieron. Finalmente pasaron al plan de emergencia y lo cachetearon con saña y cariño mientras le sonreían para que se encuentre un buen cuadro al despertar. Cuando lo hizo estaba totalmente desorientado y no sabía ni donde andaba ni por qué dos tipas buenas y un hombre de hábitos sexuales distintos lo miraban y le hablaban todo el tiempo indicándole algo que no sabía que era. Le repitieron una y otra vez que se abrochara el cinturón para aterrizar y cuando finalmente captó el sofisticado concepto el avión ya tenía las ruedas danzando en el aire y debían faltar un par de minutos para tomar tierra.

Según se marcharon corriendo a sus puestos se volvió a dormir y cuando llegamos y comenzó la evacuación inmediata de todo el personal abordo, el tipo estaba de nuevo más pa’llá que pa’cá. Los dos que se sentaban a su lado optaron por pasarle por encima y dejarlo allí durmiendo su borrachera. Nosotros nos tomamos las cosas con calma y para cuando salimos el hombre se había despertado, notó que la mayor parte de la gente ya no estaba en el avión y salió a escape con sus cosas hacia la terminal del aeropuerto de Dublín, a donde llegamos puntualmente.

Y así culminó mi primera experiencia con Ryanair, una compañía que te da exactamente aquello que habías pagado y que aún nos permite volar entre ciudades europeas a precios asequibles, que por sesenta y cinco euros un vuelo de ida y vuelta de Eindhoven a Dublín es todo un chollo. De la estancia en Dublín y lo que allí aconteció hablaré en otra ocasión.

Puedes seguir leyendo el relato de este viaje en Primer día en Dublín. Lluvia y encuentros divinos


4 respuestas a “Volando con los reyes del cielo europeo”

  1. A mi personalmente lo que más me gusta es lo del chaleco salvavidas. Me encanta y me descojono cada vez que lo escucho. Lo que más risa me provoca es lo que te repiten tres o cuatro veces en mil idiomas diferentes de «El chaleco no debe inflarse JAMÁS, NUNCA, NEVER DE NEVER, JAMAIS, ENDEXAMAIS!!!! dentro del avión». Señores de las compañías aéreas: Si te esparras en el avión, y contando con el hipotético caso de que tengas más suerte que el tipo al que le han tocado esta semana los 20k de euros en el euromillón y zafes…. pueden pasar dos cosas: 1. el avión se la come en el mar, con lo cual te hundes más rápido que el Titanic después de partirse, y ya me dirás como haces para salir y ponerte a inflar el dichoso chalequito mientras tratas de subir y tragas agua… y 2. el avión se la come en tierra y si sales por tu pie, para que coño quieres inflar el puñetero chaleco?? Misterios de la vida, que no?

  2. Virtuditas, yo me he visto la serie completa de Discovery Channel sobre catástrofes aéreas al menos tres veces y en ningún episodio el llevar chalecos salvavidas sirvió de nada. Si el avión no explota en el aire, se estalla y con suerte consiguen piezas del tamaño de sellos para identificar. Y en algunos de esos episodios, las azafatas son las que más corren cuando el avión se estampa en pista y hay que escapar, sin pararse a ayudar a nadie, dando un buen ejemplo de la formación que reciben y de su abnegación por un trabajo tan mal pagado ??

  3. No asustemos al personal. Recuerda que esta es la única forma de forrarse que tienen los productores de desodorantes. Dicen las malas lenguas que el personal de las líneas aéreas encargado de tan especial función, es el único consumidor de estos productos a más de 1.000 pies de altura.

  4. Pues sí, lo de los chalecos salvavidas es de risa….un avión de esas dimensiones no planearía en el agua ni aún siendo pilotado por un mago de los aires y mucho menos cuando cae en picado. Además, el impacto de un cacharro de esos en el mar es similar al que sufriría en tierra…vamos que se desintegra en cachitos. Y como dice un amigo que ha estudiado para piloto…en ningún accidente aéreo se han necesitado los chalecos salvavidas pero si el avión pasa por encima del mar hay que llevarlos, con lo que por norma todos los aviones los llevan. Normas estúpidas que suelen adormecer el miedo de los que prefieren ignorar. Me encuentro entre estos seres, pero mi mente es más rápida, me temo. De todas formas, mejor así, después de un jostoncio lo único que no me apetecería nada sería luchar por mi vida rodeada del caos más absoluto. Mejor te mueres de un ataque al corazón antes de que llegues al suelo. Eso es lo que suele pasar.