Yendo a trabajar a Londres


Después de regresar de Milán saqué la ropa sucia de la mochila, cargué ropa limpia y al día siguiente volvía a echarme a la carretera. En este caso era para una reunión de las diferentes divisiones de mi empresa y relacionada con la política medioambiental de la compañía y también con las leyes Europeas relacionadas con el tema así como las que están por ser aprobadas. El julay que solía atender estos eventos fue finiquitado en la ronda que concluyó el pasado enero y en el reparto de sus tareas, me tocó el marrón de ir a este evento al que nadie quiere ir. Este año la reunión era en la oficina de mi empresa en Londres, lo cual suena fantástico hasta que descubres que está en el recarajo, en un lugar que ellos denominan Londres pero que está más allá de Móstoles. Viajaba el lunes por la tarde y después del paseo del almuerzo regresé a mi casa y continué trabajando desde allí antes de salir para el aeropuerto. No seguí la rutina tradicional y fui a la estación de tren en guagua, allí cambié al tren y dos horas antes de salir el vuelo ya me movía por Schiphol, el mejor aeropuerto de Europa. Desde el día anterior las cosas habían cambiado y ya tenían la decoración navideña.

Como siempre, chabacana y hortera ya que no hay manera de hacerla con estilo. Mi vuelo era con British Airways, los dueños de lIberia y Buelin, otras dos cutre-compañías del grupo. En Schiphol, a esa empresa la tienen arrinconada en una zona específica con controles de seguridad y pasaporte específicos y eso que pertenecen a la Unión Europeda. Es un lugar cutrísimo sin tiendas, sin nada de nada y a veinte minutos andando del aeropuerto con el que básicamente se les demuestra el desprecio por ellos. Os podéis imaginar como será cuando los truscolanos creen su país ilegal y fantasioso. Habrá que buscar un hangar sucio y abandonado algo más alejado, poner unas letrinas hediondas, de esas como las que tenían en el camping de abajo en Tauro y en las que jiñas acuclillado y cuando uno deja el paquete allí sin bajar la cisterna te encuentras una bosta de mierda que no veas, pero que no se preocupen que se hará, todo para que se sientan como en casa y puedan celebrar congresos universales en los que quejarse por el desprecio absoluto que les tenemos tanto a ellos como a la mentira en la que viven. Regresando a mi historia, decidí subir a la terraza del aeropuerto para ver el Fokker 100 que hay expuesto en el lugar tanto para adultos como para niños, que se pirran al poder entrar y salir de un avión auténtico.

En la foto se puede ver el avión y en el siguiente vídeo se puede caminar y entrar en el mismo, algo que por supuesto solo podéis hacer en la mejor bitácora sin premios en castellano.

Fokker 100 en Schiphol from Weyland Yutani on Vimeo.

Siguiendo el paseo por la terraza, la cual es enorme y tiene varias salidas, aproveché para hacer una foto de los aviones que están en la zona de puertas E, los cuales suelen ser lo que van hacia Asia:

Aviones en Schiphol

Aviones en Schiphol, originally uploaded by sulaco_rm.

Al bajar, pasé el primer control de pasaporte usando las máquinas automáticas que pueden leer el chip RFID de mi pasaporte y me evitan interactuar con un humano. Después y antes de comenzar la gran caminata a la zona marginada para los ingleses, hice una foto del puesto de venta de bulbos de tulipán:

Fui al gueto de los ingleses y me senté a esperar el vuelo viendo series con mi dispositivo mágico y maravilloso. Antes de embarcar decían que el avión iba petado y que igual todo el equipaje de mano no entraría y después de que la gente de clase VIP y los que tienen tarjetas de fidelización platino, oro, diamante, grafito, acero, esmeralda y no sé qué más hubieran entrado nos llegó el turno a los que no tenemos ninguna. El avión tenía más años que los implantes de tetas de la Obregón y los asientos eran incómodos. También tienen un concepto muy avanzado del llenado ya que en cada tira de tres asientos íbamos sentadas dos personas, con lo que siempre había uno entre medias vacío. En fin, despegamos tras la visita de rigor al Polderbaan y llegamos a Londres sin problemas. Lo que sucedió allí es laboral así que nos lo saltamos y el miércoles por la tarde estaba de vuelta en la Terminal 5 de Heathrow. Este es uno de esos edificios diseñados por un divo que odia a los viajeros y muy similar a los que se pueden encontrar en Madrid o en la capital de Truscoluña, es decir, visualmente impactante pero una mierda del copón. Todo está diseñado para tocarte los huevos. Iba con un compañero y lo pasamos mal juntos. Los flujos de pasajeros en ese aeropuerto están diseñados para que entres en las tiendas carísimas y las zonas de espera son patéticas.

Terminal 5 en Heathrow

Terminal 5 en Heathrow, originally uploaded by sulaco_rm.

Un rato antes del embarque fue cuando informaron de la puerta para el mismo y por supuesto, estaba al otro lado de esa horrenda terminal y tuvimos que cruzar por la misma evitando payos y gitanos. Esta vez el avión sí que iba petado, con una excursión de chinos que hablaban entre ellos a gritos mientras masticaban algo horrendo que escupían de cuando en cuando en donde podían o en el peor de los casos, al suelo, ya que al parecer escupir es socialmente aceptable en ese país. Me puse la pilas y cuando nadie se presentó con las tarjetas de metales preciosos fuimos de los primeros en entrar y nos adelantamos a los chinos con sus cuarenta kilos de equipaje de mano. El avión en esta ocasión era de edad más reciente, más o menos de cuando la Pantoja se fue de compras a Perú y adquirió a la tonta esa a la que han hecho un bombo. Aterrizamos en hora pero claro, como hay que caminar veinte minutos desde el lugar de desembarque hasta el aeropuerto, tardamos un montón en salir. Después me despedí del colega, fui en tren hasta Utrecht y desde allí en guagua a mi casa y así acabó el viaje que me secuestró durante dos días completos y en el que aprendí un monton sobre regulaciones medioambientales europeas no válidas en territorios extra-comunitarios como Truscoluña.

Son más divertidas las escapadas por Europa de fin de semana.


5 respuestas a “Yendo a trabajar a Londres”

  1. Montse, yo prefiero pagar 40 leuros y que no me den ni puntos ni comida ni nada a pagar trescientos por cuatro puntos hediondos que a la hora de usarlo resulta que solo valen si pago una cantidad adicional que generalmente equivale a ciento veinte leuros con lo que yendo por cuarenta salgo ganando.

  2. He tenido que mirar en el googlevil «Pantoja- Perú» para saber de que puñetas hablabas… que poco puesta estoy … Por cierto, a mi me ENCANTA la decoración navideña, hortera y todo!

  3. Para asientos malos…los de Lufthansa; ¡qué horror!… Bueno, aunque también dependerá de en qué avión te metan.
    De los vuelos más recientes que he tenido, el mejor ha sido con Finnair; asientos comodísimos, monitores que te dejan ver el despegue y el aterrizaje (además de entretenerte todo el viaje con videos de bromas buenísimas), y unos pilotos suavísimos; volé en 4 aviones de Finnair, en un plazo de 10 días, y es la primera vez que pude dormir en un avión sin enterarme de la salida ni de la llegada.