Hace ya un tiempo que me aburrí de las polémicas que se montaban en mi bitácora cada vez que hablaba de las mierdas de vídeos musicales que ponen en los intermedios canarios de Telajinco y decidí no mencionarlos (a menos que pongan algo tan espectacular que merezca la pena, lo cual no es el caso). Sin embargo (estoy escribiendo esto a las siete y media de la mañana y ando algo difuso así que seguro que tendré que editar el texto más tarde pero quiero aprovechar para reivindicar el sin embargo, ese maravilloso however inglés del que hacen un uso tan soberbio en los libros de Harry Chapapotter), he de retomar el tema musical para hablar de esos pequeños segmentos que han incrustados en todos los programas en directo (y en diferido) de las televisiones españolas y en los que se practica la apología de la publicidad. Los hay repartidos a lo largo de todo el día y por lo que he visto no se salva ninguna cadena. La cosa comienza cuando la zorra de turno o el mariquita al mando mete una zarpa en la conversación de cualquier forma o manera y aprovechándose de alguna palabra dicha por los contertulios anuncia que es la hora de bailar al ritmo de los TONtOS. Inmediatamente aparece en pantalla una barra publicitaria en la parte inferior, comienza una música insidiosa y aburrida, la cámara se dispara y abandona el escenario para cruzar el plató en dirección al público en un picado vertiginoso y se desata la pasión en el Reino de los Orcos. Un atajo de gordas, viejas, hembras desbaratadas y frikis tarados se ponen en pie como si hubieran recibido una revelación divina, arrancan a agitar su caja de la mierda tamaño extragrande que lucen con orgullo y aplauden con pasión desmedida al ritmo de la música con más ímpetu que el mostrado por los doce apóstoles ante el mejor de los discursos de su jefe allá por el año treinta de nuestra era.
Después de unos diez segundos el presentador anuncia un nuevo TONtO, el cual puede ser POLI, MEGA o TERA y ese grupo de desahuciados que pierden el día sentados allí como ganado se adaptan al nuevo brío. Además de terrorífico, resulta patético que esas personas ya bien mayorcitas pierdan la vergüenza de esa forma y no tengan ningún pudor. Imagino que la mayoría de las viejas que acuden a a esos programas no harán lo mismo en su casa, quiero creer que cuando están en la cocina preparando el potaje y escuchan la tonada, no sueltan el cucharón y caen bajo el influjo de un hechizo que las obliga a agitarse en camisón entre sus cachivaches perdiendo la compostura.
Como no hay dos sin tres, tras otros buenos diez segundos se anuncia un nuevo TONtO y la cámara encuadra el rostro de una dulce anciana disfrutando del orgasmo de su vida al ritmo de una música de teléfono móvil y ella, sabedora de su momento de gloria, se retuerce cual culebra sometiendo el agarra-cuajos de tetas a una tensión para la que no fue preparado. También gustan de poner en pantalla a esos tipos sin dientes (o con un par de ellos) y bocas negras que sonríen hacia la cámara para enseñarnos el aspecto que debe tener la puerta del infierno.
Además de no haber conocido nunca a nadie que compre esos TONtOS y ni siquiera he sufrido tentación alguna de hacerlo, pienso que acudir a un programa de televisión y venderte de esa forma por un bocadillo o quizás ni por eso es algo que da lástima. Imagino que es una industria muy rentable dada la cantidad de anuncios que ponen a lo largo del día y que hay millones de personas que no se cansan de mandar mensajes para conseguir esas maravillosas canciones que impresionarán a la parroquia cuando te suene el teléfono. Una lástima que el mío esté en modo silencio de forma permanente.