Segundo día de buceo en Rasdhoo y las 300 inmersiones


Por una conjunción mística y parapsicológica, el segundo día, que era lunes, coincidía con luna llena y marea absolutamente baja a las seis y media de la mañana, lo cual quiere decir que habría una marea brutal y a los tiburones les suele gustar la corriente, así que nos dijeron que habría inmersión temprana para expertos y Elegido y que había que estar en el barco a las seis menos veinte, así que me pegué un madrugón, me comí dos galletas, cogí mis cosas y acompañado de una pareja, me fui pa’l barco. Éramos cuatro para bucear y un Dive Master. La marea estaba baja de verdad, que en el Índico no hay grandes diferencias entre la marea llena y la vacía, pero hoy sí que se notaba. El barco, al que normalmente entramos bien, estaba súper hundido en el agua y la tabla era una rampa bastante acusada. Salimos y tiramos para el mismo sitio que el día anterior, Madivaru, pero miraron las corrientes y no les convencían y cambiaron el sitio. Como el sol estaba recién saliendo, al entrar al agua estaba lleno de organismos bioluminiscentes y al mirar hacia el fondo en el azul, parecía un cielo estrellado, con estrellas que se encendían y se apagaban, una cosa preciosa y fascinante que puedo añadir a la lista de cosas que he hecho en buceo. Esa era mi inmersión número 298. Después vimos un tiburón de puntas plateadas por el fondo y nos fuimos adentrando en el canal, solo que en un punto, la corriente cambió totalmente y en lugar de empujarnos, nos frenaba y no conseguíamos avanzar nada de nada, así que el Dive Master cambió la ruta y básicamente regresamos hacia donde habíamos salido. Por la ruta vimos una cría de pez murciélago, que son preciosas de pequeñitas y más tarde vimos una cría de labios dulces, que son aún más espectaculares, de adultos son muy tranquilos y estáticos y de crías tienen unos colores muy distintos y se mueven como serpenteando, como si no tuvieran esqueleto. Vimos también algún tiburón y al final una manta, pero de lejos. La inmersión épica y legendaria quedó como una bastante sosa, pero es lo que tiene el océano, que hace lo que le da la gana.

Al salir volvimos todos al hostal a desayunar, nos juntamos con los otros buceadores y a las nueve de la mañana regresamos al barco para la segunda inmersión. La mar comenzaba a picarse y tiramos para Medivaru, que es un sitio en el que siempre hay espectáculo. Llegamos y nos dividimos en dos grupos, gente con título avanzado y los de básico, que se tiraron antes. Nosotros nos fuimos más lejos y recorrimos una gran parte del canal, viendo cosas hasta llegar al mirador, en donde estaban los otros y los tiburones. Nos fijamos con los garfios y estuvimos allí un gran rato viendo el espectáculo de tiburones viniendo a limpiarse, tiburones grises grandísimo y algún tiburón de punta de aleta blanca. A su alrededor, un montón de bancos de peces que los observaban y hasta alguna barracuda grandita. Cuando ya estábamos por irnos apareció una tortuga grandísima y con ella nos despedimos del lugar Después estuvimos buscando un pez hoja mientras a nuestro lado pasaban tiburones de punta de aleta blanca apatrullando la zona. Nos volvimos a enganchar a la corriente y salimos lejísimo.

Tras esta segunda inmersión fuimos a tomar un cafelito y una hora más tarde regresamos para la tercera, con lo que hicimos las tres inmersiones más o menos por la mañana. Nos tiramos cerca de la isla, de nuevo divididos en dos grupos, con los que tienen el curso básico saltando más cerca y los avanzados más lejos. Fuimos recorriendo otro canal y vimos una raya, yo vi un tiburón de puntas plateadas en el fondo, descansando y después pasaban a nuestro lado tiburones y en un momento determinado, un águila marina. Cuando llegamos a donde estaban los otros con sus garfios, nosotros veníamos en el nivel de la corriente y pasamos por encima de ellos, que estaban en una corriente totalmente distinta a la nuestra. Nos detuvimos sin engancharnos y vimos un rato un montón de tiburones en la zona, mayormente tiburones de punta de aleta blanca y cuando nos empezamos a mover, pasaron dos águilas marinas y más tarde, desde lejos, llegó una manta grandísima que pasó por debajo de nosotros y que justo cuando estaba pasándonos se detuvo un rato para que grabáramos el vídeo. Fue fabuloso. Mientras hacíamos la parada de seguridad vino un tiburón de punta de aleta negra, que esos son más raros de ver, son más escasos por aquí. Al salir nos enteramos que había viento del norte y el barco no podía volver al Puerto porque la mar estaba muy mala y no podía entrar, así que mandaron una falúa que nos recogió y nos dejó en la playa del otro lado de la isla y desde allí caminamos al hostal. Después me fui a almorzar y pasé la tarde en la playa, escuchando un audio libro y tomando el sol.

Para cenar nos habían dicho que iban a preparar la cena en el hostal con un montón de pescado que pescaron los del barco mientras esperaban por nosotros, así que ese día la cena la teníamos todos resuelta. Entre el madrugón y las corrientes, lo mejor es que duermo como un bellaco. Mi tercera inmersión fue la número trescientos, 300 o CCC (cé-cé-cé en números romanos).


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.