Alcancía de Piedra Mojón


Hoy celebramos el descubrimiento de un nuevo blog:
La máquina de hacer películas de Garci
Bajo ese título tan rumboso se encuentran instrucciones precisas para hacer otro clásico del cine español y emular al Gran Garci con su Begin the Begin.

Como su autor me ha honrado enlazándome he colaborado interesadamente en la sección Cuenta tu película Garciana.
Semejante despliegue intelectual me ha dejado agotado. Así que el post de hoy será mi colaboración en ese güeb.
Disfrutad de la historia Alcancía de Piedra Mojón
La cámara se acerca en una mañana gris y lluviosa hacia la iglesia. Antes de cruzar el pórtico, gira a la derecha y se puede ver a una anciana en mal estado que mira hacia el horizonte con la vista perdida y una lágrima deslizándose por la cara mientras un perro se restriega contra su pierna tratando de follársela.
Continúa el recorrido y entra en la iglesia, llena de gente, todos vestidos con sus mejores galas. En primera fila, el comisario, gordo y casposo como pocos habla al oído con la viuda Lupita, que se vino por amor desde Sudamérica y se le murió su amor mientras le comía el nabo. Ahora sigue aquí, atrapada por una herencia que la obliga a permanecer en el pueblo hasta su muerte.
Al frente de todos el padre Eligio, con su sotana negra resplandeciente, acariciando la cabeza del monaguillo Luisito. La cámara se detiene en la mano del cura cuando ésta se cierra sobre el pelo del niño, agarrándolo con violencia. El chiquillo trata de liberarse pero no puede. El plano se aleja y se puede ver por qué el cura se ha crispado: la Antonia, la esposa del maestro se ha puesto a rezar de rodillas, cubierta por una mantilla bordada y con un escote enorme que deja ver los melosos pezoncillos al cura.
Tras la misa, todos se reencuentran en el bar del hereje Caspio, que volvió de la mar con un poco de dinero y montó el negocio. Su mujer, medio desnuda, se asoma al alfeizar de la puerta y les grita: ?¿No hay un macho aquí que me pueda calentar??? El Caspio la empuja y la vuelve a meter en el cuarto de atrás. El cura se agarra el paquete mientras sus ojos dejan ver la respuesta a la pregunta de la mujer.
Se oye una explosión. Todos salen corriendo y se encuentran a la anciana, con el perro aún pegado a su pierna y al tonto Bartolo que está tratando de amarrar un petardo a la cola del chucho.
?Peioris principium sed melioris rei finis sumus?? sentencia el maestro mientras el cura asiente con su cabeza. Este responde: ?Liberae sunt cogitationes

Han pasado dos horas y no ha pasado nada interesante. Has perdido el tiempo pero has visto una película de Garci

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