Ayer veíamos un Cau khi, puente de monos y hoy, en el mismo lugar, vemos a tres julays cruzándolo. La guía, que era una chama del lugar, cuando pasó por el mismo ni rozó las barandillas. Aparte de lo bien que se integra el puente en el entorno y de lo fuerte y versátil que es, aquí lo fascinante los dos chamos de la parte derecha que creo que eran alemanes y que se debían pensar que subían a los Pirineos a caminar porque llevaban hasta chaquetas en un lugar que era básicamente la caldera del infierno. Hay gente para todo pero estos llevaron algo lejos el concepto de la vestimenta en un lugar en el que estás a cuarenta grados. Para aquellos que han estado prestando atención a lo largo de esta serie, este puente conectaba con el islote en el que estaba la impoluta fábrica de caramelos de hace un par de semanas.
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Cau khi, puente de monos
Una de las cosas que te encuentras por el delta del río Mekong es los Cau khi o puente de monos (Monkey bridge en inglés), una estructura hecha con bambú o troncos de cocoteros. Son puentes para los que no hace falta la bendición ni el sablazo de Guarratrava, ese famoso arquitecto que cuando agarra el dinero y corre se caen las cosas que ha diseñado y cuyo nombre está asociado a la expresión ¡esta obra es una ruina!. La barandilla estaba puesta por cortesía para los turistas, los locales pasan por allí cargando cincuenta kilos y sin inmutarse o perder el equilibrio. Los puentes son fáciles de reparar y si una crecida se lo lleva por delante, en dos ratos y medio lo han vuelto a poner. Mañana veremos otra foto estremecedora de este puente en el que en un tramo determinado se puede ver a tres julays cruzando.
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Mi magia submarina
El mejor blog sin premios en castellano está petado de fotos del Elegido, The Chosen One, De Uitverkorene o il Scelto según queráis llamarme, que por todos esos nombres respondo pero raramente se me ve desarrollando mis capacidades motrices. Hoy tenemos un documento espectacular y estremecedor, un pequeño vídeo en el que se me puede haciendo una circunferencia de trescientos sesenta grados en las aguas del puerto de Sardina del Norte agarrado a un vehículo de propulsión subacuática. Este documento histórico lo hizo una de las buceadoras del centro de buceo en el que me saqué mi titulación hiper-mega-avanzada y viene a confirmar eso que todos sabemos, que soy el puto amo así en la tierra como en el océano. Un día de estos me apunto a un club y domino el cielo, que es lo que me falta. Esta terrorífica maniobra en la que seguro que muchos quisieron temer por sus vidas pese a estar apoltronados en sus kelis la realicé en un lugar con unos ocho metros de profundidad y para que no se me compare con la miasma, decir que no fue tras un montón de horas de experiencia con el artilugio sino que lo hice en los primeros dos minutos de uso, según lo cogí en las manos y descubrí que yo nací para avanzar por las aguas agarrado a un supositorio blanco y enorme.
Como soy consciente de las limitaciones de los que entran por aquí, os sugiero y os exhorto a hacer clic en la imagen para ver el vídeo. Aquellos que no sean capaces de completar esa tarea, creo honestamente que tenéis todos los requisitos necesarios para que os den la paga de acarajotaos y podemitas. Igual hasta vuestros hermanos iraníes y chusma-y-gentuza en el poder venezolano os dan algo del dinero que roban a su pueblo.
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Banh trang secándose en la fábrica
Una última foto de la fábrica de obleas y pasta hechos con arroz. Una vez hacen las obleas, las ponen sobre unas esterillas y las secan al sol en un patio enorme que tenían en el chamizo que era la fábrica. Las esterillas le dan la textura que tienen las obleas y que podemos ver cuando compramos un paquete. En este caso, las obleas eran enormes, mucho mayores que las usadas para hacer los rollitos vietnamitas, tanto los fritos como los frescos. Como la temperatura durante el día eran unos deliciosos cuarenta grados, el secado era prácticamente instantáneo. Al estar el patio abierto, si llueve tienen que quitarlos inmediatamente y protegerlos de la lluvia.