Cuando vemos los templos budistas por fuera nos hacemos una idea equivocada de su interior, como prueba irrefutablemente la foto de hoy de lo que oculta en su interior la Pagoda Long Son. El lugar recuerda mucho al patio de la keli de mi madre, que siente una fascinación enfermiza por cosas de plástico y con colores y por imágenes de señores obesos como Buda.
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Primero los gestos y después el duolingo
Cuando tomé el caminito a Belén que sale desde el reino de la manzana mordida y cambié a un teléfono con el güindous fone, lo primero que me alucinó, asombró, flipó, escandalizó y cabreó fue que en el teléfono güindous tenía un teclado maravilloso, fabuloso, asombroso, increíble. De repente, usando ese pequeño cristal, podía escribir a una velocidad que ni los julays que salen en las películas con esa máquina y que teclean todo lo que se dice en los juicios y aún no sabemos la razón por la que lo hacen. La velocidad la ganaba al usar gestos, es decir, con el mismo dedo que me saco los mocos y me rasco el culo, entre otras actividades, lo muevo por la pantalla en la dirección aproximada de las letras que componen la palabra y el sistema es tan astuto que la adivina y aparece como algo mágico y maravilloso. Era como viajar al futuro desde el ancestral pasado de la manzana mordida, en el que tecleas en el teléfono como si fueras una secretaria a la que le han dado una máquina de escribir para microbios. En aquel primer teclado con gestos que usé, para cambiar de idioma lo tenía que indicar y al escribir en el duolingo, a veces se me olvidaba y no adivinaba las palabras, ya que el teléfono pensaba que estaba escribiendo en inglés y yo lo hacía en italiano, o quizás estaba en español y yo escribía en holandés o cualquier combinación de estos cuatro idiomas.
Cuando cambié al androitotorota, con un teléfono que es tan grande que hasta puedo ver las fotos y los detalles y restregarle a mis amigas lo viejas que son, de lo primerito que hice fue instalar el Swiftkey y comenzar a usarlo. En esos tiempos, hace unos meses, se podían tener hasta tres idiomas y ahora ni siquiera tenía que cambiar de uno a otro, el adivinaba cuando comienzas a escribir la palabra correcta y ya después más o menos sigue en la misma lengua. Un flipe que no veas, me acuerdo del juego con el que aprendí mecanografía y ahora pienso que pude haber usado aquel tiempo para cosas más útiles, por ejemplo quitarme las ladillas que me han acompañado a lo largo de toda una vida. El Swiftkey es de fábula y pensaba que de ninguna manera lo podían mejorar y me equivoqué, incrementaron el número de idiomas a cinco y ahora llevo mis cuatro lenguillas en la bolsa que cuelga del cinturón, ya que cada vez que me pongo el teléfono en el bolsillo, tanto las mariconas jóvenes como las viejas se me revolucionan con tremendo paquete que me sale y algunos hasta inconscientemente comienzan a caminar despatarrados pensando en como les dejará esa cosa los bajos o miran a ver si se pueden desencajar la mandíbula para poder tener semejante cosa en la boca. Repito que el problema lo he solucionado con un dispositivo de carga que cuelga del cinturón y que me permite lucir el paquete al natural, sin dopaje. No hay día que use el Swiftkey que no recuerde los años de sufrimiento escribiendo en un teléfono. Básicamente, la revolución tecnológica avanzó con dos eventos, el Swiftkey y el Güaza de escritorio, que te hace responder a los mensajes a velocidades siderales y además tu jefe ni se entera de que estás chateando con tu basca.
Tanta alegría y cosa buena me llevó a pensar que en el reino de la manzana mordida tenían que existir alternativas, que recuerdo haber leído que decían que alguien había visto o sentido en alguna versión del IOS la adición de teclados de terceros. Me fui con mi iPad a la tienda, encontré el Swiftkey y lo instalé. Al momento mi iPad comenzó a tratar de convencerme para que no lo use porque robarán mis datos, me infectarán el equipo y me harán todo tipo de maldades porque no es de ellos. Una sarta de falacias y mentiras que dan vergüenza. Una vez las desechas, la realidad es que la elegancia, la velocidad, la belleza, el dinamismo y la inteligencia que el programa demuestra en el androitotorota se pierde en la manzana mordida, que en este caso parece más bien una manzana podrida. Eliges usar ese teclado y con frecuencia el sistema te lo cambia al de ellos, no te permite tener más de tres idiomas, es inconsistente y hay momentos en los que el sistema operativo al completo parece pararse por culpa de algo tan banal como un programa que hace de interfaz entre tu organismo con tu yo y la máquina electrónica. Podría decir que les debería dar vergüenza pero dudo mucho que sea cierto, a ellos se la suda, permitieron que otros hagan programas para reemplazar esa parte de su sistema operativo pero colocaron tantas trampas y obstáculos que el uso es habitualmente insatisfactorio. Mi gozo en un pozo. En el duolingo, no puedo saltar lenguas como hago en el teléfono y la única solución digna que encontré fue hacer mis ejercicios de duolingo en el teléfono y prácticamente nunca en el iPad.
Y por múltiples alusiones, comentar por aquí que se me olvidó indicarlo pero hace unos quince días que la humanidad al completo superó un hito que nadie se esperaba y por el que pocos dabamos un céntimo de leuro, el aclamado autor del mejor blog sin premios en castellano llegó a los DOS AÑOS de constancia a la hora de hacer cada día sus ejercicios en el duolingo. En la actualidad estoy manteniendo al mil por mil mi nivel de italiano para españoles, lo mismo para el de inglés para italianos y me estoy currando el recuperar lo que el tiempo me hizo perder del italiano para ingleses. El pantallazo está hecho en el modo de inglés para italianos y por eso los mensajes aparecen en italiano. Cuando tenga los tres idiomas (que básicamente es siempre el mismo, el italiano) al cien mil por cien mil, creo que añadiré el holandés para ingleses y así refrescaré algo de vocabulario de la lengua basta y gutural que supuestamente es la mía propia dado que tengo pasaporte de cabeza de queso.
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El templo en la pagoda Long Son
Todos nos fijamos en el enorme Buda Gautama que hay en la punta de arriva del monte pero la Pagoda Long Son está al nivel de la calle, subiendo unas escaleras. Delante hay un enorme mosaico con un dragón, que parece ser el tema del lugar ya que hay todo tipo de adornos con dragones. El mosaico estaba hecho de trocitos de cristal y de baldosas cerámicas. Siempre me llaman la atención un montón este tipo de templos, sobre todo cuando entras y aquello parece un chiringuito de feria, así que habrá alguna foto más por aquí.
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La trola que metió el colega
Mientras yo estaba en Atenas pasando el fin de semana, en los Países Bajos, en un villorrio del norte del país tenía lugar el funeral y cremación del chamo de la oficina que la diñó la semana pasada. Estoy seguro que ya he hablado de esto hace años pero lo repetiré, para que no se diga que mi bondad no es absoluta. En este país, los funerales son por invitación, se acude si recibes la tarjeta y suelen tener un control paranoico de la gente que va a los mismos. Al contrario que algunos españoles que parecen manifestaciones, con cientos y cientos de julays, aquí no es raro ver un funeral con un puñado de chamos y chamas. También se estila el escribir una nota o una carta a la familia o dejar un texto en el libro de condolencias, no la típica frase con firma sino un texto amplio y detallado, quizás contando cosas que hiciste con la persona que ha muerto. Yo solo lo he hecho en una ocasión, cuando murió el suegro del Moreno y a mí me pilló en Asia y me enteré al volver. Busqué en mi gigantesca colección de fotos y encontré fotos del chamo que tenía, mandé imprimir una tarjeta con un par de fotos y escribí un texto enorme y muy elaborado, estuve días refinándolo y la Chinita corrigió mi traducción al Holandés. Tanto la esposa como las dos hijas del difunto me mandaron cartas agradeciéndome mi mensaje y lo muchísimo que les había impactado. La semana pasada, en mi oficina, la gente se encerraba en un pequeño despacho y se pegaba allí cantidades considerables de tiempo escribiendo sus textos en el libro de condolencias. Por separado, consiguieron el nombre y la dirección de la novia del chamo, con la que llevaba cinco años y muchos también le mandaron cartas con textos en los que le hablaban de su relación con su difunto novio. En el caso de mi amigo el Moreno, el no le escribió a la novia pero le hizo un guguel y vio fotos de la pava. El sábado fueron catorce empleados al funeral ya que en el caso de la empresa, la familia hizo una invitación abierta. El funeral trajo algo que fue una sorpresa por el trabajo y de lo que aún hoy se sigue discutiendo en las máquinas de café. Salvo por el Moreno, ninguno se dio cuenta porque no la conocían y todos comentaban que echaron a faltar a la novia, que no estaba en el funeral. El Moreno la vio, estaba sentada entre los que no son familia o amigos íntimos, es decir, con el populacho. La chama asistió a la ceremonia, estrechó manos con los padres y hermanos y después se fue. Lo que se ha descubierto con la muerte del colega es que se inventó lo de la novia, que en realidad era alguien que conocía pero con la que no tenía relación y la pobre debe estar aún flipando y con el vello de punta con todas las cartas que le han llegado de compañeros de un supuesto novio que no lo era y con las que le contaban historias y le enviaban animo por la muerte de su compañero sentimental o ese que le ponía la pierna encima siempre que podía, o eso era lo que todos creían por aquí. En los Países Bajos se comparte muy poca información personal con los colegas del trabajo, son gente que no está en tu círculo de confianza, que ves en un lugar en el que simplemente te prostituyes por una nómina y que cuando termina la jornada, les das las buenas tardes y no sabes más hasta el día siguiente. Así, el difunto decidió que era conveniente camuflarse como chamo con novia y durante cinco años mantuvo una relación que jamás pasó de la teoría. Ahora todos nos miramos con recelo y nadie se creé las trolas de los demás. Eso de que tienes mujer y dos hijos, fantasía, o que aquella que sigue la moda estilística de Stallone, vamos, ya nos puede cantar jotas que damos por sentado que su entierro será un despiporre de bolleras. Aquí todos mienten. Al hilo de eso, recuerdo que cuando entré a trabajar en la empresa, el Moreno tenía un compañero de despacho también con novia y blah blah blah. Un par de años más tarde se confundió al hablar de la susodicha y resultó que era un Ramonchu, el colega tenía su historia de fantasía laboral para ocultar que perdía más aceite que el Exxon Valdez cuando se hizo famoso. Por lo que a mí respecta, ahora cuando alguien me cuenta un rollo familiar los interrumpo y añado siempre que puedo la palabra presunto. Si no conozco a los aludidos, no me creo lo que me cuenten.
Y por si acaso alguien se lo inventa, confirmar que yo no escribí texto alguno en el libro de condolencias o mandé carta a la pava de fantasía porque el chamo me pillaba de refilón, lo conocía pero no creo haber tenido nunca jamás una conversación con él. Si me hubiesen forzado a escribir algo, habría dejado el socorrido y siempre adecuado mensaje de: TRUSCOLUÑA NO ES NACIÓN.