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  • Panel en la sala de asambleas Quang Trieu

    23 de septiembre de 2016
    Panel en la sala de asambleas Quang Trieu

    En el patio de la sala de asambleas Quang Trieu había un panel enorme que parecía un cuadro, con su marco y todo, pero que estaba hecho en el muro. Creo que contaba alguna historia épica de como en su día, mil millones de años antes de la creación de la Tierra, los truscolanes, esa miasma asquerosa y repelente, fueron a reclamar su tres por ciento de mangoneo y la gente se rebeló contra ellos y los hechó de Vietnam antes de que el país existiera o algo parecido.

  • Currándome un encochinamiento

    22 de septiembre de 2016

    El fin de semana pasado era el del encochinamiento máximo en mi casa ya que venían a almorzar/merendar/cenar un grupo de amigos que cuando son ellos los que organizan te ponen tres platos en su casa y es todo hambre y miseria y cuando vienen a la mía, yo ya les mando desde días antes una exención de irresponsabilidad informándoles que es conveniente y deseable que comiencen con la huelga de hambre desde el día antes o en su defecto, que se hagan un DosDedos, también conocido como la dieta Leididí o el truco de Anjeli-na para llegar a mi casa con el sistema digestivo preparado para la que le está por caer.

    Fue entrar en mi casa, repartir los regalos, porque a mí siempre me traen regalos y eso que nunca he salido en los anuncios navideños del turrón aquel con una especie de perro que muerde y hace ruido y comenzó el flujo constante de comida a la mesa del jardín.

    Es importante una buena base y que mejor que queso de oveja y salchichón ibérico. Como la gente se inventa alergias por tocarme los güevos, he optado por quesos que no llevan carne de vaca para así cerrar el piquito a los que se revuelcan en las quejas, que haberlos, hay-los y yo los tengo identificados.

    Después de romper el hielo, lo siguiente es mantener el ritmo y que no descansen y seguimos por un clásico de toda la vida que por más que mis amigas las obesas en España me digan que ha pasado de moda, a mí me mola un montón y los hago varias veces al año. Son los dátiles con beicon anteriores, que salieron del horno y fueron directos a la mesa.

    Gracias a mi máquina para envasar la comida al vacío yo hago una tortilla de papas con cebolla y un cuarto me lo jinco, otro cuarto lo guardo para la visita y la mitad restante la almaceno también al vacío para el día que voy a casa del Rubio invitado a cenar llevando la cena, concepto que mi más-mejor-amigo tiene muy evolucionado porque al parecer la comida que hago no es que sea muy rica, es riquísima. Por supuesto, la tortilla no estaba recalentada, crimen capital que debería ser castigado con pena de muerte instantánea o en su defecto, exilio en truscoluña, que a día de hoy sigue sin ser nación.

    Mientras hablábamos, en mi cocina se hacían unas gambas al ajillo y que hoy en día te vienen preparadas y sin el intestino, que cuando yo era pequeño nos comíamos sin saber que aquel hilito tan sabroso que tenían las gambas y langostinos por la parte del lomo era su cajita de la mielda. Compré una barra de pan porque todos sabemos lo que sucede cuando se acaban las gambas y ciertamente, me dejaron el recipiente de cerámica limpio y listo para guardar sin lavar.

    Volvimos a cambiar a comida fría y este fue el plato más complicado porque si hay algo en lo que yo soy puñetero como mosca cojonera, es con los aguacates. A mí me puedes contar todas las batallas que quieras que yo, si los aguacates no son de Gran Canaria, Perú, Méjico o Venezuela, no los como. La aberración que viene de Sudáfrica, de Israel o de cualquier otro país no es ese fruto maravilloso e increíble. Tuve que visitar cinco supermercados hasta que encontré los adecuados, en esta ocasión, peruanos. El relleno es super-complejo, salsa de cóctel (según los holandeses), para mí salsa rosa de color chungo, trocitos de piña en almíbar y gambas (hervidas un par de minutos previamente).

    Después vino el único plato que requería mi presencia en la cocina, unas berenjenas rebozadas y presentadas con pimiento rojo caramelizado y queso de cabra. La receta es un flipe y la pillé en un periódico español y quiero ponerla en el blog pero todos sabemos que para que no la pille quien todos-sabemos, hay que probar tácticas evasivas y sigo esperando a ver si se presenta la oportunidad. He hecho la receta en cuatro ocasiones y estoy frito por prepararla en casa del Rubio cuando me inviten a cenar. Estoy seguro que su Primera Esposa va a flipar en colores con esto.

    Había que oscilar nuevamente hacia lo frío y llegamos al único plato que no había cocinado nunca antes en mi corta vida. La receta llegó a mis manos también a través de un periódico y aunque no es algo que mole para hacer con frecuencia, sí que es perfecta para ocasiones especiales. Estaba muy bien y además, todos sabemos las ventajas primordiales de los garbanzos, que los comes hoy y te ríes gracias a ellos mañana cuando te empiezas a tirar peos y no puedes parar.

    Todo lo anterior eran los entrantes que nos conducían al plato principal, hecho posible gracias a piñas de millo que compré en el aeropuerto de Viena seis días antes. Un caldo de millo siguiendo la receta que lleva en mi familia desde por lo menos dos meses, quizás tres. Lo bueno del caldo es que al tener líquido, baja llenando espacios. Los obligué a repetir hasta que les daban arcadas. Camino del postre, que venía en dos velocidades, nos dividimos en dos grupos. Los que beben té y la élite que prefiere el café preparado en frío siguiendo mi receta secreta y que macero durante veinticuatro horas con café molido para alcanzar la perfección más absoluta. Desde junio creo que no he tomado café elaborado con el método tradicional en mi casa. En su lugar, siempre tengo una botella con café en la nevera.

    Por supuesto, la bebida se acompañaba con unas bolitas hechas con garbanzos molidos y chocolate puro-casi-purísimo, segunda vez que hacía la receta y punto de inflección en la misma, ya que en la tercera ocasión, que hoy presento a mi amigo el Rubio, su Primera Esposa y las tres Unidades Pequeñas, he mejorado un montón la cobertura y ahora son unos preciosos bombones con sorpresón en el interior y el regalo adicional que obtienes al día siguiente cuando te tiras los peos.

    No les hice foto porque tengo muchas pero también puse en la mesa unos lacitos de hojaldre porque me divierte ver lo rastrera y competitiva que es la gente cuando sabe que se acabarán pronto y pierden toda la dignidad del mundo y se pelean por el último.

    Antes de marcharse, cada uno recibió un tarro de la inigualable mermelada de moras que se produce en mi jardín gracias a los más de diez kilos que coseché este año. Como el cambio climático nos ha traido calores extremos, este año es particularmente dulce.

    El domingo, pasé de desayunar y para cenar me monté una pizza de sobras, con lo que me quedaba del salchichón ibérico y la piña en almíbar. En enero creo que volverán a pasar por mi casa para un nuevo ágape.

  • Interior del templo en la sala de asambleas Quang Trieu

    22 de septiembre de 2016
    Interior del templo en la sala de asambleas Quang Trieu

    Ya lo he dicho otras veces. Los templos chinos en Vietnam parecían más bien rastrillos, con todo tipo de morralla expuesta y que por más que le das vueltas, no le encuentras la relación con las coñas religiosas. El caballo de la foto es un buen ejemplo y se ve que a los asiáticos les molaba más que escaño a un diputado. Por la parte alta se pueden ver los conos que ya han aparecido en otras fotos y que llevan algún tipo de plegaria en un papel y teóricamente, el cono está hecho como de barras de incienso y se puede quemar, aunque espero que si les da por hacerlo, los saquen a la calle o el lugar arderá como una antorcha olímpica.

  • El Palacio de Schönbrunn, la Karlskirche y un crucero por el río Danubio

    21 de septiembre de 2016

    El relato comenzó en Viajando a Viena y comenzando la visita a la ciudad.

    El domingo regresaba a los Países Bajos y mi vuelo era cerca de las nueve de la noche, lo cual me daba un montón de tiempo para hacer turismo ya que todos sabemos que no soy de los que se mantienen fieles a la hora Virtuditas y más bien estoy en la calle temprano. En este caso, tenía comprada mi entrada para visitar el Palacio de Scho?nbrunn y había fijado la hora de la visita a las nueve y media y se tarda unos veinticinco minutos en llegar allí, más el tiempo para desayunar. Salí en metro y en el lugar en el que tenía que cambiar de línea fui al Cafe Museum, muy recomendado en el tripadvisor pero que me pareció carero y para nada con la calidad que esperaba. De allí seguí la ruta y estaba en la zona del palacio a tiempo.

    Palacio de Scho?nbrunn

    Esta era la residencia de verano de los reyes/emperadores de Austria y se ve que a los chamos les molaba lo de impresionar y se hicieron una keli enorme. Creo que en la audioguía decían que cuando el rey estaba allí, lo acompañaban cuatro mil julays. Me compré el pase Classic Pass Schönbrunn por más de veintiún leuros y medio y con ese puedes hacer el Grand Tour y visitar el laberinto, subir a la azotea de la glorieta y ver un par de jardines. La parte que requería la hora es el Grand Tour, que es caminar por cuarenta de las habitaciones para ver los catres donde cogían, las salas en donde recibían o descansaban y tal y tal. Vamos, lo de siempre con los palacios reales y con el sistema ese de puertas en línea tan extraño, sobre todo hoy en día que no nos mola nada que haya tráfico por nuestras habitaciones. Recuerdo que la penúltima vez que me quedé en Madrid estuve en una casa con dos dormitorios en la que al segundo solo se podía entrar desde el primero, la cosa más rara que he visto en mi corta y poco productiva vida. En la visita al palacio no te dejan hacer fotos con lo que esa primera hora y pico de mi vida no está documentada. Al salir, fui a los gigantescos jardines y comencé el paseo, más o menos en dirección al laberinto. Parece una chorrada pero es enorme y terminas divirtiéndote. Está muy bien.

    Parte trasera del Palacio de Scho?nbrunn vista desde la Neptunbrunnen

    No queda muy lejos de la Neptunbrunnen, que no estoy seguro si la veremos en el vídeo pero sí que tenemos la foto anterior hecha desde la parte de arriba de la fuente (que está empotrada en una colina) y mirando hacia la trasera del palacio. A la izquierda hay un mega-parque con el zoológico de la ciudad y también el laberinto (lo cual os puede dar una idea de lo gigantescos que eran los jardines) y a la derecha es otro mega-parque y detrás de mí, más jardines. Subí la colina para ver la vista desde la glorieta y después regresé hacia la zona del palacio buscando el jardín Privy, muy vistoso y que sale en el vídeo que veremos en unos momentos al final y también la Orangery, que es un jardín y una especie de invernadero en el que protegían los árboles y plantas que no sobreviven en el clima de Austria durante el invierno.

    El vídeo que viene a continuación y que para verlo hay que hacer CLIC sobre la caja negra o aquí y que se complementa con la canción Yvaine de la banda sonora del clásico Stardust y que comienza en la zona delantera del palacio con una gigantesca plaza. Después saltamos a la trasera del palacio y a lo lejos se puede ver la glorieta y la Neptunbrunnen y nos queda claro que el zoom digital de los teléfonos es una puta mierda. Después vemos desde lo alto parte del laberinto, seguidamente nos lanzamos al mismo para encontrar una de las salidas en un documento dramático y estremecedor y también vemos el caleidoscopio, básicamente una serie de espejos y en los que se puede apreciar el conocido como efecto el ELEGIDO en el que cuando una cámara intenta retratarme, salta a los rayos equis, y-griega y zeta. En la parte final vemos el palacio desdde la Neptunbrunnen. Puede parecer poco pero estuve varias horas en el lugar, es (en dos palabras) gi gantesco.

    Palacio de Scho?nbrunn

    Desde allí fui a ver la Karlskirche, con mucha diferencia, la iglesia más bonita de Viena y que además está junto a un parque.

    Karlskirche

    Está en Karlsplatz, es de estilo barroco y al parecer es lo mejor que hay en Austria en ese estilo arquitectónico. Está dedicada a San Carlos Borromeo. Se construyó en el siglo XVIII (equis-uve-palito-palito-palito). En la foto se puede ver que tienen una gran cúpula, dos torres por delante similares a la que hay en Roma junto al Foro y la planta de la iglesia es cuadrada. Para entrar en la iglesia hay que apoquinar ocho leuros que incluyen el uso y disfrute del ascensor que te sube por un andamio hasta la cúpula para que puedas ver los frescos bien de cerca y te permite subir por andamios hasta las ventanitas que están en la cúpula. Por supuesto, siendo como éste es el mejor blog sin premios en castellano, lo he documentado todo en un vídeo increíble y que está en la caja negra que está debajo y sobre la que hay que hacer CLIC o como alternativa aquí y cuya música es la canción Truman Sleeps de la banda sonora del clásico The TRUMAN show que espero que todo el mundo haya visto en varias ocasiones.

    Karlskirche

    El vídeo comienza afuera, después vamos hacia el altar y se ven los andamios y la plataforma que hay bajo la cúpula. Después cambiamos a la parte superior y vemos la vista por las ventanas y el fresco con paloma cagadora de niños de la parte superior. Desde allí volví a tomar el metro y fui al río Danubio pero a la zona en donde está el río, río, no el canal. Mi objetivo era pillar un crucero de hora y pico por el mismo, que te vale veintiún leuros o algo así. Ahora que lo he hecho, decir que no vale la pena para nada porque la ciudad está de espaldas al río. El vídeo viene a continuación y para verlo hay que hacer CLIC en la caja negra o aquí y se complementa con la canción Chim Chim Cher-Ee del musical de Mary Poppins:

    Paseo en barco por el Danubio

    Al comienzo del vídeo se puede ver la parte nueva de la ciudad, la moderna, al otro lado del Danubio y que no visité mientras subimos por el río. Después y para entrar en el canal hay que pasar unas esclusas que cambian el nivel y eso es básicamente lo que se puede ver, en múltiples cortes a cámara super-hiper-mega rápida con una compuerta cerrándose, el agua descendiendo y de un precioso color verde-piscina-brasilera y finalmente saliendo de la misma. En los segundos finales del vídeo está lo más interesante, que fue cuando pasamos junto a una barcaza piscinaen la que había chamas sin burkini bañándose, una cosa inaudita y de pecado más que mortal.

    Cuando acabó el crucero ya eran casi las tres y callejé por el centro en dirección al Centimeter I que fue en donde almorcé encochinándome. Después seguí mi ruta pasando por una heladería llamada Ferrari Gelato que para mí hace los mejores helados italianos de la ciudad y después fui a ver el Stadtpark, otra zona verde enorme y muy popular entre la gente de la ciudad. A esas alturas ya comenzaba la cuenta atrás y fui a la estación de metro y tren Wien Mitte, que no está lejos del parque y desde la que podía pillar el tren de vuelta al aeropuerto. Allí, había un mini-supermercado con precios no abusivos y llené mi mochila hasta petarla con piñas de millo o eso que los pijos llamáis mazorcas de máiz.

    Aviones en el aeropuerto de Viena

    Aunque me podía haber sentado en ventana y hacer vídeos, elegí la cuarta fila en pasillo porque el regreso era tarde y complicado. El avión salió con media hora de retraso que recuperó en el aire pero al llegar a Rotterdam sabía que tenía un problemón logístico porque ese fin de semana había mantenimiento en las vías ferroviarias en dirección a Utrecht y en la estación, en lugar del tren había guaguas para ir a Woerden, con lo que el regreso se alargaba como la elección de presidente en España. La secuencia completa fue de guagua del aeropuerto a una estación de metro seguida de metro a la estación central, seguida de guagua de la compañía ferroviaria a Woerden y tren desde allí a Utrecht Centraal para acabar con bicicleta hasta mi casa. Vine entrando en mi keli a la una menos diez de la madrugada, que en España es horario de máxima audiencia televisiva pero en los países con la zona horaria correcta, es hora de dormir. En todo este relato se me olvidó comentar que también comí un helado en la Eis Greissler, que pese a la fama y a la cola en la puerta, no me pareció muy especial. Ya puedo decir que he visitado Viena, el segundo día solo caminé catorce kilómetros y ya la he marcado en mi lista. Es una ciudad bonita e interesante pero no una a la que me apetece volver, como puede ser Munich, Berlín, Estambul o Roma. Mi próximo salto será en tren de altas velocidades ficticias y me llevará esta semana a Colonia a pasar el día en mi tradicional visita a la Photokina, la mayor feria fotográfica del universo europeo conocido.

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