Si se hubiesen ahorrado el templo dentro del Chua Cau el puente sería bastante ancho pero como se les ocurrió la idea de meter el cuarto con su altar, quedó más estrecho. En este templo, que básicamente es una estancia de madera con unas horrendas figuras de perros en un lado y monos en el otro, supuestamente entraban algunos a rezar a dioses que probablemente jamás existieron. Hoy en día, el acceso a dicho templo es previo pago de entrada, aunque el puente sí que se puede cruzar gratuitamante. Los símbolos escritos a ambos lados de la puerta se pueden traducir como truscoluña no es nación y aquella verdad tan absoluta de moro bueno moro muerto.
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Misión de aprendizaje a bucear: completada
La misión secretamente conocida por muchísimos y algunos más en mis vacaciones en Gran Canaria era el realizar la parte práctica que complementaba a la parte teórica de mi curso de PADI Open Water Diver o también conocido como el curso PADI MOISÉS ya que es el curso PADI de las Aguas Abiertas. Elegí una modalidad sofisticada que permitía estudiar la teoría y examinarte usando el iPad con un programa que se han montado y después hacer las prácticas en un centro de buceo. Como en la Garita no hay ninguno y por Telde tampoco encontré nada en la web de PADI, elegí uno en la Playa de las Canteras en la ilustre ciudad de las Palmas de Gran Canaria y llamado 7 Mares. En mi primera visita al mismo tuve mi bautismo en aguas confinadas realizado en la mismísima playa de Las Canteras, la cual, como sabemos todos incluyendo a los más ignorantones, tiene una barra naturalmente natural que la protege de las malas mares y la convierte en un recinto confinado perfecto y gigante. En esa primera ocasión, básicamente se hacen todos los ejercicios que en las inmersiones en el océano se volverán a repetir en las siguientes cuatro bajadas al fondo marino del agua del mar. Yo desde siempre estaba convencidísimo que tendría problemas en los oídos pero no fue así y soy un virguero compensando las impresiones y las presiones e igualando el lado de la cera con el lado del interiorismo.
Mis dos primeras inmersiones en mar abierto fueron en el pequeño puerto de Sardina del Norte, en la costa norte de la isla de Gran Canaria. Aparte de que aún no controlo lo de mantenerme más o menos quieto bajo el agua, el resto fue coser y cantar y me quité las gafas bajo el agua, me las puse y les saqué el agua, compartí aire con otros, chupé de sus botellas, subí asistidamente, bajé y todo lo demás. Más o menos, soy un virguero caótico.
En mis dos siguientes bajadas al fondo de los mares fuimos a el Cabrón o la Reserva natural el Cabrón, nombre que no se sabe si es por el macho de la cabra o porque allí fue donde se frustró la invasión truscolana encabezada por su deshonorable presidente. Si el primer lugar era bonito, de este solo puedo decir que es increíble, esta reserva es una de las grandes maravillas del universo desconodido.
Como teóricamente estaba estudiando y prácticamente no tengo algo con lo que sujetar la micro-cutre-cámara con carcasa submarina, no me la llevé pero en próximas ocasiones haré vídeos increíbles y maravillosos que igual hasta comparto. En la foto anterior se puede ver la costa de la reserva natural el Cabrón con el faro de Arinaga al fondo. Ese día me gradué con todos los deshonores posibles y ahora no solo me muevo por tierra, aire y agua, sino que también lo hago bajo las aguas, algo que por ejemplo el Cristo Rey nunca logró ya que por más que lo intentaba, caminaba por la superficie y después se iba a casa a llorar frustrado.
Cambiando de tema, uno de los días me puse mi camiseta favorita con la bandera Turca, me hice una foto y se la mandé a mi amiguito el Turco con un comentario en el que le decía que andaba de esa guisa demostrando mi amor por la madre patria Turca y el lo flipó en colores porque no se lo podía creer.
La foto la hice por la zona costera que está a menos de cien metros de la puerta de la casa de mi madre. Iba a ir por el paseo costero hasta la playa de Melenara, lugar en el que suelo quedar con la gente porque hay varios sitios que me gustan para comer y está a veinticinco minutos andando por un camino espectacular.
Por último y para demostrar que he culminado con éxito mi curso de buceo, mi tarjeta temporal que me mandaron por correo mientras preparan la definitiva que me llegará de la mano de uno de esos señores del pasado, creo que los llamaban carteros, que traían cosas a tu casa después de desplazarlas por el universo de manera mágica y fastuosa.
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El interior del puente cubierto japonés de Hoi An
Por dentro, el Chua Cau es una estructura de madera con un lado abierto y con barandilla y el otro cerrado. A la mitad del puente hay una puerta por la que se accede al mini-templo que pusieron allí. El paso por el puente es gratuito pero si quieres meter la nariz en el templo hace falta pagar o tener una entrada combinada para varios monumentos que por supuesto yo tenía. En otra foto veremos la entrada al templo y un altar al fondo pero creo que las fotos de los monos y perros de madera que habían dentro las deseché por sosas.
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Otra visita a Gran Canaria
Cuando hace dos sábados viajé a Gran Canaria, se puso en marcha una maquinaria muy eficiente para hacerme saltar los tres mil seiscientos y pico kilómetros. Aunque en los últimos tiempos era Ryanair mi compañía favorita para visitar la isla redonda, con tanto terrorista suelto y países jodidos y como en la isla no le dan más subvenciones, han conseguido que Ryanair no incremente la frecuencia y se mantenga con un avión a la semana entre Gran Canaria y Eindhoven, avión que va más petao que las guaguas de la línea 20 cuando subían a la Isleta y que hace que los precios de los billetes estén al mismo nivel que los del caviar más exquisito. Por suerte, este verano Transavia desvió una cantidad ingente de vuelos que habitualmente iban a Egipto, Tunez, Turquía y otros países propensos a los josdeputa-terroristas-islámicos y los puso conectando cualquier pista de despegue holandesa con cinco de las islas Canarias y en el caso de Gran Canaria, solo desde Amsterdam hemos tenido hasta tres frecuencias diarias, con lo que pude conseguir un buen billete y lo más importante, con horario de ser humano convencional, despegando a las dos de la tarde, algo inusual ya que Transavia solía salir desde Amsterdam a las cinco de la mañana en dirección a la isla. Opté por dejar mi bicicleta en casa y elegí el transporte público para llegar a la estación central de Utrecht, no por gandulismo, ya que es bien sabido que soy un atleta no laureado, sino porque en la estación están en obras por la zona en la que yo aparco y no quería encontrarme con un disgusto al volver. Desde allí fui en tren al aeropuerto, me pegué un perrito caliente del HEMA, totalmente distintos a los gringos y deliciosos y me aventuré en los controles de seguridad, que ahora supuestamente son más intensivos pero que en mi caso suponen el mismo tiempo que antes porque sigo las reglas a rajatabla. Después fue buscar la puerta de embarque y esperar.
El avión salía en hora, o dicho de otra forma, no seguía el sistema homologado por Vueling de meter una o más horas de retraso por tocarte los mondongos. Una vez sentado dentro, esto es lo que se veía desde mi ventana:
Esta anotación tiene un vídeo espectacular, increíble, asombroso, épico, legendario y terrorífico al final que en realidad es una compilación de vídeos hechos con mi teléfono y con mi cutre-cámara clónica para meter bajo el agua y como novedad, he añadido antes de cada segmento una pantalla con un título para que los más acarajotaos y truscolanes sepan lo que están viendo. El piloto nos anunció que pese a despegar en hora, íbamos a tardar un montón por congestión de espacio aéreo en Francia y en España, con lo que nos hacían dar un rodeo o algo así. Despegamos sobre un mar de verde que se verá en el vídeo y pasamos al ladito de París pero pasé de hacer fotos. Después pasamos junto a Lisboa, con esa boquita linda y el bigotillo y ahí sí que hice dos pequeños vídeos y la foto que viene a continuación:
Ya cerca de nuestro destino se podía ver el Teide, la montaña más grande de España y que no pertenece, JAMÁS perteneció y NI DE COÑA pertenecerá a truscoluña. Tanto en la foto como en el vídeo cuesta ver su silueta porque era el atardecer y el sol estaba ya muy bajo:
Después pasamos sobre el aeropuerto antes de aterrizar. Todo esto está documentado de manera espectacular en el siguiente vídeo, el cual con algo de suerte no está bloqueado en ningún país del universo conocido. Aquellos que se fijan en los detalles verán que el despegue fue con el verde holandés y el aterrizaje con el marrón de secano que hay en Gran Canaria en la zona del aeropuerto. La música elegida es un clásico español de todos los tiempos, la canción Un año más de Mecano en versión pachín:
De mis semana en la isla igual comento algo en otra anotación pero decir que fui a la playa, comí bien, me encontré con amigos y hasta me certifiqué e hice un curso de PADI Open Water con lo que ya no solo controlo los cielos y la tierra, ahora puedo bajar al fondo marino del agua del mar. En el regreso tenía asiento de ventanilla y había pensado hacer otra traca de vídeos pero en mi fila pusieron a una vieja de trescientos sesenta y dos años que estaba descomponiéndose y no podía moverse y opté por darle la ventana para salir del avión antes de que lo desguacen y no hubo vídeos. En cualquier caso, un regreso con una salida que tuvo diez minutos de retraso, en un avión que volaba a las diez y pico de la mañana y llegaba a Schiphol a las cuatro de la tarde. Desde allí en tren a Utrecht, en guagua a casa y para redondear el día, por la tarde me fui al cine a ver una película. Esta fue mi última visita a España hasta la tarde previa a la Nochebuena, que técnicamente debería ser la Tardebuena o la víspera de Navidad.