Una nueva puerta en la muralla de la Ciudadela y en este caso lo especial era el muro que construyeron delante de la misma para bloquear la visión y que adornaron profusamente. Mañana veremos con más detalle el círculo central. La puerta en este caso tenía un solo arco y se puede ver el muro por ambos lados. Creo recordar que este muro separaba zonas dentro de la Ciudadela, aunque siendo un alcohólico conocido, igual se me ha ido el baifo y no era así. Fijaros que a ambos lados del pórtico, en la parte de arriba, hay unas especies de campanillas que intuyo sonaban cuando había viento.
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Casi cuatro días de batería
Cuando se produjo la Gran Traición ese suceso innombrable que dejó temblando a mi amigo el Rubio y por el que seguramente me está torturando y obligando a correr dos veces por semana, algo que odio con una intensidad inusitada, ya entonces decidí que lo más importante para mí era el tamaño y la batería. No dejes que los julays te engañen que si la Loles ya dice que cuanto más grande y más gorda, más hermosa, la sabiduría popular no puede equivocarse y por supuesto, este refrán se puede aplicar perfectamente a los teléfonos. Que mi teléfono es grande y gordo dan fe todas las pavas que me cruzo por la calle y que me gritan ¡Ole, Ole y Oleeeeeeeeeeeeee! porque si lo llevo en el bolsillo, el paquetón es como un brik de leche de un litro. La grandeza se debe a ese pedazo de pantalla enorme para verte mejor, que decía la abuelita delincuente de Caperucita Roja cuando le daba por ir a verla para pedirle unos leuros. Ahora hasta puedo usar el teléfono para leer cosas y ver lo viejas y estropeadas que están mis amigas cuando me mandan fotos y me asusto al ver los detalles escabrosos. La gordura, la gordura es lo que permite esto:
Por más que le joda a cierta comentarista que yo me sé, a mi amigo el Rubio y al resto de enmanzanados, la última carga de mi teléfono me dará para OCHENTA Y OCHO horas o casi cuatro días y si no llego a ir de barbacoa el sábado habría durado más, ya que la gráfica muestra que el primer día la caidita era mortal y eso es porque estuve en Gorkum, que es un lugar en el medio de la nada en el que la cobertura GSMística no debe ser muy buena y el teléfono se esfuerza más, igual que sucede cuando estoy en Hilversum, en donde me da que la antena está en la azotea de mi edificio y por eso tengo la peor cobertura del universo por conocer. Esto de cargar el teléfono un par de veces a la semana es un gustazo que no tiene precio, ni siquiera con tarjeta de crédito. A más de uno le sorprenderá lo poco que miro la pantalla del teléfono, algo que se verifica en la zona inferior, en el lugar que dice Pantalla encendida en el que más o menos se cuantifica mi desidia y la razón por la que puedo tardar días para responder un mensaje. El uso principal del teléfono es y será escuchar audiolibros y hacer mis deberes del Duolingo.
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Puerta en la ciudadela de Hué
Hoy tenemos otro espléndido pórtico con tres puertas en las murallas de la Ciudadela de Hué. El estilo de todas es similar aunque siempre hay diferencias en la cantidad de niveles o tejaditos y aperturas, que oscilaban entre una y tres. Por lo que parece, el número dos no era muy popular entre los arquitectos del imperio vietnamita. Otras puertas parece que las han restaurado y los dibujos y esculturas de la fachada se podían ver muy bien. La de hoy se ve más quemadilla y necesitada de una mano de pintura.
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Puerta del pabellón Hien Lam
Esta semana la vamos a dedicar a ver las puertas que hay dentro de la Ciudadela de Hué. Son estructuras espectaculares, muy elaboradas y que al no estar hechas en madera, han sobrevivido mucho mejor al paso del tiempo. Aunque he rebuscado por todos lados para encontrar los nombres, es una tarea complicada y salvo por la de hoy, el resto tendrán nombres genéricos y quien quiera buscarlas que se de un paseo por la Ciudadela y tarde o temprano las encontrará. Esta primera es la que da acceso al Pabellón Hien Lam.